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DEJEN PREJUICIO, PERDONEN PECADOS DEL PASADO DICE EL PAPA A CRISTIANOS

By Carol Glatz, Catholic News Service     4/7/2017

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La investigación seria sobre Martín Lutero puede ayudar a sanar las relaciones entre católicos y protestantes, destacar lo que era legítimo sobre la Reforma y señalar exactamente los errores y pecados que llevaron a la división de la iglesia, dijo el papa Francisco.

“Hoy, como cristianos, todos estamos llamados a liberarnos de los prejuicios hacia la fe que otros profesan con un acento y un lenguaje diferente, a intercambiarnos mutuamente el perdón por los pecados cometidos por nuestros padres y a invocar juntos de Dios el don de la reconciliación y de la unidad”, él dijo.

El papa habló el 31 de marzo ante unas 150 personas que participaban en un congreso internacional organizado por el Comité Pontificio de Ciencias Históricas. El congreso, realizado del 29 al 31 de marzo, discutió el tema “Lutero 500 años después. Una relectura de la reforma luterana en el contexto histórico eclesial”.

El papa le dijo a los participantes que su primera reacción al escuchar sobre “esta loable iniciativa” fue una de gratitud a Dios y “de un cierto asombro ante la idea de que no hace mucho tiempo un congreso de este tipo habría sido del todo impensable”.

“Hablar de Lutero, protestantes y católicos juntos, por iniciativa de un organismo de la Santa Sede, son frutos del Espíritu Santo, que supera todas las barreras y transforma los conflictos en oportunidades para el crecimiento en la comunión”, él dijo.

El papa Francisco dijo que estaba contento porque la conmemoración del aniversario 500 de la Reforma ofrece una oportunidad para estudiar juntos los eventos del pasado.

“Los análisis serios sobre la figura de Lutero y su crítica contra la iglesia de su tiempo y del papado contribuyen indudablemente a superar ese clima de desconfianza mutua y de rivalidad que durante demasiado tiempo caracterizó en el pasado las relaciones entre católicos y protestantes”, él dijo.

“El estudio cuidadoso y riguroso, libre de prejuicios y polémicas ideológicas, permite a las iglesias, hoy en diálogo, discernir y asumir aquello que de positivo y legítimo había en la Reforma, y distanciarse de los errores, las exageraciones y los fracasos, reconociendo los pecados que llevaron a la división”.

Aunque el pasado no se puede cambiar, él dijo, 50 años de diálogo significa que hay una “purificación de la memoria”, que es “contar esta historia de una manera diferente, sin rastro alguno de aquel rencor por las heridas ocasionadas que distorsiona la visión que tenemos los unos de los otros”.