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NUESTROS CUERPOS, SUS TEMPLOS

DEBEMOS ENSEÑARLES A LOS NIÑOS QUE EL ESPÍRITU SANTO VIVE EN NOSOTROS

By CATHI DOUGLAS     1/9/2018

San Pablo nos enseña en 1 Corintos 3:16-17: “¿No entiendes que eres el templo de Dios y que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, vive en ti? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá, porque el templo de Dios es santo y tú, como su templo, eres santo”.

“¿No sabes que tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo que vive dentro de ti, y que has recibido como un regalo de Dios? Tú no estás solo; tu cuerpo fue comprado con el precio de la sangre de Jesús. Por lo tanto, glorifica a Dios en tu cuerpo y en el Espíritu, que pertenece a Dios”.

Como católicos reconocemos que nuestra carne morirá algún día, y se nos dará un cuerpo nuevo y resucitado en el Cielo. Mientras estamos en la Tierra, sin embargo, debemos honrar a Dios al honrar a nuestros cuerpos.

Pablo advirtió contra la inmoralidad sexual, pero hay muchas otras dificultades que debemos evitar para honrar a nuestro físico. Respeto a uno mismo y respeto a Dios significa que, como adultos, debemos abstenernos de acciones destructivas como beber en exceso, comer en exceso, conducir de manera insegura y tomar riesgos extremos. De niños, necesitamos que se nos enseñe higiene personal, que incluye bañarse, cepillarse los dientes y usar ropa limpia.

Sabemos que es bastante difícil para los padres hacer que los niños se bañen, y mucho más difícil el que crean que sus cuerpos son templos del Espíritu Santo.

Sin embargo, si bien la comprensión total de este complejo concepto surge solo con el tiempo, incluso los más pequeños son capaces de aprender a respetarse a sí mismos y a los demás, y eso incluye el aseo personal para estar presentable ante los demás en la escuela y el juego.

Dios nos enseña a huir del pecado y la inmoralidad. Entonces, debemos enseñar a nuestros hijos que donde sea que vayan, Dios los sigue, y eso significa que deben cuidarse y estar seguros.

Respetar el cuerpo propio puede ser un concepto difícil de comprender para los niños, pero en la iglesia y en el hogar, los padres, maestros y líderes religiosos pueden explicar fácilmente por qué todos necesitamos ser buenos guardianes y elegir cuidadosamente lo que entra y atraviesa nuestros cuerpos.

Cuando Pablo utilizó la palabra ‘templo’ para describir la morada del Espíritu, transmitió la idea de que nuestros cuerpos son el santuario, o el lugar sagrado, en el cual el Espíritu no solo vive, sino que es venerado y honrado. Entonces los cristianos deben elegir conscientemente hacer lo correcto, bueno y agradable a Dios.

Nuestros cuerpos no son nuestros, dice Pablo, y no fueron comprados con plata u oro, sino con la sangre intachable de nuestro Señor y Salvador.

Por lo tanto, la forma en que nos comportamos, pensamos y hablamos, y lo que dejamos que entre al templo a través de nuestros ojos y oídos adquiere una importancia crítica. Él observa cada pensamiento, palabra y acción. En Efesios 4:30, Pablo les dice que “se deshagan de toda amargura, rabia e ira, peleas y calumnias, junto con toda forma de malicia. Sean amables y compasivos los unos con los otros, perdonándose unos a otros, tal como Jesucristo los perdonó”.

De hecho, Pablo nos dice en Gálatas 5:16, cuando vivimos por el Espíritu ya no satisfacemos los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa.