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MATRIMONIO, UN MANDATO PARA VIVIR UNA VIDA LLENA DE AMOR Y DE GRACIA

SAN JUAN PABLO II DIO LA BENDICIÓN APOSTÓLICA AL DÍA MUNDIAL DEL MATRIMONIO, HONRANDO LA BELLEZA DE LA LEALTAD, EL SACRIFICIO Y LA ALEGRÍA EN LA VIDA COTIDIANA DE LAS PAREJAS CASADAS.

By JORGE LUIS MACÍAS     5/18/2018

Ustedes saben la vida que han tenido como esposos y han conocido que el matrimonio cristiano es una vocación de amor”, dijo el padre David Gallardo, párroco de la Catedral Nuestra Señora de Los Ángeles a las 23 parejas de matrimonios católicos latinos, en ocasión del Día Mundial del Matrimonio.

El Día Mundial del Matrimonio honra al esposo y la esposa como la cabeza de la familia, la unidad básica de la sociedad. Celebra la belleza de su fidelidad, sacrificio y alegría en la vida diaria de los casados.

Con el impulso de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), para construir una cultura de la vida y el amor, apoyando y promoviendo el matrimonio y la familia, en una carta dirigida a los obispos estadounidenses, Monseñor Charles J. Chaput, O.F.M., Arzobispo de Filadelfia  y Presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la USCCB, anunció la realización de la Semana por el Matrimonio y recordó el compromiso del Episcopado en la promoción y defensa de la santidad del matrimonio, poniendo a disposición de las diócesis una serie de recursos para apoyar este propósito.

La idea de celebrar el matrimonio empezó en Baton Rouge, Luisiana, en 1981, cuando algunas parejas animaron al alcalde, el gobernador y al Obispo para proclamar el Día de San Valentín como “El Día de Nosotros Creemos en el Matrimonio”. 

El evento fue exitoso; la idea fue presentada a y fue adoptada por el liderazgo nacional del Encuentro Matrimonial Mundial. Para 1982, 43 Gobernadores habían oficialmente proclamado el día y hubo celebraciones en las bases militares de Estados Unidos en varios países del extranjero.

En 1983, se cambió el nombre a “El Día Mundial del Matrimonio”, designado para celebrarse el segundo domingo en febrero. 

Diez años más tarde, su santidad, San Juan Pablo II otorgó la Bendición Apostólica al Día Mundial del Matrimonio.

Compasión y amor mutuo

En la actualidad, el matrimonio perdura como obra y mandato del Señor, quien, así como sanó al leproso (Mateo 8: 1-4), exhibe su misericordia y muestra a los matrimonios que la limpieza real es una cuestión del corazón y del amor.

“Entre los matrimonios, la compasión y el amor mutuo exhibe la misericordia de Dios”, dijo el sacerdote Gallardo. “La compasión engendra comunidad y la comunidad engendra compasión en una manera maravillosa. El matrimonio requiere de una compasión profunda para ser fructífero y traer paz a la familia”.

Añadió que, en el matrimonio, el hombre y la mujer han recibido ese don para poder amarse, perdonarse, ser pacientes y cumplir con sus votos matrimoniales y que el día que llegaron a casa del Señor para sellar su amor mutuo, fue un día que nunca olvidarían, porque en realidad no sabían a dónde los llevaría el camino del matrimonio.

El tema para el Día Mundial del Matrimonio ha sido aprobado permanentemente como “Amarse el uno al otro”. Esta frase es el mandamiento dado por Jesucristo en Juan 13,34: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”.

El padre Gallardo indicó que, aunque Jesús habla en una manera simple pero desafiante de cómo nuestro Padre Celestial desea que vivamos. Amarse el uno al otro en el matrimonio es una decisión diaria, – simple, pero desafiante.

“El matrimonio es una llamada especial que el Señor les ha dado a ustedes”, dijo a las parejas. “Les ha dado esta vida para que por medio de ustedes el mundo pueda reconocer la presencia de Dios, especialmente en su amor, su afecto y compasión; porque ustedes han recibido ese don para que se puedan amar, para perdonar, para ser pacientes y para cumplir en realidad con esos votos del matrimonio”.

En referencia a la primera carta de San Pablo a los Corintios (1Co 11:1) “Sed imitadores de mí, como yo también lo soy de Cristo”, el clérigo aseguró que es necesario que los matrimonios sean imitadores de Jesús para poder lograr la meta de ser discípulos fieles de él.

“Que nuestras comunidades reconozcan en ustedes la gracia de Dios, porque con el amor de Dios todo es posible”, indicó el padre Gallardo. “En su vida matrimonial los ha llamado para vivir una vida de amor y de gracia; y que en sus vidas también encuentren momentos para orar en familia y Dios les invita a buscar el silencio para estar con Él y hacer todas las cosas para gloria de Él”.