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ALABANZA, REGOCIJO Y CANTO DE NIÑOS EN LA CATEDRAL DE CRISTO

CULMINA CON ÉXITO EL CAMPAMENTO DEL CORO INFANTIL QUE DIRIGE EL DOCTOR JOHN A. ROMERI

By JORGE LUIS MACÍAS     9/1/2017

Sus voces suenan angelicales. Son 105 niños que dan la apariencia de ser cantantes profesionales y escucharlos, fue como estar oyendo cantar a un coro del cielo. Y el 6 de enero de 2018 lo harán durante un concierto en El Vaticano en honor del Papa Francisco.

Dirigidos por el doctor John A Romeri, Director de Música en la Catedral de Cristo, los pequeños estudiantes de los grados kínder al tercero, y del cuarto grado al noveno, ofrecieron un recital de sus habilidades artísticas con su voz, un regalo de Dios para sus vidas y la Iglesia, durante la Santa Misa del viernes 28 de julio, oficiada por el padre Christopher Smith, Vicario Episcopal y Rector de la Catedral de Cristo.

Bajo el liderazgo del doctor Romeri, director del recién formado Coro de la Catedral, el Coro de los Niños y el Coro Diocesano, Patrick Flahive, director de cantantes primarios, todos los miembros del consejo de asesoramiento musical: Lesa Truxaw, Rick Dellefield, Rosemari Elliot, la doctora Patricia Lamb, Lauren McCaul, Paul Nguyen, Mathew Gray y el doctor Ricardo Soto trabajaron con los niños en el Campamento del Coro Infantil Diocesano, del 24 al 28 de julio.

“Cantar las palabras de fe de nuestra Iglesia (Kyrie Missa de Angelis -Mass VIII, modo 5 o el Agnus Dei, Missa de Angelis – Mass VIII, modo 6) en la Catedral, es parte de nuestra responsabilidad, de que la real tradición de nuestra fe y su música no se ha perdido”, declaró el doctor Romeri a O.C. Catholic. “Estas canciones son parte de la frescura de nuestra Iglesia”.

Durante una semana completa, los niños desarrollaron el canto coral, sus habilidades musicales, y aprendieron de la disciplina que deben tener en sus propias vidas y obtuvieron conocimiento litúrgico.

Sin embargo, aun cuando muchos de ellos ni siquiera han aprendido a leer ni escribir, aunque ya han aprendido el cantico espiritual “Cuncti simus concanentes: Ave María” (Vamos todos a cantar: Ave María), editado por el doctor Ricardo Soto.

“A mí me gusta cantar porque todas las canciones son para Dios”, dijo la niña Valeria Maturrano, de 9 años y estudiante del cuarto grado de primaria en la escuela Palm Lane. “Yo le canto a Dios porque me cuida y le pido que me haga mejor”.

Valeria heredó el gusto por la música sacra de su abuelito peruano, Erladis Ávila, de 80 años, quien acudió a la Misa para oír cantar a su nieta, quien tiene una voz de soprano: más aguda en el marco de una armonía. Él fue un musico que tocaba el saxofón y la batería.

Patrick Flahive, director de cantantes primarios dijo que le correspondió trabajar con un grupo de aproximadamente 45 niños que aún no saben leer ni escribir. Su reto más grande fue enseñarlos en un ambiente divertido y que lo disfrutaran.

“Para el fin de semana, ellos ya habían memorizado las canciones”, comentó Flahive. “Si no vamos al mundo de ellos, es difícil trabajar con niños; tenemos que entrar en su mundo real y la recompensa fue que su capacidad de atención de 25 minutos se convirtió en dos horas de disciplina durante el preludio y la Misa, aunque haber cantado como lo hicieron fue como llegar a la cima de la montaña”.

Flahive, quien ha desarrollado esta tarea por 35 años con menores de edad, recordó que, en una visita a Roma, el papa Juan Pablo II les expresó: “Ustedes son mis pequeños mensajeros de la belleza y es verdad que ustedes promueven ese encuentro con la belleza que es Cristo, y ello nos lleva a una relación profunda con Dios”.

Lauren McCaul, administradora musical católica indicó que la alegría en los rostros de los padres de familia y en los niños cantores ha sido un gran regalo para la Iglesia, “porque han traído a la luz su talento”.

Por su parte, el padre Christopher Smith reconoció la labor de los miembros del consejo de asesoramiento musical y subrayó que, como lo señala la parábola de la semilla que crece en terreno fértil (Marcos 4: 26-34), “no es fácil hacer crecer el regalo de la voz de estos niños y la música dentro del corazón”.

“Este maravilloso talento exige disciplina”, dijo. “Pero, aunque no es fácil, vale la pena hacer crecer ese don”.

Al final de la Misa, los 105 coristas fueron premiados con medallas.