El atletismo puede enseñarles a los niños algunas de las lecciones más importantes de la vida, opina Jeff Reinert, entrenador de baloncesto en la secundaria Santa Margarita Catholic High School (SMCHS). En base de su experiencia, los deportes enseñan a los niños sobre la preparación, el trabajo en equipo, la dedicación y cómo organizar el tiempo. Aprenden a competir –a ganar o perder– y amplia los medios para enfrentar cada resultado.
“El deporte es uno de los mejores ambientes de enseñanza para los niños”, señala Reinert. “Los niños que participan en una temporada de deportes tienen un mejor desempeño que cuando están fuera de temporada, porque cuentan con una estructura. Tienen prácticas, levantan pesas, tareas escolares y deben contar con un promedio (GPA) mínimo para poder participar en atletismo. De hecho, he notado que el deporte ayuda enormemente al desempeño académico”.
Un ex alumno de Santa Margarita que podría estar de acuerdo sobre la importancia de las lecciones de vida que ofrece el deporte es Klay Thompson, cuyo número de camiseta de los Eagles fue dado de baja en Rancho Santa Margarita en enero. Thompson, quien ayudó a los Eagles de la secundaria SMCHS a obtener el campeonato estatal de la División III en el 2008, fue seleccionado en la primera ronda para los Golden State Warriors en el 2011, y los ayudó a ganar un título en el 2015.
Los competidores adultos como Thompson saben que las lecciones aprendidas, con gran esfuerzo, en las victorias y derrotas en la cancha, perdurarán más allá de la secundaria y la universidad.
El rigor del entrenamiento físico que se requiere en un deporte pone a prueba los límites de los atletas, explica Bruce Rollinson, entrenador del famoso programa de fútbol de Mater Dei High School. “El cuerpo envía señales de que no podrás lograrlo, cuestiona el por qué estás haciendo esto, y te pones a prueba hasta el límite”, dice Rollinson, quien fue seleccionado recientemente como el “Entrenador nacional del fútbol de secundaria del año 2017” por la Asociación nacional de entrenadores de secundaria. “Uno tiene que aprender a sobreponerse a esos retos, y cuando lo logra, obtiene la satisfacción de alcanzar la meta”.
Los atletas sacan provecho de esa mentalidad para dominar sus posiciones y técnicas, para después, competir a gran velocidad, algunas veces, frente a miles de personas, explica Rollinson. “Les brinda una sensación de gran satisfacción al escuchar a la multitud y la emoción de anotar un gol o lograr bloquear a alguien, y como individuos, les ayuda con su autoestima”.
Sin embargo, incluso el atleta más talentoso sabe que no podrá ganar el juego solo, señala. “En el deporte, el atleta depende del hombre o la mujer del lado que sea capaz de exceder o sobresalir con las capacidades que Dios le otorgó. Cuando todo empieza a encajar, la satisfacción y el júbilo se convierten en sensaciones maravillosas que pueden ser compartidas”.
A medida que la vida presenta nuevos desafíos, los deportistas comprenden, debido a su experiencia, que deben evaluar su desempeño para evitar fracasos en el futuro. “La vida es una lucha constante; no nos rendimos en el primer fracaso”, dice Rollinson.
“Realmente creo que si cualquier persona puede aplicar lo que aprendió al practicar deportes –la ética del trabajo arduo, la determinación, el coraje y la resistencia física, todas esas cosas– que ayudan en el camino hacia el éxito”.
Cuando se trata de deportes, incluso el papa Francisco entiende que las habilidades deportivas y la competencia nos emocionan y desafían. Al dar un discurso en octubre, señaló: “Los deportes son una actividad humana de gran valor, capaz de enriquecer la vida de las personas”.
Y continuó: “En lo que se refiere a la Iglesia Católica, trabajamos en el deporte de llevar la alegría del Evangelio, el amor inclusivo e incondicional de Dios para todos los seres humanos”.