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ADORAR A DIOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

“TENIENDO LA MIRADA Y EL CORAZÓN EN DIOS, TODO ESTÁ EN SU LUGAR”, DICE MABEL SUÁREZ, LÍDER CATÓLICA EN LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE DELHI

By JORGE LUIS MACÍAS     6/11/2020

LA CRISIS DE SALUDprovocada por el coronavirus ha unido a las familias católicas de la Diócesis de Orange, no solo en cuanto a su relación social, sino en la profun-dización de su fe, en la oración sin cesar, y en la adoración a Dios en espíritu y en verdad.

Así es como la familia de Mabel y Francisco Suárez, y sus hijos Mabel María, Francisco Jesús, Josué y Esaú han respondido a su llamado como familia de Dios, y a prepararse para la fiesta de Pentecostés, el segundo domingo más importante del año litúrgico en donde los cristianos tuvieron la oportunidad de vivir intensamente la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo.

“Pentecostés nos unifica y el Espíritu Santo nos a la gracia de sentir que, aun en medio del desierto que vivimos, Él der-rama sus gracias y viene a nosotros en un tiempo de servicio al prójimo, de vida y esperanza”, dice Mabel, proclamadora de la Palabra en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, Delhi, en Santa Ana, Califor-nia. “Todos nos preparamos para buscar y agradar a Dios, y aunque quisiéramos hacer más, Él conoce que por el momen-to solamente podemos llegar a nuestros hermanos a través de las reuniones en las redes sociales”.

En efecto, mediante el ministerio “Unidos en un mismo Espíritu de Espe-ranza”, -que formó el diácono Guillermo Torres, Mabel y otros líderes de la Dióce-sis de Orange- comenzaron el proceso de evangelización virtual.

“Presentaremos algunos videos para que la gente busque a Dios y no se sienta abandonada; que sepan que cada día es un despertar con Dios; a través de las reflexiones y predicaciones, entenderemos que Dios se manifiesta aun en medio de esta pandemia”.

Cada mañana, la familia Suárez reza sus oraciones iniciales del día, bendice los alimentos, reza la coronilla de la Divina Misericordia, reza el Santo Rosario y par-ticipan también de la Hora Santa cuando el Santísimo Sacramento es expuesto de manera virtual.

“Yo soy quien inicia las oraciones del Santo Rosario y de la Coronilla”, dice Mabel María, de 22 años, una chica graduada en psicología y comportamiento social en UCI. “Para mí, orar en familia es importante porque nos fortalece física y espiritualmente, y, además, nos mantiene unidos”.

Mabel María cuenta que su encuentro con Dios tuvo lugar en mayo de 2018. Su primo Geovanny falleció y, a través de ese dolor, tuvo una experiencia similar a la que se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles 2:17 “derramaré mi Espíritu sobre cualesquiera que sean los mortales. Sus hijos e hijas profetizarán, los jóvenes tendrán visiones y los ancianos tendrán sueños proféticos”.

“Tuve un sueño; sentía que estaba como en un convento de México; había un jardín muy hermoso y en él había dos estatuas: la Virgen María y otra de San Juan Pablo II”, narra Mabel María. “Yo me sentía indigna de estar en esa presen-cia; a mí me habían mandado a tirar la basura, pero cuando lo hice no entraba en el bote, me espanté y comencé a llorar sin parar”.

Aquel dolor le dio fortaleza para acer-carse a las imágenes de la Virgen y San Juan Pablo II.

Al día siguiente, Mabel amaneció con la necesidad de encontrar a Dios. Posteriormente vivió un retiro de ini-ciación carismático. Allí recibió la efusión del Espíritu Santo, y ahora sirve en el grupo juvenil Maranatha, donde oran, alaban y predican la Palabra de Dios.

“Ahora sé que, teniendo la mirada y el corazón en Dios, todo está en su lugar”, dice Mabel. “Sin Dios la vida es triste y vacía”.Ella cifra su fe en la cita bíblica de Filipenses 4:14 “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

Para esta familia, la cuarentena ha sido “un tiempo de gracia” porque “¿cuán-tas madres no desearían que sus hijos estén en casa para cuidarlos, cocinarles, amarlos y vivir con ellos la fe; este tiempo nos ha hecho valorar más a la familia, el trabajo por el cual antes renegábamos y que ahora muchos no tienen; como que vivíamos al día, de precisa y sin la presen-cia de Dios”, dice la madre.

En cambio, ahora muchas familias han sentido la presencia de Dios, la necesidad de vivir en el Espíritu de Él; reconociendo está vivo y no dependiendo ya, del cono-cimiento o las propias fuerzas.