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BODAS COMUNITARIAS: UNA ALIANZA DEL AMOR CON DIOS

DOCE PAREJAS RECIBIERON EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO EN LA IGLESIA DE SAN POLICARPO EN STANTON

By JORGE LUIS MACÍAS     12/11/2018

Yo, Armando, te tomo, Eloísa, como mi esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida”.

Y ella respondió el mismo voto en su boda. Fue su promesa de amor eterno. Ya estaban  en capacidad para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Durante más de 50 años, Armando Ocampo y Eloísa Orozco estuvieron privados de recibir la Sagrada Eucaristía. ¿La razón? No tenían el Sacramento del matrimonio.

Pero el sábado 10 de noviembre, en la Iglesia Católica San Policarpo de Stanton, ellos y otras 11 parejas se tomaron de la mano durante una “boda comunitaria”. Se juraron amor, lealtad y respeto. Intercambiaron anillos y arras. Después de varios o muchos años viviendo juntos, se casaron.

Su promesa fue hecha delante de Dios. Frente a la iglesia. Frente a Cristo y frente a sus familiares, hijos y nietos.

Armando, de 74 años, y Eloísa, de 67, enfatizaron que su consentimiento para casarse fue verdaderamente sincero. Y se dijeron: “Sí, acepto”.

“Mis padres y mis abuelos se habían casado y yo no”, recordó Eloísa. “Y me sentía mal por no poder recibir la Eucaristía”.

Ella dijo que se enamoró de Armando, porque él era muy atractivo, trabajador y muy buena persona.

“También me atrajo que fuera muy alto”, dijo la mujer nacida en Nayarit, México. ¿Qué más puedo decir?”

A él le atraía que fuera muy bonita.

“Ella tenía un cuerpo modelo”, dijo el hombre de Jalisco. “También me gustó la forma en que ella cocina”.

Ambos sonrieron cuando intercambiaron el anillo de bodas diciendo: “Recibe este anillo como un signo de mi amor y fidelidad. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Al final de la ceremonia, Armando dijo a OC Catholic: “Fue mucho, mucho tiempo estar apartado de Dios. Ahora, ya estoy bien con Él”.

Después de celebrar en casa, la pareja se iría de luna de miel. Viajarán dos semanas a Nayarit y Jalisco, México.

las preguntas de
un hijo a su madre

“Mami, ¿qué es lo que recibe la gente? ¿Para qué sirve? ¿Por qué no vas y lo tomas? ”. Fueron las preguntas de Ricardo, un niño de 7 años a su madre.

Ricardo Balpuesta y Anahí Piña frecuentaban la misa semanalmente con su hijo. Pero no podían recibir la santa comunión. Vivian juntos. Estaban casados ​​sólo por la ley civil.

“Hijo, es porque necesitamos casarnos en la casa de Dios para que podamos recibir la Eucaristía”, respondió ella. “Eso representa el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es recibirlo cuando recibes la comunión”.

Aunque el niño no entendía completamente, él y su hermana pequeña Alexa, de 4 años, eran los más emocionados en la Iglesia por la boda de sus padres. Fueron testigos del honor del banquete celestial al que asistieron sus padres.

“Todos los domingos llevamos a nuestros hijos a la Iglesia para orar y estar en contacto con Dios”, dijo la novia. “Pero ahora, este anillo que tengo es una prueba de nuestra alianza con Dios”.

Ese es el mismo pensamiento de su esposo Ricardo.

“Quería darme la oportunidad y dársela a mi esposa para que estuviéramos juntos como Dios quería en nuestras vidas”, dijo. “Y si estamos unidos, es bueno sellar nuestro matrimonio con la bendición de Dios”.

Gracias al Espíritu Santo, estos jóvenes entendieron el profundo significado del matrimonio como el Sacramento de Dios.

bodas comunitarias

La idea de organizar “bodas comunitarias” surgió desde que el padre Miguel Ángel Carabez llegó hace poco más de un año a San Policarpo.

“Se trata de ayudar a las parejas a sentir la necesidad del Sacramento del matrimonio”, dijo el sacerdote. “Muchos se excusan de que no tienen dinero, que todavía tienen que cumplir un Sacramento, o porque están un poco lejos de Dios”.

Sin embargo, el clérigo motivó a las parejas para reflexionar y sentirse amados por la Iglesia y Dios.

Todos habían sido bautizados. Pero les faltaba el documento de su comunión o confirmación. Mientras recibían catequesis matrimonial, consiguieron sus documentos.

“Vivir en pecado no es lo mismo que vivir en la gracia de Dios”, dijo el sacerdote a los recién casados. “Este Sacramento del matrimonio puede llevarlos a la santidad y es donde Jesucristo quiere guiarlos”.

Las lecturas de la Biblia escogidas para la ceremonia fueron Génesis 2: 21-24 y Efesios 5: 21-33.

En su homilía, el sacerdote dio las gracias a los nuevos esposos por haberle dicho “Sí” a Dios.

“Él los bendecirá, y los cuidará por el simple hecho de decirle sí a la vida eterna”, dijo. “Y Dios los llevará a la vida eterna perseverando en este Sacramento”.

Ahora, las 12 parejas han experimentado la gran diferencia entre aquellos que viven juntos y aquellos que ya han recibido la bendición de Dios que les da la gracia, la bendición para alcanzar la santidad y de tener la certeza de que Dios nunca los abandonará, aun en medio de las dificultades.