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HONRAR AL SEÑOR CON TU RIQUEZA

LA TRADICIÓN DEL DIEZMO ES LA BASE DE LAS BUENAS OBRAS DE LA IGLESIA

By KAREN MEEKS     2/16/2018

El diezmo, el acto de apartar una décima parte de los ingresos brutos para el Señor, es una de las tradiciones más antiguas de la fe católica.

Este acto de dar, que comenzó con las ofrendas de productos agrícolas o de ganado antes de evolucionar a la moneda actual, se encuentra plasmado por toda la Biblia, desde Génesis 14: 19-20, en el cual “Abram le dio el décimo de todo”, a Génesis 28: 20-22, en el cual Jacobo juró que “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi Padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”.

“El Antiguo Testamento menciona la necesidad de las personas de devolver el diezmo (dar el 10 por ciento) al Señor por su bondad hacia ellos”, explica monseñor Stephen Doktorczyk, el vicario judicial de la Oficina de servicios canónicos de la Diócesis Católica Romana de Orange.

Doktorczyk también citó otros ejemplos doctrinales de dar, incluido Deuteronomio 12: 5-6; Levítico 27: 30-34; 2 Crónicas 31: 4-5; Nehemías 10: 35-37; y Proverbios 3: 9-10, que les pide a aquellos que “honren al Señor con sus riquezas, con los primeros frutos de todas sus cosechas”.

En el Nuevo Testamento, Jesús celebró la entrega de más del 10 por ciento obligatorio. En Marcos 12: 43, Jesús elogió a una viuda pobre que “echó en el tesoro más que todos los demás. Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento”.

En aquellos tiempos y hoy en día, el diezmo era y es visto como un acto de gratitud.

“Dar gracias al Señor por su bondad hacia nosotros es algo bueno”, señaló Doktorczyk. “Al diezmar, nuestras acciones explican que no solo estamos agradecidos con el Señor, sino también que confiamos en él y en su providencia. Esto significa dar regularmente, no solo cuando se presenta una necesidad urgente. El diezmo debería convertirse en un hábito de vida”.

Hoy en día, las iglesias dependen de estas donaciones para mantener su funcionamiento, desde el mantenimiento de los edificios, los servicios públicos y la nómina administrativa hasta la continuación de la liturgia, la educación religiosa y los programas pastorales para jóvenes a ayudar a los pobres.

“El funcionamiento de una parroquia cuesta dinero”, explica Doktorczyk, y agrega que los pastores deben estar atentos al ahorro de fondos para el tiempo de vacas flacas. “A medida que los edificios empiezan a deteriorarse, es necesario reemplazar varias partes. El feligrés promedio puede no saber que se llevan a cabo todos esos trabajos”.

En el ámbito de las donaciones, los católicos aparentemente tienen que ponerse al día. De acuerdo con el artículo del 2017 de Althetia.org de Joanne McPortland, los católicos de EE. UU. donan un mero 1 por ciento a la Iglesia, el porcentaje más bajo de cualquier denominación religiosa importante en los Estados Unidos.

“¿Qué pasa si ese número se elevará al 2.5 por ciento o al 5 por ciento”, pregunta Doktorczyk. “¿Por cuánto podría aumentar su alcance la Iglesia? Pero más que eso, los católicos se considerarían más interesados en su parroquia y su fe si contribuyen conscientemente (después de una consideración piadosa), y no solo al depositar habitualmente de $2 a $3 en la canasta”.

También reduciría la constante recaudación de fondos y pondría más énfasis en la adoración.

“Sin un flujo constante de ingresos a través de los diezmos que se ofrecen libremente en el Ofertorio, una parroquia debe apelar para obtener fondos para cada actividad o ministerio que desee emprender”, según la Oficina de Mayordomía y la Campaña Católica Anual de la Arquidiócesis de St. Louis. “Los feligreses se cansan de las conversaciones constantes sobre el dinero y las demandas de tiempo que requiere este tipo de enfoque. Nuestro Señor advirtió acerca de este tipo de enfoque de recaudación de fondos y gritó: ‘¡Dejad de convertir la casa de mi Padre en un mercado!’”

Sin embargo, esto es a menudo lo que hemos hecho cuando recurrimos a ventas y actividades de recaudación de fondos constantes, en lugar de simplemente pedir a los feligreses que entreguen su diezmo ante el altar de Dios primero”.

Para mejorar el diezmo, McPortland sugiere incorporar a su parroquia en el presupuesto familiar y tener en cuenta las contribuciones al inscribirse en un programa de donaciones en línea o utilizar los sobres dedicados a las ofrendas semanales.

También sugiere dar más de lo que uno cree que puede y donar su tiempo a una parroquia, además de las donaciones monetarias “como una forma de vivir lo que simboliza ese tipo de apoyo”.

Para calcular el diezmo con facilidad, la Oficina de Mayordomía y la Campaña Católica Anual sugiere redondear los ingresos antes de impuestos al millar más cercano, y luego eliminar los tres últimos ceros. Por ejemplo, una persona que gana $40,000 al año, le quedan $40 según esta fórmula. Eso es el 5 por ciento de lo uno daría semanalmente a su parroquia. El otro 5 por ciento, otros $40, se podría donar a organizaciones benéficas como escuelas, hospitales, misiones y órdenes religiosas.