LOS GRUPOS DE APOYO por duelo y los ministros dedicados a la atención por luto satis-facen las necesidades críticas de las familias católicas cada día, pero su trabajo está adquiriendo un nuevo significado e importancia en la crisis de COVID-19.
“Parece que el mundo entero está de duelo en este momento”, observa Lisa J. Nollette, directora de formación en la fe para adultos de la iglesia Nuestra Señora Reina de los Ángeles en Newport Beach.
“Todo el mundo está experimentando algún tipo de pérdida en este momento, y el dolor muestra un rostro sombrío cuando menos lo esperamos”. Nollette, que también es capellán en el Hospital Hoag, dice que perder a un ser querido es complicado. “El dolor es misterioso”, explica.
“Una canción, una frase de un libro, un olor… cualquiera de estos puede hacer que uno vuelva al momento de la pérdida”. En toda la Diócesis de Orange, las parroquias ofrecen a las familias en due-lo apoyo en la planificación del rosario, el funeral y los servicios de sepultura, así como también los remiten a grupos de apoyo, organizaciones de cuidados paliativos, funerarias y consejeros de salud mental.
“Cuando los miembros de la familia llaman a la oficina de nuestra parroquia, arreglan la hora y la fecha del funeral y luego se ponen en contacto conmi-go”, explica Mayrose Forbes, que dirige el grupo de apoyo para personas en duelo de la Iglesia del Espíritu Santo en Fountain Valley.
“Nos reunimos con la familia para revisar el proceso, ayudar-les a seleccionar canciones y lecturas del evangelio, y revisar lo que se debe y no se debe hacer en la diócesis para los servicios”.
Antes de la pandemia del coronavi-rus, el equipo y los familiares se reunían en persona. Ahora las reuniones se real-izan de forma virtual o por teléfono. La pandemia del coronavirus ha complicado el proceso de duelo, recon-oce Becky Lomaka, directora de apoyo por duelo y educación de la iglesia St. John Neumann en Irvine.
“Incluso si una persona no hubiese fallecido a causa de COVID, las per-sonas están aisladas”, señala Lomaka, quien también es directora de apoyo por duelo y educación para la funeraria O’Connor en Laguna Hills. Las parro-quias ofrecen un apoyo comunitario muy necesario para las familias en due-lo, dice, señalando los eventos diocesa-nos y las asociaciones con funerarias, hospitales y otros recursos.
“Lo que he escuchado una y otra vez es que cuando alguien está llorando una pérdida, también hay momentos de alegría en sus vidas”, dice.
“Le hacemos saber que está bien que experimenten momentos de felicidad”. Mientras que el principal propósi-to del grupo de apoyo por duelo es asegurar que los servicios se adhieran a la doctrina y tradición católica, explica Forbes, su deber más importante es es-cuchar.
“Tratamos de quitarles la mayor parte de la carga de la planificación posible”. Los equipos de duelo y los grupos de apoyo al duelo, así como las organi-zaciones de apoyo de cuidados paliativos y hospitalarios, son útiles para quienes necesitan ayuda para identificar cómo es el duelo, cómo procesarlo y ofrecer un lugar seguro para experimentarlo, dice Jeff Frum, vicepresidente senior de ven-tas y marketing del Hospicio Silverado, con sede en Irvine.
Cuando su madre murió reciente-mente, se convirtió en cliente además de empleado. “Llegaron a conocerme a mí y a mi familia y no sólo nos ofrecieron apoyo a través de nuestra comunidad de fe, sino que nos habrían conectado con una si no la tuviéramos”, recuerda Frum
. “Fue útil procesar mis sentimientos con alguien que entiende el dolor. Saber que estaban allí, que se preocupaban, me re-cordó que no estaba solo, y que el dolor es un proceso”.
Incluso los católicos no practicantes encuentran consuelo en los antiguos rituales del rosario, los funerales y los servicios en las tumbas, dice Nollette. Ese consuelo es especialmente crítico durante la pandemia de COVID-19.
“Ha sido un momento difícil para decir adiós, porque muchas veces las per-sonas mueren en hospitales o centros de atención donde no se permite a sus familias, por lo que no pueden decir adiós”, dice.
Además de las bien documentadas etapas de duelo reconocidas por la comunidad de salud mental, muchos de nosotros experimentamos lo que Nol-lette llama “duelo anticipado” al ver a un ser querido moribundo.
“La gente vive el duelo antes de su-frirlo”, señala. “La persona no se ha ido, pero aun así experimenta la pérdida”.Con el coronavirus, el proceso de duelo es complicado, concuerda Linda Gigliotti, una terapeuta de Irvine que sirve como consultora diocesana de salud y bienestar.
“Durante esta época de pandemia que se supone que no debemos estar juntos, por lo que estamos solos”, señala Gigliot-ti. “La muerte de alguien nos hace sentir aún más solos. La gente es más propensa a la depresión y a la soledad.”
Grief Share, una organización nacion-al, ofrece libros de trabajo, videos y otros materiales utilizados en ciclos de 13 semanas, dice Jennifer Dagarag, quien dirige el grupo con sede en la Iglesia de San Ireneo.
“Proporcionamos un entorno seguro para que las personas puedan llorar”, dice Dagarag, que trabaja como en-fermera comunitaria en la parroquia de Cypress. “Les decimos ‘está bien no estar bien’. Proporcionamos un entorno seguro para compartir lo que necesiten compartir, cuando estén listos.”