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UNA MADRE MODELO

By KAREN MEEKS     5/17/2018

Un segundo puede cambiar el curso de la vida de una persona.

Para María, su papel como la Madre de la Iglesia se solidificó en el momento en que aceptó ser la Theotókos, la portadora de Jesucristo.

“Cuando pensamos en María, pensamos en su fiat, su ‘sí’ a Dios”, explicó Katie Dawson, directora de la Formación de Fe Parroquial de la Diócesis de Orange. “Ella es el prototipo de los cristianos que aceptan la voluntad a Dios y que aceptan la vida a la que Él nos invita. Ella es el modelo perfecto de esto”.

Es la experiencia de vida de María ⎯el fruto de un “¡Sí!” con todo el corazón a Dios⎯ lo que se convierte en un gran modelo de vida y del discipulado para los católicos, expresó Dawson.

“De eso se trata en realidad la vida cristiana”, dijo. “María conocía íntimamente a Dios y eso la cambió irrevocablemente. La trasformó y eso es a lo que estamos llamados; la transformación por medio de nuestro ‘sí’ a Dios. Ella es el modelo perfecto de esa trasformación”.

Después de la muerte de su hijo, la presencia de María unió a los primeros líderes de la Iglesia, según el reverendo Mark Connolly en sus artículos para Spirituality for Today.

“Si regresamos al período inicial de la Iglesia cuando había caos en las filas tras la muerte de Cristo, María fue la responsable de mantener a los doce apóstoles juntos, la Madre de Cristo”, escribió Connolly.

Habló del papel motivador de María para los apóstoles que se reunieron en el aposento alto en Jerusalén “totalmente desmoralizados y en la total oscuridad en cuando a cuál sería su camino en el futuro”.

“Ella guio a los doce apóstoles con la misma inspiración y liderazgo que utilizó con su hijo”, escribió. “María, que dio a luz a su hijo, dio a luz a la Iglesia. Cuando se reflexiona en el papel de María, cuando piensas en el papel del Espíritu Santos, pronto te das una idea de la importancia de María en la vida de Cristo y en la existencia de la Iglesia”.

Y así como María ayudó a guiar a Cristo por la vida, las madres continúan desempeñando un papel significativo en el desarrollo espiritual y emocional de la familia.

Los padres, en particular las madres, a menudo están muy en sintonía con la vida emocional de sus hijos, especialmente antes de la adolescencia, cuando a veces se cierran, y acceden a su vida emocional, explicó Dawson, madre de cinco hijos.

“Estamos muy sincronizadas con nuestros hijos y eso nos permite ofrecer cierta guía, algo para reflexionar, para responder al proceso de maduración personal del niño(a) y su camino de fe, y de las preguntas que puedan tener mientras intentan dar sentido a las respuestas que reciben”, indicó Dawson.

“La respuesta que se le da a un niño de cinco años acerca de por qué el mundo es como es o quién es Dios, esas mismas respuestas no funcionan para un niño de 10 años. Tienes que darles más explicaciones cuando son mayores. Si prestamos atención, podremos conversar mejor en ese espacio”.