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CATÓLICOS VENERARON LAS RELIQUIAS SAGRADAS DE SAN DAMIÁN DE MOLOKAI Y SANTA MARIANA COPPE

MUCHOS FELIGRESES ORARON Y TOCARON CON SU ROSARIO LAS RELIQUIAS DEL “APÓSTOL DE LOS LEPROSOS”

By JORGE LUIS MACÍAS     11/6/2017

En medio de solemnes actos de devoción, las reliquias sagradas de San Damián de Molokai (1840-1889) y Santa Mariana Cope fueron veneradas en la Iglesia St. Andrews de Pasadena, California.

Reconociendo que la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén estaba a punto de convocar su Gran Consejo Prioral anual en Pasadena, el Obispo de la Diócesis de Hawai, Larry Silva, hizo arreglos para que las reliquias fueran transportadas a Pasadena, y arregló una veneración pública con los guardias.

 

el leproso voluntario

Nacido el 3 de enero de 1840, en Tremeloo, Bélgica, Jozef Van Veuster, fue un sacerdote Misionero de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

Llamado “El Leproso Voluntario”, Jozef alcanzó la gloria de los santos porque su amor y caridad para atender a los leprosos que estaban abandonados, aceptó volverse leproso como ellos en la isla hawaiana de Molokai.

En la homilía de la Misa para la Beatificación, el 4 de junio de 1995, el papa Juan Pablo II expresó que el padre Jozef, -Damián de Molokai- vivió una forma particular de santidad a lo largo de su ministerio: era al mismo tiempo sacerdote, religioso y misionero.

“A través de estas tres cualidades él reveló el rostro de Cristo, indicando el camino de la salvación, enseñando el Evangelio y siendo un incansable agente de desarrollo”, dijo el Papa.

En la Iglesia de St. Andrews de Pasadena, las reliquias del patrón espiritual de los leprosos, de los enfermos de SIDA, de los marginados y del Estado de Hawai fueron veneradas por los feligreses. San Damián de Molokai murió el 15 de abril de 1889.

 

momentos con un simple soldado de cristo

Desde las Cruzadas, la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén ha prestado atención a las personas que sufren de lepra y otras aflicciones.

Kalaupapa era una colonia de leprosos en la isla de Molokai en Hawai, y ha sido durante mucho tiempo un foco de apoyo y cuidado de la Orden.

Dos miembros de la Orden, un Caballero y un simple soldado de Cristo, que no poseían rango ni honores, se presentaron voluntarios para custodiar con deber y honor las reliquias en St. Andrews.

Charles Raborn, un simple soldado cristiano se mantenía en guardia. Silenciosamente reflexionaba sobre su servicio a Dios, tenía tres posesiones consigo mismo: el Manto de su Orden; la segunda era una pequeña moneda militar de “Challenge” (desafío). La moneda había sido bendecida.

También tenía un diminuto vial que contenía unos cuantos granos de sal – la sal que había sido recogida por los ciudadanos de la colonia de leprosos Kalaupapa, en las costas de Molokai.

El pequeño frasco había tocado tanto a la reliquia de San Damián como la de Santa Marianne Cope.

Había sido un regalo para él.

 

sentir el peso de la carga ajena

“Cuando comenzó la veneración pública y los fieles comenzaron a acercarse a las reliquias; todos se arrodillaban y oraban”, dijo Charles. “Muchos tocaron su rosario con las reliquias sagradas, mientras que otros traían otros pequeños objetos para tocar a las sagradas reliquias”.

Una señora, en particular, captó la mirada de los soldados, no por algo en particular., sino porque

el soldado podía sentir el dolor que emanaba de ella.

La dama vestida de azul se arrodilló como todos los demás fieles se habían arrodillado, y ella tomó su tiempo en sus devociones como todos los demás.

Cuando la dama de azul regresó a su asiento, Charles la observó cuidadosamente y notó que el peso de su carga parecía que estaba a punto de quebrantarla.

Sintiéndose conmovido por el Espíritu Santo, cuando el soldado fue relevado se dirigió a la banca donde estaba la señora de azul estaba sentada y le preguntó si podía hablar con ella.

La dama de azul se quedó perpleja, pero accedió y se acercó al soldado. Cuando le explicó por qué la había ido a buscar, se metió la mano en el bolsillo y sacó la moneda “Challenge” y el pequeño frasco de sal.

“Mientras le daba la moneda, le expliqué su significado y las tres bendiciones que llevaba: 1) que quien tocara la moneda se acercaría a Dios; 2) que quien tocase la moneda volvería completo en mente, cuerpo y espíritu a Dios, y; 3) que quien tocara la moneda vería solucionada su necesidad más inmediata.

Cuando la mujer examinó la moneda, Charles le regaló el pequeño frasco de sal y le explicó lo precioso del regalo.

Era la sal bendita de Kalaupapa, donde san Damián pasó haciendo el bien a la humanidad.