La ley “Compasión y Opciones” (Compassion & Choices), el suicidio asistido, conocida antes como The Hemlock Society (La Sociedad Hemlock) “no tiene nada de compasiva,” dijo el doctor de medicina familiar, Michael Cushing.
La trayectoria personal de Cushing en el tratamiento de pacientes con cáncer ha estado impregnada siempre de atención compasiva y personalizada, como una alternativa a la reciente ley aprobada en California, del Suicidio Asistido por parte de un médico.
Cushing describió ante decenas de asistentes a una conferencia, los eventos que ocurrieron en su vida y en su profesión en los últimos años, incluyendo la muerte de un entrañable amigo.
“Bob Meissner era mi mejor amigo en la Iglesia Católica San Antonio de Padua, en Anaheim Hills. Él batalló con un cáncer agresivo que afectó sus riñones. Se estaba acercando a la muerte y le aplicaban fuertes dosis de morfina para aminorar sus dolores,” dijo este médico.
Meissner murió en 2014, pero en su hogar nunca estuvo solo. Su esposa, sus dos hijos, sus amigos de la parroquia, sacerdotes y familia en general, siempre estuvieron presentes para llevarle la Sagrada Comunión. A nadie se le ocurrió pensar jamás en sugerir siquiera el suicidio asistido o eutanasia.
“Recibir la Eucaristía le daba fuerzas”, reveló el doctor Cushing. “Fue él quien me inspiró a ser un servidor del altar en San Antonio de Padua”.
Bob era un hombre muy activo y Cushing, -como amigo- acompaño a su familia. Oró por él y con él. Y ayudó a su ahora viuda a caminar por el difícil proceso.
“Como doctor, sabía lo que estaba pasando y se lo expliqué a la familia”, recordó. “Pero como católico, sabía que en Bob y en su familia estaba la presencia de Jesucristo”.
Lo contrario, ocurrió en el caso de Brittany Maynard, la mujer de 29 años de edad, afectada por un cáncer incurable en el cerebro. Ella y su familia viajaron al estado de Oregón para ponerle fin a su vida el 1 de noviembre del 2014.
California, es el quinto estado en la nación junto a Montana, Oregón, Vermont y Washington que permiten la práctica del suicidio asistido y los médicos están habilitados legalmente para recetar medicamentos letales, cuando un paciente terminal lo solicite en plenitud de sus facultades mentales.
Desde el pasado 9 de junio, la ‘Ley de Opción de Fin de Vida’ (Compassion & Choices) también permite a enfermeros y otros profesionales de la salud, a retener comida, bebida o medicación de pacientes que están en la fase terminal de una enfermedad y que han pedido ayuda para morir.
el rostro de la muerte
“La ley del Suicidio Asistido el rostro de la cultura de la muerte”, aseveró el doctor Cushing, miembro de la Junta Estadounidense de Medicina Familiar.
“Básicamente, es una continua agresión contra la vida, así como también lo es el aborto, las mismas tácticas usadas para legalizar el aborto fueron seguidas ahora con el suicidio asistido y eutanasia,” dijo.
Añadió que, con este tipo de leyes, los individuos con problemas mentales y personas con depresión o pensamientos suicidas podrían ser “desechados”. Él mismo ha vivido con un cáncer pancreático desde 2004, una enfermedad terminal.
“Yo solamente espero en Dios que, quienes apoyaron esta ley se den cuenta lo equivocada que es”, dijo. “El proceso que siguieron para aprobar la ley lo hicieron en la oscuridad de la noche y lo presentaron al gobernador y a todos de una manera atroz”.
Sin embargo, para los Católicos, se dice con certeza que la amistad duplica nuestra alegría y divide nuestra tristeza, una buena noticia llega a ser mejor cuando podemos compartirla. La carga de la tristeza es más ligera cuando hay más de una persona para ayudar a soporta el dolor.
Ese es el consejo directo de San Pablo: “Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran”. (Romanos 12:15).
Pero, ¿cómo regocijarse en Dios con aquellos que sufren de enfermedades terminales?
“aliviar, no matar”
Y, ¿cómo dirigirse al enfermo terminal frente a una situación desalentadora?
“No hay palabras mágicas que hagan desaparecer el dolor”, dice el doctor Cushing. “Pero hay expresiones de compasión, llenas de misericordia y palabras como decir ‘No estás solo’, porque nuestro amor por Dios y Jesús es lo que ayuda a dar la gracia para compartir el sufrimiento de las personas y ayudarle al enfermo a cargar su dolor, que se sienta amado, porque aun en la antesala de la muerte hay dignidad”.
La ley de opción para ponerle fin a la vida, imita la correspondiente ley en Oregón, aprobada hace 18 años. No exige la participación de médicos u hospitales. Aquellos doctores que participen tendrán que explorar otras alternativas con sus pacientes, tales como hospicios para enfermos terminales, tratamientos para dolores y cuidados paliativos.
“Yo no creo que esta ley sea un acto de compasión, sino una agresión y decepción porque arranca la dignidad del paciente moribundo”, agregó el doctor Cushing. “El fin de la medicina es curar no matar”.
¿Y qué hay de la conciencia de un doctor que prescribe la dosis letal de pastillas para que una persona decida suicidarse legalmente?
“Esta ley es una total contradicción a nuestra profesión que ha sido creada para curar; mucho más doctores deberían levantar la voz y denunciar esta ley errónea. Necesitamos detenerla y aplicar en la profesión la misericordia y la compasión”.
En efecto, así lo expresa San Pablo en la segunda carta a los Corintios: “¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!”.