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OBISPO VANN REFLEXIONA SOBRE LOS RECIENTES ESCáNDALOS DE ABUSOS

By Obispo Kevin Vann     8/16/2018

Nota del Editor: La siguiente reflexión del Obispo Kevin Vann fue escrita y enviada al periódico OC Catholic, el Miércoles 15 de Agosto, día de la festividad de la Asunción de Nuestra Señora.

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor,

Es con la mayor pena que te escribo en este tiempo de gran escándalo y tribulación en nuestra Iglesia. Muchas personas en el liderazgo, especialmente entre el episcopado, le han fallado al pueblo de Dios. En esto, no puede haber ambigüedad.

Como su padre espiritual y pastor de esta Diócesis, he orado, luchado y reflexionado mucho para determinar sobre la mejor manera en que puedo servir a ustedes.

La publicación del informe del Gran Jurado de Pensilvania confirmó ayer que los que dirigimos la Iglesia tenemos una gran responsabilidad para tomar medidas contra una depredación que solo puede llamarse satánica.

Después de que fui nombrado para nuestra Diócesis, comencé a reunirme con nuestra Junta de Revisión de Supervisión (Oversight Review Board), que tiene la misión de aconsejarme sobre asuntos relacionados con acusaciones de abuso sexual de un menor perpetradas por un clérigo.

Basado en las dolorosas experiencias en mi hogar, la Diócesis de Springfield, Illinois durante el mandato del Obispo Daniel Ryan, que resultó en una devastadora pérdida de confianza, quise aprovechar cada oportunidad para crear un ambiente verdaderamente seguro, que incluya la revisión de alegatos que involucraban a adultos, no solo a menores.

Regularmente busco a los miembros de este grupo para que ofrezcan sus observaciones y consejos sobre una variedad de asuntos que requerían la atención de la Diócesis. Su consejo ha sido invaluable y una gran ayuda para tratar asuntos de mala conducta, tanto en asuntos clericales como laicos.

Su membresía incluye diez expertos laicos, un sacerdote y una hermana religiosa. Cinco empleados diocesanos también forman parte de la Junta, tres de los cuales son clérigos y dos laicos.

Agradezco a todos los miembros por sus sabios consejos y su disposición para servir. Además, insto a cualquiera que haya sido víctima de abuso clerical en nuestra Diócesis a denunciar el abuso llamando a nuestro número gratuito: (800) 364-3064.

A la luz de las revelaciones que rodean al arzobispo McCarrick, por no mencionar las situaciones en Honduras y Chile, ahora sé que el proceso de revisión debe ampliarse para incluir reclamos de seminaristas y sacerdotes para que ellos también estén protegidos contra el abuso sexual por parte de aquellos en el poder. Además, revisaré nuestro proceso con mi equipo de liderazgo para confirmar que sea lo más robusto posible.

La ley canónica establece procesos judiciales para juzgar a todo el clero, incluidos los obispos, que están acusados de delitos canónicos. No se equivoquen, los crímenes sexuales contra los fieles son violaciones graves de la ley de la Iglesia. Como abogado canónigo, sé también que estos procesos canónicos fueron fortalecidos por el Papa Francisco en 2016. No hace falta decir que también existen recursos civiles y penales.

Comprendo la justa ira expresada en contra de aquellos que no han seguido el debido proceso y las demandas de rendición de cuentas. También quiero asegurarles que estoy comprometido a unirme a mis hermanos obispos para abordar estas fallas.

Se debe crear un organismo investigador nacional independiente y competente, compuesto de profesionales calificados para que, si tenemos problemas sistémicos dentro de nuestra Iglesia, puedan revisarse y abordarse minuciosamente. Prometo mi apoyo a esto y asignaré fondos diocesanos para este propósito.

De manera inequívoca, me uno a mis hermanos obispos que ya se han pronunciado para identificar la raíz como una crisis en la santidad. Los pastores que buscan sinceramente al Señor no abusan del poder que Nuestro Señor les ha confiado. Aquellos que abusan de este santo oficio le fallan en Cristo y su Iglesia.

En este momento difícil, acompáñenme a orar para que nuestra Iglesia sea purificada, para que todas las personas que han sido heridas por abuso por parte del clero experimenten curación, y que yo, junto con el resto del liderazgo de la Iglesia, actuemos con sabiduría, valor y humildad para cumplir el oficio que el Señor nos ha confiado.

En esta, la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, ruego que ella sea consolada para ver la verdad de estas injusticias saliendo a la luz, para que sus hijos puedan ser parte de una Iglesia que sea digna de ellos y de su Hijo.

Con gratitud por su apoyo y agradecimiento por sus continuas oraciones,

Obispo Kevin W. Vann