Local

‘CANTAR ES PROPIO DE QUIEN AMA’

KOREN RUIZ, FUNDADOR DE CORRESPONSABLES DE DIOS/STEWARDS OF GOD BRINDA TALLER DE ALABANZA PARA CATÓLICOS DE ORANGE

By JORGE LUIS MACÍAS     6/10/2019

Si la música es un regalo de Dios para la Iglesia, el canto y la participación completa de la asamblea, particularmente en los momentos solemnes y sagrados de la Liturgia pueden convertirse en un bálsamo para el alma y el espíritu de los fieles.

Si la música es un regalo de Dios para la Iglesia, el canto y la participación completa de la asamblea, particularmente en los momentos solemnes y sagrados de la Liturgia pueden convertirse en un bálsamo para el alma y el espíritu de los fieles.

Ello quedó de manifiesto durante un taller de alabanza conducido por el conferencista, compositor y artista Koren Ruiz, en la iglesia Nuestra Señora del Pilar de Santa Ana.

“Dios ha concedido a su pueblo el don de la alabanza y del canto”, dijo Koren, invitado por la Renovación Carismática Católica Hispana  – Diócesis de Orange. “Lo dice San Agustín: “Cantar es propio de quien ama”.

La frase del santo se refiere al sentimiento; a cómo los feligreses tienen la capacidad de expresar amor a Dios, aclamarle, pedirle perdón y cantarle a través del don de la música.

“La música es lenguaje universal y cuando se hace para Dios es más profundo el sentimiento”, aseveró Koren. “Es importante que en todos los ministerios de la Iglesia se recuerde esa parte, porque cuando le cantamos a Dios manifestamos nuestro amor por Él”.

En efecto, en palabras y música, el profeta Moisés, el rey David, san Pablo o San Gregorio han enseñado como se goza en el amor infinito de Dios, proclamar su gloria, darle gracias por su bondad, y pedir misericordia y perdón.

También, las Sagradas Escrituras narran desde el capítulo 4 del libro del Génesis (Gen 4, 20-21) la presencia de la música en el reino de Dios, en la descendencia de Caín: “Ada dio a luz a Jabel…Tuvo un hermano llamado Jubal, que fue el padre de los que tocan la cítara y
la flauta”.

Y en el capítulo 15 del libro del Éxodo, Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yahvé: «Cantaré a Yahvé, que se ha cubierto de gloria…. ¡Yahvé, mi fortaleza!, a él le cantaré,  él fue mi salvación, él es mi Dios y lo alabaré, el Dios de mi padre, lo ensalzaré… » (Ex. 15: 1-2).

 “Como discípulos de la alabanza, lo primordial es dar gracias constantemente a Dios por los dones especiales que nos ha entregado”, indicó Koren. “Todos hemos sido llamados a cultivar y a multiplicar los dones como lo expresa la parábola de los talentos, porque el Señor espera que los regresemos a Él”.

Asimismo, consideró que como tercer paso, el discípulo de Cristo a través de la música tiene que  compartir con amor las gracias, dones y talentos que Dios le ha dado a cada uno.

“Tenemos que hacerlo con justicia, en la proporción de cómo Dios nos ha bendecido”, destacó. 

El conferencista indicó que Dios no quiere que la gente se dé cuenta que somos buenos discípulos, sino que se entienda la bondad de Dios en nuestras vidas y regresarle a Dios lo que Él nos confió para multiplicarlo.

Expuso que la Palabra de Dios señala que en la parábola de los talentos el discípulo de música y alabanza de la Iglesia tiene que hacerlo con la habilidad que Dios le dio para tocar la guitarra,
el piano, cantar en el coro, etc.; es para ser agradecidos, cultivar el talento, desarrollarlo y compartirlo con generosidad a los demás y finalmente poder regresarlo a Dios.

Sin embargo, aclaró que en el deseo de alabar a Dios a través de la música existe, pero la parte en que los ministerios fallan es que se forman los grupos más por necesidad que por vacío.

“Alguien dice, no hay quien toque en la Iglesia y yo voy a tocar, olvidándose que debe haber una preparación litúrgica importante”, dijo. “Y en la parte de la formación hay quien anhela alabar a Dios, pero se necesita trabajar para desarrollar el talento, porque el Señor se merece lo mejor y que todo lo que se haga en la Iglesia sea para la gloria de Dios”.

Margarita Flores, integrante del grupo de intercesión “Santa María de Guadalupe”, en la Iglesia San Buenaventura de Huntington Beach dijo que el taller fue benéfico en su vida “porque me enseñó que cuando participamos y cantamos en la Misa, le estamos cantando a Dios, no a la asamblea, y nuestra participación tiene que ser plena, consciente y activa”.

Por su parte, María Trujillo, del grupo de oración e intercesión “Vino Nuevo” en San Bonifacio, en Anaheim, opinó que todos los fieles de los ministerios de música y alabanza “debemos aprender a dar lo mejor que tengamos para la gloria y honra de Dios”.