Local

EL MILAGRO DE LA MATERNIDAD CAMBIÓ A UNA FAMILIA CATÓLICA

UNA ORACIÓN DE SANACIÓN, UNA NOVENA Y LA FE SON CAUSA DE ALEGRÍA DE UNA PAREJA EJEMPLAR EN LA CATEDRAL DE LA SAGRADA FAMILIA

By JORGE LUIS MACIAS     5/8/2018

Diez años después que Ana María Favila no podía tener hijos, la oración de intercesión de un sacerdote fue escuchada por Dios y ella pudo recibir el milagro de la maternidad que cambió para siempre su vida y la de su esposo Leonardo.

Cuando estaban a punto de adoptar dos niños, fueron a la Basílica de Guadalupe en México e imploraron a la Madre de Cristo que, si esa era la voluntad de Dios, los ayudara a guiarlos por buen camino.

Pero, si la voluntad de Dios era otra, rogaron porque Dios les enviara a sus propios hijos. Ahora tienen la bendición de tener cuatro: Rosa María, 14; Gabriela, 12; Leonardo, 11 y Angelina, 7.

Meses después, Ana María y su esposo fueron a una misa de sanación en la Iglesia del Inmaculado Corazón de María, en Santa Ana.

El Santísimo estaba expuesto y el sacerdote imponía las manos a los creyentes.

Leonardo no creía del todo.

Al final Ana María pidió una bendición. El sacerdote puso sus manos en el vientre y la cabeza de ella.

Hizo lo mismo con Leonardo y ambos experimentaron un descanso en el Espíritu.

“Toda la noche, él durmió molesto porque había dado 100 dólares de ayuda al padre”, dijo Ana María. “El demonio quería atacarlo y yo pensaba ¿qué tal si Dios nos bendice? ¿cuánto no hemos pagado ya en tratamientos de fertilidad? Esos 100 dólares no eran nada”.

Al día siguiente, Ana María fue a realizarse un examen de embarazo. Le hicieron un examen de orina, pero ella pidió también un análisis de sangre.

“¿Para qué quieres examen de sangre si estas embarazada?”, fue la respuesta del médico.

El sacerdote, -quien murió dos semanas después de haber orado por este matrimonio-, les recomendó rezar la Novena de la Primavera de Dios.

Los Favila no encontraban por ninguna parte el librito para cumplir el rezo. Cuando se mudaron de casa, entre sus cosas hallaron la oración.

En el séptimo mes de embarazo, el bebé de María no se oía muy bien del corazón. Fue a la clínica y no se iría de ahí hasta que no le hicieran un ultrasonido. Algo andaba mal.

Ana María fue operada de emergencia. Le provocaron el parto por cesárea. 

“Esta bebé es un milagro”, dijo el ginecólogo que atendió a Ana María.

Con tres libras de peso, la pequeña Rosa María nació aquel 21 de marzo de 2003. Era el primer día de la primavera.

Lo central de la Novena de la Primavera es la fe que se contempla en María, que intercede ante Dios por la salud durante el embarazo, para que el nacimiento sea feliz, o para pedir el milagro de tener un niño.

Días después de San Valentín, Leonardo y Ana María celebraron junto a la comunidad de la Catedral de la Sagrada Familia, en Orange, sus 24 años de matrimonio.

“El matrimonio es tener la otra mitad de tu ser para completar tu vida y poder realizarte como persona y como lo que Dios quiere de uno”, describió Leonardo, oriundo de Torreón, Coahuila. 

“dios ve los sacrificios”

Por su parte, Ana María, quien nació en Tepatitlán, Jalisco, definió que el matrimonio “es una bendición de Dios, porque por medio de tu pareja el ser humano puede cambiar para agradarle a Dios. El matrimonio es sagrado si estás bien con Dios. El verá tus sacrificios y al agradar a tu pareja, le agradas a Dios”.

Y, así como se prometieron amor y fidelidad un 12 de febrero de 1994, los esposos Favila concuerdan que Dios quiere que lleguen a la santidad en el matrimonio y con ellos lleven al cielo a sus hijos, a quienes están formando en el amor a Cristo y a la Santísima Virgen.

De hecho, su “bebé milagro”, Rosa María tiene un amor especial por Dios y la Virgen. Quiere ser monja y podría ser que su vocación a la vida consagrada se haga realidad con la congregación de las Hermanas Misioneras Clarisas Pobres del Santísimo Sacramento en Garden Grove.

Rosa María busca a Dios, así como lo hizo su padre en un retiro de SEARCH (Búsqueda), donde él encontró un nuevo caminar. Y a sus dos nuevos amores.

“Buscando a Dios…encontré a mi mujer”, resumió Leonardo. “He aprendido que un matrimonio como Dios manda, es aceptando lo que te pone en la vida y caminar con Él y en Él, con sacrificio, amor y tolerancia, para poder ver que es el camino correcto que te lleva a la salvación y a la de tu pareja. Eso depende de mucho amor, mucho respeto y mucho sacrificio”.