“Después de hoy, ya me puedo morir en paz”, dijo Jaime Orozco, quien estaba a punto de cumplir dos décadas unido a su mujer, Gabriela Orozco, sin tener en sus vidas el sacramento del Matrimonio.
El 12 de diciembre, la pareja y otras 31 fueron parte de la ceremonia que convalido su Matrimonio en la Iglesia Santa María en la ciudad de Fullerton, CA.
“Decidimos convalidar nuestro Matrimonio, más que nada para recibir la bendición de Dios”, agregó Jaime, de 48 años, un administrador restaurante.
Sus hijos Ibrahim (26), Craig (25), Christopher (23), Fabricio (22) y Gaby (17) fueron testigos de la recepción del Sacramento entre sus padres.
“No tener la bendición de Dios, es como no estar casados”, afirmó Gabriela. “Finalmente dimos este paso para que nuestros hijos sigan el ejemplo y vivan una vida en comunión con Dios, como centro de sus familias”.
La iniciativa de ofrecer bodas comunitarias en Santa María fue propuesta por le Rev. Héctor Bedoya, Sacerdote Colombiano, quien por una década unió en el Sagrado vínculo del Matrimonio a numerosas parejas en la parroquia del Inmaculado Corazón de María de Santa Ana, CA. El objetivo: rescatar más almas para Dios.
“Nos tocó motivar a la comunidad para que las parejas se acercaran a la gracia de Dios; no podemos quedarnos callados porque el matrimonio es obra de Dios, y Él quiere que encuentren la paz”, dijo el Padre Bedoya. “Juan Pablo II llamaba matrimonios incompletos a las parejas sin el Sacramento; aquellas donde faltaba el diálogo, comprensión, la gracia santificante y la bendición del Creador”.
Convencidas de su fe Católica, las 32 parejas se dieron cuenta que les faltaba algo: estar en paz con Dios, participar de la Sagrada Comunión y la Confesión.
“Todo lo habíamos dejado a la desidia”, expresó Javier Dávila (57), quien convalido su Matrimonio con su amada Victoria, con quien procrearon tres hijos: Harvey (28), Belinda (26) y Anthony (14). “Queremos estar más cerca de Dios y recibir la Hostia (el cuerpo de Cristo)”.
Feliz por el paso que dio, su esposa Victoria bromeó al decir que su marido “no quería dar su brazo a torcer”.
“Siempre tuvimos en mente casarnos por la Iglesia, pero el tiempo se alargó a 29 años”, dijo. “hoy, entendemos que todo lo que somos y tenemos viene de Dios, y sólo le pido bendiciones para mi familia”.
El Padre Bedoya, quien está a punto de cumplir 25 años en el ministerio sacerdotal, entrevistó a todas las parejas y fue testigo del llanto de muchos de ellos, particularmente los hombres.
“Alguno que otro no venía muy convencido porque las señoras los presionaban, pues ellas querían comulgar”, afirmó. “Al final, muchos se motivaron porque sus hijos van creciendo y les preguntan ¿Mamá, papá, porqué ustedes no comulgan cuando vamos a misa?”.
Antes de compartir la alegría de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, las 32 parejas debieron completar un proceso de formación, mediante varios encuentros de convivencia, de reflexión y espiritualidad.
Siendo que la mayoría son migrantes, la Iglesia les dio todas las facilidades para recobrar sus actas de bautismo o de primera comunión, e, incluso, a quienes no podían obtenerlas se les solicitó un documento firmado de buena fe, por parte de sus padres, para validar que habían recibido los sacramentos de iniciación en la vida cristiana.
“A imagen de Dios los creó. Varón y mujer los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra” leyó una de las parejas del Libro del Génesis 1: 27-28
La homilía del Padre Héctor Bedoya se basó en el Evangelio de San Marcos 10, 6-9: “Desde el principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre”.
“Hay fiesta en el cielo; hoy [12 de diciembre] los hombres se irán transformados en varones justos, buenos, prudentes y felices, y las mujeres son un maravilloso ejemplo de bondad, de vida cristiana que imitan las gracias de la Santísima Virgen María”, dijo a los nuevos esposos. “Nos demoramos en llegar, pero llegamos a ponernos en paz con el cielo… ¡Bienvenidos a la salvación!”