Fe Y Vida

LA LUZ AL FINAL DEL TúNEL

Las experiencias de estar cerca de la muerte son material para libros y películas con récord de ventas. ¿Cuál es la posición de la Iglesia Católica?

By Larry Urish     9/18/2015

El hombre yacía, descansando y totalmente despierto en la cama del hospital, cuando tuvo una experiencia de otro mundo.

“De pronto, entré en un estado de conciencia completamente lúcido. Estaba sentado en la cama mirando fijamente hacia la oscuridad, aunque, de hecho, sabía que mi cuerpo estaba extendido en la cama”.

En frente a él “un color entre azul y púrpura que semejaba vagamente unas cortinas colgantes”, y junto a esto vio dos “presencias”. Sin mencionar palabras, transmitieron el mensaje de que “todo estaba listo”.

Richard John Neuhaus, un sacerdote católico y fundador del Instituto de Religión y vida pública, no falleció esa noche. Pero él está seguro, basándose en su convicción religiosa y conocimiento, que las “presencias” eran ángeles.

“Entendí que estaban allí para prepararme para ver a Dios”, escribe en su ensayo del año 2000, “Naciendo desde la muerte” [Born Toward Dying].

¿Acaso el padre Richard realmente vio ángeles que lo guiaban hacia Dios? ¿O su experiencia fue de origen neurológico o psicológico? Tal vez era sólo una alucinación.

Miles de experiencias cercanas a la muerte (ECM) reportadas incluyen sensaciones como el desprendimiento del cuerpo, una sensación de levitación, serenidad y la presencia de una luz brillante, entre otras características. Pero, ¿son reales estas experiencias?

Es imposible hablar de las experiencias cercanas a la muerte desde un punto de vista católico sin verlas desde una perspectiva general cristiana. Además, no puede hacerse ninguna exploración de las ECM sin discutir la existencia de la otra vida.

La base de la creencia cristiana en la otra vida se encuentra en la Biblia, explica la Dra. Carol Zaleski, profesora de Religiones del Mundo en la universidad Smith College en Northampton (Massachusetts), y autora de “Viajes al otro mundo: Relatos de experiencias cercanas a la muerte en la Edad Media y tiempos modernos” y “La vida del mundo venidero”.

“Todos estamos creados a imagen y semejanza de Dios”, dice Zaleski, “y la creencia es que Dios no quiere que sus creaciones se convientan en nada. Dios desea que sus creaciones florezcan y perduren, y Dios tiene el poder para que eso suceda”. (Este punto de vista, añade, la comparten los judíos y musulmanes).

La clave para los cristianos, dice Zaleski, es la vida, muerte y resurrección de Jesús. “Es la base fundamental para la esperanza de la vida después de la muerte para todos nosotros. Después de la muerte, el alma permanece”.

Esta creencia de la vida después de la muerte —y, por extensión, las experiencias cercanas a la muerte— se basa en las Escrituras. Un ejemplo, dice Zaleski, son las cartas a San Pablo. Él habla de cómo Cristo resucitó de entre los muertos: “Así como todos morimos en Adán, así, todos resucitaremos en Cristo”.

Hoy en día, las enseñanzas católicas sobre la muerte y el más allá se pueden encontrar en la “Carta sobre algunos temas de la Escatología”, publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en mayo de 1979; y un documento más extenso, “Algunas cuestiones actuales en Escatología”, publicado en 1992 por la Comisión Teológica Internacional. Estos dos documentos concluyen que el alma es inmortal, explica Zaleski, y que “la plenitud de la vida futura será la resurrección de la persona en su totalidad. Pero antes que eso ocurra, las almas de los seres queridos que ya partieron pueden ser consideradas como vivas”.

Pero, ¿dónde deja esto a los católicos en un mundo secular arraigado en la investigación científica y la prueba empírica? ¿Pueden las Escrituras y la fe coexistir con la Neurología y la Psicología? Después que todo esté dicho y hecho, ¿podrían las ECM tener un origen científico?

El catolicismo se siente, y siempre ha sido así, cómodo con la investigación científica de las “revelaciones privadas”, tales como el relato de las experiencias cercanas a la muerte, dice Zaleski, ya que la fe está tan intrínsecamente basada en lo que las Escrituras dicen sobre la vida en el más allá. Sin embargo, las personas sin fe en la Biblia tienden a enfocarse demasiado en lo científico. Un científico secular que no encuentra ninguna evidencia de las ECM debe concluir que, simplemente, no existen. Fin de la discusión.

Los católicos, sin embargo, se quedan en el medio, entre la fe total y no creer.

“La visión católica dice: ‘Sí, creemos en la vida después de la muerte. No rechazamos esto, ni tampoco rechazamos los testimonios personales’. Pero no se debe utilizar el testimonio personal como base de la creencia en la vida del más allá”, dice Zaleski. “Es lo intermedio entre el escepticismo completo y la fe ciega”.

Un sacerdote que asesora a un feligrés con un relato de una experiencia cercana a la muerte puede utilizar este método de medición para ayudar a la persona a ver las cosas desde más de un punto de vista. Esto aplica a las personas con otras experiencias místicas.

Por ejemplo, agrega Zaleski, “si la persona parece ser amorosa, con esperanza y en sintonía con su fe, entonces puede ser un buen momento para mencionar las explicaciones neurológicas o psicológicas. Pero si otra persona, informando de una experiencia cercana a la muerte, se va por el otro extremo, es bueno advertirla y recordarle de las fuentes convencionales”.

Cuando se trata de las experiencias cercanas a la muerte, dice Zaleski, la conclusión en la fe religiosa es: “Cuando uno es parte de una tradición religiosa plena, no se necesita pruebas científicas perfectas sobre la existencia de la vida después de la muerte. Ya está bien documentado”.