From the Bishop

LAS PROCESIONES DE DICIEMBRE

By REVERENDÍSIMO 
KEVIN W. VANN, OBISPO DE ORANGE     12/23/2016

 

El mes, con los días más cortos y la menor cantidad de luz natural, también parece traer consigo noches de reuniones más leves y humanas de la fe: Diciembre, con sus reuniones y procesiones nocturnas que conducen a la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe; se celebran las novenas (nueve días) de oración y procesiones para la celebración del nacimiento de Cristo: “Las Posadas” para nuestros hermanos hispanos, y “Simbang Gabi” para nuestras familias filipinas. Estas reuniones reflejan la costumbre devocional y litúrgica de rezar durante nueve días en preparación para una gran fiesta. Y, en medio de todo esto, la Iglesia ora pronto en la oración vespertina las llamadas “O Antífonas”, que son las oraciones proféticas de los profetas que suplican, por así decirlo, la venida del Mesías.

Los días de diciembre, con sus procesiones y oraciones, son días poderosos para todos nosotros y pueden realmente proporcionar un oasis de oración y cercanía a Dios en medio de todas las actividades de este mes. Estas procesiones y oraciones tienen sus raíces en los misioneros franciscanos que enseñaron a los pueblos y familias del Nuevo Mundo -en canto, drama y oración- la belleza y los misterios de nuestra Fe en forma humana, de tal manera que pudieran ser vividos y revividos por las generaciones venideras. Eso es lo que se experimenta en estas novenas navideñas. Eso es lo que aprendí de las primeras familias hispanas que conocí cuando caminábamos penosamente entre la nieve, el hielo y el frío en Decatur, Illinois – velas y rosarios en la mano – para revivir el drama del viaje de la Sagrada Familia a Belén, recordándonos cómo a José y María se les negó alojamiento, para finalmente ser bienvenidos. Esa es la historia, los himnos y las oraciones de “Las Posadas”. La herencia de mi fe católica irlandesa fue ciertamente fortalecida por los ejemplos vivos y los rostros de aquellos que recrearon el viaje de María y José a Belén.

Recordé aquellas primeras familias que conocí en Decatur hace años cuando rezaba en Santa Ana la semana pasada por Nuestra Señora de Guadalupe. Vi los preparativos para “Las Posadas” de la siguiente emana, y también para Simbang Gabi. Recuerdo que “Las Posadas” fue el primer evento celebrado en la Catedral de Cristo después de que la Diócesis la nombrara hogar del campus. Cuando estamos en medio de cualquier concepto o debate teórico, ayuda a todos a conocer el rostro humano y el lado de las palabras que usamos. Estoy agradecido de conocer a tantas familias de inmigrantes de todo el mundo que me encuentro aquí en nuestra Diócesis, y especialmente conocerlas cuando podemos conversar y orar juntos. Me recuerda a las lejanas historias que oí de las familias de mis abuelos acerca de la recepción y la ausencia de las familias irlandesas que vinieron a cultivar el centro de Illinois. Llegaron con esperanza para una nueva vida, pero a menudo se encontraron con las actitudes y hostilidades del nativismo y la xenofobia, incluso años atrás: cosas tales como “NINA” o “Ningún Irlandés Necesita Aplicar”.

Al orar y visitar con tantas familias durante estas semanas, ciertamente siento aprehensión y preocupación, desde las lágrimas de una anciana, hasta los jóvenes. Teniendo el privilegio de ser el Presidente de CLINIC estos últimos tres años (La Red de Inmigración Legal Católica, Inc.), sé cómo la Conferencia Episcopal –  a través de CLINIC y sus más de 250 afiliados ayuda a muchas personas a trabajar en la maraña de las leyes de inmigración y las formas para que puedan “salir de las sombras”, para contribuir plenamente a nuestra sociedad aquí en los Estados Unidos como nuestros antepasados han tenido la oportunidad de hacer.

Las “Procesiones de Diciembre” son realmente procesiones de humanidad y fe – mirando a Dios unidos como familia y amigos. Como el Cuerpo de Cristo, cuando estamos presentes y oramos con nuestras familias aquí en el condado, realmente les damos un sentido de esperanza y de que no están solos. He sido bendecido con la amistad del arzobispo José Gómez estos últimos 11 años. Estuvimos juntos en la Provincia de San Antonio, y ahora juntos en la Provincia de Los Ángeles. Fue una bendición ministrar juntos con él a tantas familias de antes y ahora. Cuando fue Presidente del Comité de Inmigración de la USCCB, yo fui Presidente de CLINIC. Sus reflexiones reflejan exactamente las mías, y mis reuniones y oraciones con nuestras familias aquí en Santa Ana y en otros lugares reflejan esta realidad. Recientemente, al ser elegido Vicepresidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, dijo que “lo importante es que en los Estados Unidos encontremos la solución para ayudar a las personas a moverse, respetando los derechos de cada país de proteger sus fronteras. Movimientos de personas están sucediendo en todo el mundo”.

Por ejemplo, recuerdo bien a una familia que conocí en otro estado que tiene una familia joven, donde todo era miedo al viajar una distancia larga por el temor de ser parados. No son delincuentes, y han intentado repetidamente que se rectifique su situación, pero debido al desafío del actual conjunto de leyes de inmigración, simplemente no pueden hacerlo. Lo han intentado. Por lo tanto, viven en el miedo y en las sombras. Esto refleja las palabras del Arzobispo Gómez cuando dice que “Hombres y mujeres están preocupados y ansiosos, pensando en dónde pueden correr y esconderse. Esto está sucediendo esta noche en América. Necesitamos ser personas de paz, gente de compasión. Esta noche prometemos a nuestros hermanos y hermanas que son indocumentados – nunca te dejaremos solo”.

Al final de su entrevista dice que “La inmigración son las familias. Y la familia es el fundamento de la sociedad. Los Católicos necesitan entender eso y por supuesto, comenzando con la Sagrada Familia; emigraron porque estaban en una situación desafiante”. Las familias con las que yo estoy viajando y orando en estos días ciertamente me enseñan eso de muchas maneras.

Recuerdo con gratitud a las mismas Hermanas Dominicanas en Springfield, Illinois, que enseñaron a las familias de la parroquia Santa Inés la historia de la Navidad y la Sagrada Familia, también nos enseñaron las marcas de la Iglesia: Una, Santa, católica y Apostólica. Católico significa “universal”, y que somos Católicos antes que todo. La naturaleza universal de nuestra fe es muy clara aquí en nuestra Diócesis, y nos recuerda orar juntos y conocer y caminar con nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo: especialmente cuando cantemos y recemos en los próximos días: “Venite Adoremus” – Venid y Adoremos al Señor”.