VATICANO (ACI Prensa) – La situación en la ciudad de Belén, Palestina, es catastrófica debido al coronavirus. La pandemia, ya en gran parte controlada, ha causado un parón económico y la interrupción de las peregrinaciones cortando así la fuente de ingresos de la población local, sobre todo de los cristianos, que vive del turismo.
En declaraciones a ACI Prensa, el empresario católico palestino Anwar Shomali explica que “los primeros casos de contagio aparecieron en Belén traídos por un grupo griego que empezó su peregrinación en Tierra Santa y en la mitad del viaje se fue a Egipto. Parece ser que trajo el virus desde allí”.
De vuelta a Belén, los peregrinos de ese grupo “se alojaron en un hotel de Beit Jala y contagiaron a la mitad de los empleados. Dichos empleados, sin saberlo, llevaron el virus a sus familias y a su ambiente social”, generando una cadena de contagio que obligó a establecer “una serie de restricciones de todo tipo”.
Anwar señala que en este momento “tanto la ciudad como su provincia están declarados totalmente libres del virus”, pero el confinamiento y el parón económico ha provocado una recesión agravada por el hecho de que ha surgido un miedo al turismo, al ser el factor clave que trajo la epidemia.
“Tenemos el temor de que no se encuentre una solución rápida a esta pandemia y que tengamos que sufrir las secuencias de estar sin trabajo durante largo tiempo”, lamentó el empresario.
Además, la falta de apoyo por parte de las instituciones palestinas hace que la vuelta a la actividad sea la única opción para muchas familias.
“La verdad, no veo iniciativas para ayudar a los que lo están pasando mal. El problema es global. Si fuese local habría siempre recursos. La única solución es que esta pandemia termine y que las cosas vuelvan a su curso normal. Es este caso vamos a necesitar por lo menos un par de años para volver a recuperar nuestra economía”.
La mayoría de los cristianos de la zona de Belén vive del turismo. “Es la industria más importante que tenemos y nos trae un buen ingreso de divisas: hoteles, restaurantes, cooperativas, fábricas de artesanía, agencias de viaje, etcétera”, indicó el empresario católico.
“Hay más de 24.000 personas que trabajan de forma directa en este sector y los beneficiados son casi 100.000. El turismo en Belén es el generador de la vida económica. Del turismo surgen otros sectores importantes como la construcción y el comercio cosas que crean más puestos de trabajo (hablamos de 65.000 y 80.000 beneficiados) y dan un empuje alto al poder adquisitivo de la gente”.
A modo de ejemplo, el empresario palestino señaló que “en 1996 había en la zona de Belén una veintena de hoteles. Hoy el número de hoteles pasa de los 200 con los respectivos empleados”. Asimismo, esos hoteles han mejorado mucho en los últimos años y hoy son capaces de competir con los grandes hoteles de Jerusalén “en calidad, servicio y precios. Naturalmente, el 95% de dichos hoteles pertenece a familias cristianas y la mayoría de los empleados son cristianos. Podemos imaginar el gran daño causado por la pandemia”.
Por otro lado, unido a las tradicionales restricciones de la población palestina debido al bloqueo impuesto por las autoridades israelíes sobre los territorios palestinos, el confinamiento ha agravado las consecuencias de esas dificultades anteriores.
“Estamos hablando de otro sector importante, el de la población que trabaja en Israel. Me refiero a entre 15.000 y 18.000 trabajadores de nuestra zona que solían salir diariamente a Israel a trabajar en el campo de la construcción, la agricultura, la educación, la hostelería y demás”.
Pero ahora, “debido a la pandemia que comenzó en Belén, a estos trabajadores se les ha prohibido llegar a sus puestos de trabajo. La pandemia se extendió en Israel a partir de finales de marzo”.
Por lo tanto, “dichos trabajadores se han visto afectados profundamente: primero porque la Autoridad Palestina les prohibió el paso a Israel para no estar contagiados y regresar a sus casas con el virus. Segundo, porque las autoridades israelíes temían que pudieran llevar el virus. Hoy por hoy, y después de casi dos meses de paro, algunos han podido regresar a sus puestos de trabajo con la condición de preservar las normas sanitarias”.
“Lógicamente los empleados de la hostelería y de la educación han permanecido en casa porque todos los establecimientos de hostelería y las instituciones educativas continúan cerrados hasta la fecha”.
A pesar de la gravedad del golpe, Anwar Shomali explica que los cristianos de Belén están esperanzados y ya se están preparando para cuando se pueda reactivar la actividad y vuelvan las peregrinaciones. “No hemos perdido la esperanza ni la fe. Estamos en contacto con todas las agencias que nos mandan peregrinaciones y estamos programando algo para octubre y noviembre de este año con previsiones ya para viajes a partir de marzo del 2021”.
“No podemos tirar la toalla. Hay que seguir luchando y animando a los peregrinos. Hemos pedido la colaboración de los proveedores de servicios para bajar los precios y dar buena calidad de servicio. Estamos haciendo varios esfuerzos entre todos para volver a contactar a los posibles organizadores de peregrinaciones y pedirles que compartan con nosotros estos esfuerzos. Esperamos poder llegar al punto deseado y volver a ver la afluencia de los peregrinos por las calles de nuestra Tierra Santa”.
Unidad familiar y social
Anwar Shomali explica también que, a pesar de las graves consecuencias del coronavirus, también han descubierto elementos positivos como “la unidad de la familia ante la amenaza de este virus”.
“A nivel personal he podido conocer más a fondo a mis dos nietos que viven con nosotros en la misma casa grande. Tanto mi mujer como yo hemos disfrutado mucho pasando más tiempo con ellos. Lo mismo con mi hijo y nuestra nuera”, indicó.
También “nos hemos volcado en hacer varias actividades tanto en casa como en el jardín: plantar árboles, flores, podar, cortar el césped, limpiar, etcétera. Creo que no somos los únicos, sino muchísimas otras familias han experimentado esta unidad, que existía antes pero que ahora la hemos sentido y vivido con más densidad”.
Ese sentido de unidad también se está experimentando a un nivel más general en el conjunto de la sociedad palestina, que respondió a la crisis con unidad social y con fraternidad interreligiosa.
“Creo que toda la sociedad se está enfrentando a un peligro común que requiere unidad, y es lo que hemos sentido a lo largo de estos últimos tres meses. Durante la Semana Santa y Pascua se nos ha pedido a los cristianos rezar en casa o seguir las misas a través de la TV. Cosa que hemos aceptado muy gustosamente”.
“Ahora y durante el mes de Ramadán, se ha pedido a los musulmanes rezar en casa y no ir a las mezquitas, cosa que han cumplido. El próximo sábado es la fiesta de al-Fitr (fin del ayuno de Ramadán). La Autoridad Palestina impondrá un toque de queda desde el viernes por la noche hasta el lunes por la noche para evitar las reuniones familiares, las acumulaciones en las mezquitas, las visitas sociales, etcétera, que puedan ser una causa de nuevos contagios. Creo que la reacción de la gente en general ha sido positiva”.
En definitiva, concluyó, “ha habido unidad entre las varias religiones (también con la judía: varios líderes de las iglesias locales y rabinos se han unido en una oración para pedir a Dios el fin de esta pandemia) y entre las varias confesiones religiosas cristianas para afrontar todos juntos este inesperado peligro”.