El amor de la Santísima Virgen María llena el corazón de Ramón Castellón. No es igual que el amor de su esposa Virginia. Su amor por María es mucho más fuerte, tierno, humilde y confortante.
Ese amor de Ramón lo guio para efectuar solitario una peregrinación de 96.7 millas, desde la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en Santa Ana, hasta la Iglesia Católica María Estrella del Mar en Oxnard.
La misión de este hombre de 50 años de edad tuvo dos objetivos: entregar una imagen de la Virgen de Guadalupe a los sacerdotes de la orden de sacerdotes Agustinos Recoletos de Oxnard. También, recaudar fondos económicos para la reconstrucción de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe de Santa Ana.
La mayor parte del santuario original de las calles Tercera y Grand fue destruido por un incendio, en diciembre de 2011. El santuario pasaba por una renovación de $1.2 millones.
el llamado en su corazón
Hace dos años, Ramón se dirigía a comprar rosarios en St. Joseph Catholic Books & Gifts de Anaheim. Este hombre nacido en Santa Ana es un fiel devoto del rezo del Santísimo Rosario.
Pero algo en su interior le hizo voltear la vista hacia la imagen de la Virgen.
“Llévame para tu casa”, son las palabras que se anidaron en su corazón. “¿Acaso la Virgen estaba pidiéndome eso?”.
Ramón estaba ensimismado en aquel pensamiento, cuando el dueño de la tienda le dijo que la imagen era una réplica de la original de la que se encuentra en la Basílica de la Ciudad de México.
“Oye Ramón, la Virgen quiere que te la lleves…” le sugirió el propietario de la tienda.
Pero el costo parecía prohibitivo para él: $1,000.
Llegaron a un acuerdo y este técnico de reparación de postes de energía y alta tensión tendría que pagar el dinero en un plazo de seis meses.
“¿Para qué trajiste ese cuadro?”, le increpó su esposa. “Ya tenemos imágenes de la virgen en casa”.
Meses más tarde, Ramón tuvo claridad. En su corazón sintió que la imagen debía ser entregada a cuatro sacerdotes Agustinos Recoletos que han servido a Dios en su ministerio por muchos años: los padres Ramón Gaitán, Alfredo de Dios, Antonio Palos y José Antonio Arias. En su infancia él había servido como monaguillo a algunos de ellos.
“Con este gesto en mi peregrinación, la Virgen quiere agradecerles a ellos su sacerdocio y decirles que ella siempre los tuvo bajo su protección”, comentó Ramón. “Ella siempre los ha mantenido bajo su protección y amor”.
la peregrinación a oxnard
Así surgió la idea de hacer la caminata. Era muy temprano el pasado 3 de mayo cuando, después de la misa matutina Castellón recibió la bendición de su párroco, Marlon Beof.
Junto con un grupo de feligreses caminaron por las calles de Santa Ana y rezaron el Rosario, hasta llegar a su primera parada en la Iglesia de San José. Ahí, todos se postraron frente al altar. Al concluir sus oraciones, Ramón siguió solo y con su alma en la caminata, hasta llegar el domingo 7 de mayo a Oxnard, cargando en su espalda la imagen que pesaba alrededor de 30 libras.
“Espiritualmente estaba preparado para la peregrinación”, dijo Ramon. “Algunos me creyeron y otros no, pero yo no puedo mentirle a nadie; me confieso seguido y voy a misa todos los días… Lo que hice es algo bonito, pero la Virgen y su Hijo Jesús se encargarán de transformar los corazones de sus hijos”.
Ramon expresó que la Santísima Virgen María, a quien se ha consagrado, vino a visitar a la humanidad en Fátima, en 1917, en un momento en que muchos se habían vuelto olvidadizos de Dios y de su todo amoroso plan para nuestra salvación, y muchos se habían vuelto rebeldes ante la Ley de Dios por la cual él ordena todas las cosas para nuestro bien.
“Nos hemos alejado del amor que nos viene sólo de Dios y hemos caído presa a un egoísmo destructivo del corazón”, mencionó el peregrino. “El más grave mal es que muchos han perdido la esperanza en el amor divino, y, por lo tanto, a dejar de responder al amor divino con el amor puro y desinteresado”.
En su andanza hacia Oxnard, Ramon fue auxiliado por su hijo Ramon Andrés, quien estuvo tres años como monje en un seminario franciscano.
“Juntos él y yo rezamos en el camino el Rosario que me enseñó mi esposa (Virginia)”, indicó Ramon. “Nos sentimos fuertes, bendecidos y humildes porque la Virgen nos acompañó en todo momento y reafirmamos que la familia que reza unida, permanece unida. Su amor llenó nuestros corazones en todo momento”.