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A DISCIPLINA EN LA FAMILIA CATÓLICA

EL AMOR, LA ORACIÓN Y LA UNIDAD FAMILIAR SON LA CLAVE

By HEIDI KULICKE     2/8/2017

Los niños se comportarán como niños, lo que a menudo significa que se portarán mal. Y, ya que los niños no vienen al mundo con un manual de instrucciones, los padres deberán de descubrir, por su propia cuenta, la mejor manera para disciplinar a sus hijos. Entonces, ¿cómo deben de abordar el tema de la disciplina los católicos?

Katie Dawson, directora de Formación de la fe parroquial de la Diócesis de Orange, dice que los padres deben estar al mando en todo momento. “El trabajo de los padres es guiar a sus hijos para formarlos como adultos. Y, tarde o temprano, sin importar cuán tan dulce sea el niño(a), la disciplina será necesaria”, explica.

Maggie Vollebregt, de San Clemente, una madre de nueve hijos y católica fiel, dice que las familias deben establecer expectativas y prioridades, y su modelo a seguir debe ser Jesús.

“Debemos de expresar las expectativas con el fin de obtener resultados, y preguntarnos: ‘¿qué haría Jesús?’”, dice.

Vollebregt y su esposo, Dave, tienen hijos de 8 a 30 años. Con una gama tan amplia en edades, la disciplina varía de un niño a otro en función de la edad y personalidad.

El entender qué es lo que funciona para cada niño es clave, dice Vollebregt. “El ‘tiempo de espera’ o ‘time-out’ funcionó para un niño; escribir un par de oraciones o quizá un verso de la Biblia funcionó para otro”, explica. Otras tácticas que Vollebregt ha utilizado incluyen: un período de tiempo alejados de los amigos; restringir o prohibir los electrónicos tales como la televisión y el tiempo en la computadora, e incluso apagar el teléfono si es necesario.

“Para los adolescentes, especialmente, es beneficioso el trazar expectativas específicas, ya que tienden a desafiar los límites”, dice Vollebregt. “Las calificaciones, las citas y el derecho a manejar son buenas fuentes de motivación para fomentar un buen comportamiento y obtener privilegios”, añade.

Independientemente de la edad del niño, el hogar debe ser un lugar de respeto, sin insultos y menosprecios, indica Vollebregt. “Tratamos de limitar el sarcasmo, pero eso es más difícil, porque nos gusta hacer bromas entre nosotros”, dice.

Los Vollebregt se esfuerzan por enseñar a sus hijos que los familiares deben ser tratados bien –si no mejor– que a los amigos. “Siempre les recordamos que sus hermanos y hermanas siempre estarán con ellos, pero los amigos vienen y van”, dice Vollebregt.

Otra tarea importante es enseñar virtudes a los niños. “Es importante para nosotros el enseñarles a nuestros hijos el valor de terminar una tarea, trabajar duro, considerar los sentimientos de los demás y honrar a Dios”, dice Vollebregt. También es importante crear un ambiente donde los niños puedan aprender acerca de Dios y crecer en su fe. En el hogar de los Vollebregt se encuentran libros religiosos, tales como libros sobre la vida de los santos, con la esperanza que quizá “se interesen más por uno de esos libros y no por el control de la televisión”, dice Vollebregt.

Asistir a misa y el Sacramento de la Reconciliación son otras maneras de unir a las familias. La lectura de los devocionales, relatos bíblicos y las Escrituras también puede ser útil. “La Biblia tiene muchas historias sobre el fracaso y el perdón que ayudan a explicar el mensaje”, dice Vollebregt.

Tanto Vollebregt y Dowson están de acuerdo en que enseñar a los niños a orar y orar juntos en familia puede convertirse en una manera poderosa de unir a las familias.

“Inicie cada día con una oración de que el día será lo que Jesús desee, y que usted y sus hijos actuarán en lo correcto”, señala Dawson.

“Orar juntos puede ser una manera eficaz de dar ejemplo a un niño”, dice Vollebregt. “Cuando los niños lo escuchan agradeciéndole a Dios por la bendición que representan en su vida, y se identifican las cosas donde la familia necesita ayuda, eso cambia corazones”.