Hace un siglo, tres niños pastores llamados Lucía Santos y Jacinta y Francisco Marto se encontraron por primera vez con una mujer “más brillante que el sol” en Fátima, Portugal, que les instó a rezar el rosario para alcanzar la paz y el fin de la guerra.
El famoso avistamiento de la Santísima Virgen María del 13 de mayo de 1917 —ahora conocida como Nuestra Señora de Fátima— es uno de los casos más conocidos de una aparición mariana.
Pero las autoridades religiosas no aceptaron de inmediato esta aparición. El obispo Leiria-Fátima no consideró oficialmente esta visión y las visiones subsecuentes de Nuestra Señora “dignas de creer” hasta 1930, después de una investigación canónica.
Es difícil que se conceda la aprobación de la Iglesia de tales apariciones. De las más de 1,500 visiones de María que han sido reportadas internacionalmente, menos de 20 casos han sido “dignos de creer” por la Iglesia en el siglo pasado, según Catholic News Service.
La iglesia cuenta con un proceso extenso referente a investigar con un ojo crítico los informes de apariciones marianas. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en 1978 creó normas para discernir “presuntas apariciones o revelaciones” que fueron enviadas a los obispos para que se utilicen según cada caso individual, sin embargo, no se pusieron a disposición del público hasta el 2011.
“Las normas antes mencionadas ofrecen criterios para juzgar el carácter de las presuntas apariciones o revelaciones”, explica monseñor Stephen Doktorczyk, vicario judicial de la Oficina de servicios canónicos de la Diócesis de Orange.
El proceso de evaluación a menudo inicia a nivel local donde tiene lugar la supuesta aparición o apariciones, según el reverendísimo monseñor Arthur A. Holquin, vicario episcopal para el Culto Divino en la Basílica de la Misión de San Juan Capistrano.
El obispo forma un comité o grupo de trabajo formado por sacerdotes y expertos en temas teológicos —específicamente la naturaleza y el propósito del fenómeno sobrenatural— y examinará tres factores críticos: la persona o personas quienes presenciaron la aparición o las apariciones; el contenido, si lo hay, de lo que se dice en la aparición; y la naturaleza del culto que ha surgido a la veneración.
“El comité buscará determinar si el individuo es una persona psicológicamente sana y un buen católico, fiel en vivir la misión de la Iglesia”, indica Holquin. “La persona debe ser conocida por su buena moral y adherirse a las dogmas y doctrinas de la fe católica”.
El mensaje, si lo hay, debe ser consistente con la fe, el dogma y la práctica católica.
“En lo que respecta a los asuntos que se dice han sido revelados al individuo(os), se debe comprobar si lo que el individuo(os) reportan es teológicamente sólido e inmune a error”, dice Doktorczyk.
Por último, se tiene en cuenta el culto a la devoción que surge por la supuesta aparición.
“¿Conlleva a una fe y una devoción más profunda en Nuestra Señora?”, explica Holquin. “¿Favorece a una mayor práctica sacramental y oración?”.
Después de que el comité haya completado su investigación, la Congregación para la Doctrina de la Fe revisa los resultados, y luego ofrece aportes adicionales o establece otro comité a nivel Vaticano para profundizar la investigación, dice Holquin.
Actualmente, el Vaticano evalúa las supuestas apariciones de Nuestra Señora de Medjugorje, en las que se le apareció a seis niños en una colina en el área, ahora conocida como Medjugorje, de Bosnia y Herzegovina en 1981. Los resultados de un estudio sobre la aparición mariana y la decisión del papa Francisco aún no han sido publicados.
Doktorczyk dice que hay tres posibles conclusiones para cualquier investigación: que la naturaleza sobrenatural del evento no está establecida (non constat de supernaturalitate); que el carácter sobrenatural del evento queda establecido (constat de supernaturalitate); o que se establece que la naturaleza del evento no es sobrenatural (constat de non supernaturalitate).
“Al evaluar la autenticidad de las apariciones supuestamente divinas, que a menudo se centran en las apariciones de la Santísima Virgen María, la Santa Sede conserva la competencia para determinar la autenticidad de tales apariciones dignas de la veneración piadosa de los fieles”, explica Doktorczyk.
Algunas de las apariciones conocidas y aprobadas por la Iglesia son: Nuestra Señora de Guadalupe, México; Nuestra Señora de Lourdes, Francia; Nuestra Señora de Knock, Irlanda; y Nuestra Señora de Kibeho, Ruanda.
En los Estados Unidos tenemos a Nuestra Señora de la Buena Ayuda, que se le apareció a una niña llamada Adele Brise en Green Bay (Wisconsin) en 1859. Brise, a quien la Santísima Virgen le dijo que enseñara la fe a los niños, se convirtió en monja e inspiró a muchos al cristianismo. Las peregrinaciones al Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Buena Ayuda comenzaron no mucho después de la aparición mariana de Brise, la cual fue confirmada oficialmente en el 2010.
Y mientras que los católicos no están obligados a creer en una aparición —no es un Depósito de la Fe definitivo que exija la creencia de todos los católicos— una aparición confirmada puede profundizar la fe.
“Una aparición confirmada significa que se llevó a cabo una investigación adecuada, que la autoridad eclesiástica competente obtuvo la certeza moral de que es auténtica y que, por lo tanto, las personas podrían beneficiarse espiritualmente por medio de una devoción sana a la aparición”, concluye Doktorczyk.