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¿DÓNDE ESTÁS SEÑOR?

GREG WALGENBACH, DIRECTOR DE LA OFICINA 
DE VIDA, PAZ Y JUSTICIA 
DE LA DIÓCESIS DE 
ORANGE DESTACA LA SOLIDARIDAD GLOBAL DE LOS CATÓLICOS EN EL MUNDO

By JORGE LUIS MACÍAS     5/30/2019

“Si uno goza de riquezas en este mundo y cierra su corazón cuando ve a su hermano en apuros, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? —1 Jn 3,17-18

Con mucha solemnidad, Laura Méndez, catequista de la Iglesia Santa Barbara de la ciudad de Santa Ana leyó la oración de la Cuaresma de los Servicios Católicos de Auxilio (CRS) a sus hermanos feligreses, a quienes invitó a reflexionar cómo el encuentro personal con Cristo en el desierto es esperanza de la Resurrección y responsabilidad individual de ayudar a los demás.

“Dios de la esperanza, Tú viajas con nosotros a través del desierto. Nos desafías a ser más como Cristo. Durante este tiempo de Cuaresma, que nuestras oraciones, ayuno y donativos nos den el valor de salir de estos 40 días en el desierto para compartir nuestros dones con el mundo. Que nuestro encuentro contigo nos permita llevar tu esperanza a toda nuestra familia humana”, subrayó Méndez.

Así, dio paso a Greg Walgenbach, director de la oficina de Vida, Paz y Justicia de la Diócesis de Orange para reflexionar sobre la preparación para la Pascua mediante tres palabras: orar, ayudar y dar, y entender la responsabilidad de cada familia católica en responder como pueblo de Dios a las necesidades de todas las personas en otras partes del mundo.

“Una de las palabras claves es solidaridad global”, dijo Walgenbach. “Solidaridad es unidad y caridad para ayudar al mundo entero, preocuparse no solo de sí mismo, sino de todo el prójimo; somos una sola familia humana y algo que le afecta a uno le afecta a alguien más en otra parte del mundo”.

Walgenbach, quien junto con otros líderes cristianos viajó a la frontera con México para visitar a los migrantes de la caravana de centroamericanos se preguntaba “¿Dónde estás Dios, en medio de esta situación? ¿Dónde estás Señor?”.

Miles de personas estaban en un estadio. Eran madres con hijos, jóvenes adultos, familias enteras, y los guardias mexicanos controlaban la entrada. No había ninguna privacidad; la gente caminaba a los baños públicos y entre los donativos de pañales, desodorante, pasta de dientes y otros artículos donados.

¿Quién estaba ayudando a esa gente que huyó de la pobreza o violencia y muerte desatada por las pandillas en Guatemala, Honduras o El Salvador?

“Una señora migrante que era voluntaria organizaba las cosas; ella solamente trataba de ayudar”, recordó Greg. “En ella encontré la respuesta: Dios estaba entre los migrantes. Ellos ayudándose entre sí y haciéndolo de la mejor manera posible en favor de otros que estaban sufriendo”.

Era la imagen de la solidaridad global. Alguien llegado de tan lejos a Tijuana aún tenía el deseo de servir, ayudar y acompañar a sus hermanos en la necesidad.

Esa necesidad de solidaridad fue explicada por el ghanés Thomas Awiapo, quien sobrevivió a la hambruna, gracias al programa “Plato de Arroz” de Catholic Relief Services (CRS).

“Como en las Sagradas Escrituras, yo soy el único ‘leproso’ que regresó a dar las gracias’” (Lucas 17: 11-19), dijo Awiapo. “Mi mensaje es de gratitud por la generosidad del pueblo católico que me dio la esperanza de seguir viviendo, gracias a este pequeño acto de bondad”.

El embajador de CRS contó que visitó recientemente una escuela católica de Estados Unidos fue invitado a almorzar con los estudiantes “y fue increíble comer con 1,500 de ellos; todo fue maravilloso, menos la cantidad de comida que terminó en la basura y los botes estaban llenos. Lloré porque en mi mente recordaba cómo mis tres hermanos y yo nos peleábamos por un poco de comida, y dos murieron a causa de la malnutrición y enfermedad”.

El padre Sergio Ramos, de la iglesia La Purísima de Orange dijo a las familias de Santa Bárbara que si bien no hay ningún ser humano que pueda ser más generoso que Dios y El siempre paga al 100 por ciento la generosidad, ha llegado el tiempo en que quienes se llaman a sí mismos católicos pasen las bendiciones recibidas a nuestros hermanos necesitados de África.

“Cristo curó a 10 leprosos  y solamente uno regresó a dar las gracias, ése es Thomas [Awiapo] una prueba viviente de que Dios tiene un plan para cada uno y la palabra solidaridad ha resonado en cada generación, de modo que bienaventurados aquellos que respondan a alimentar al hambriento y bienaventurados todos los que den de beber al sediento, porque lo estarán haciendo con sus hermanos en Cristo”.