CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El papa Francisco ha nombrado como nuevo arzobispo de La Habana al arzobispo Juan García Rodríguez, quien calladamente ha ayudado a reedificar la iglesia cubana física y espiritualmente.
Él es sucesor del cardenal Jaime Ortega Alamino, de 79 años de edad, cuya jubilación fue aceptada por el papa el mismo día. El Vaticano hizo los anuncios el 26 de abril.
El nativo de Camagüey de 67 años de edad ha sido descrito como un obispo al estilo del papa Francisco. Conocido por su espíritu misionero y como un hombre de oración, él tiene la habilidad de permanecer tranquilo en medio de cualquier tormenta.
Él estaba entre los funcionarios eclesiásticos cubanos que trabajaron ayudando a los cientos de miles de cubanos que perdieron sus casas y pertenencias durante uno los peores desastres naturales en la historia reciente del país, el huracán Ike del 2008.
En aquel momento el arzobispo García era presidente de la conferencia episcopal cubana, pero fue visto en la escena cargando sacos de frijoles, arroz y pasta de guayaba para llevárselos a la gente de la provincia Pinar del Río, que había sido impactada fuertemente por el huracán.
Él encontró maneras de catequizar Cuba después de casi 50 años en que la práctica fue disuadida por el gobierno comunista. Fondos provenientes de católicos estadounidenses ayudaron a apoyar proyectos en toda Cuba, incluyendo trabajo por el arzobispo García, quien reclutó abuelos — quienes se criaron en tiempos en que eran enseñados sobre la iglesia — para ayudar a educar a sus nietos sobre el credo.
En el 2009 él le dijo a visitantes que los abuelos enseñándole a la generación más joven había sido un sistema eficaz de catequesis “porque ellos recuerdan. Entonces los niños le ayudan a sus padres”, cuya generación no tuvo educación religiosa durante el periodo más restrictivo del gobierno.
Él dijo que esfuerzos tan simples como presentar películas y programas televisivos con temas religiosos también son herramientas útiles para la catequesis.
En el 2008 el arzobispo García le pidió al papa Benedicto XVI que visitara Cuba en el 2012, lo cual hizo, para ayudar a celebrar el aniversario 400 de la devoción cubana por Nuestra Señora de la Caridad.
“A pesar de muchos años de silencio sobre Dios, en Cuba hay sed religiosa y una devoción siempre creciente, especialmente a Nuestra Señora de la Caridad, santa patrona del país”, dijo el arzobispo García en entrevista con el periódico del Vaticano en el 2008.
Una nueva era de evangelización ha comenzado entre los niños cubanos y grupos de adolescentes y adultos jóvenes están “viviendo los mandamientos y las bienaventuranzas a pesar de ser mofados y marginados”, el dijo al periódico.
El arzobispo García dijo que los obispos cubanos querían que el papa Benedicto fuera testigo “de nuestro sano orgullo por las personas que se han mantenido fieles a Cristo y a su iglesia a través de los largos años en que fueron criticados” por creer.
“La iglesia cubana es un rebaño pequeño y frágil. Pero a la vez es hermoso, abierto, servidor, alegre y feliz de vivir su fe y proclamarla”, dijo el arzobispo.
“En nuestras iglesias uno encuentra católicos y católicos potenciales, personas que siguen religiones populares y creyentes sincréticos, así como diversas opiniones políticas”, él dijo. “La iglesia los acoge como una madre y los guía por el camino hacia Jesucristo, el príncipe de la paz y maestro de la verdad”.
El arzobispo García dijo que la Iglesia Católica de Cuba sufre una grave carencia de sacerdotes; al momento en que habló la nación tenía 11 millones de residentes pero solamente 340 sacerdotes.
“Está claro que la cosecha es abundante pero los trabajadores son pocos”, él dijo. “No obstante, la sed de Dios continúa creciendo”.
El arzobispo García también dijo que desde fines de la década de 1980, cuando el gobierno comenzó a permitir que trabajadores pastorales visitaran presos, el ministerio carcelario de la iglesia ha crecido enormemente”.
Durante la visita “ad limina” de los obispos cubanos a Roma en el 2008, él le dijo al papa Benedicto: “En este momento en Cuba hay rumores de cambios, los cuales el pueblo y la iglesia acogen con gran esperanza”.
“Le pedimos a la Virgen de la Caridad que estos cambios hagan de Cuba una tierra más fraternal y pacífica, guiada por los principios del bien común, la subsidiariedad, la participación y la solidaridad y por los valores fundamentales de la verdad, la caridad, la justicia y la libertad”, él dijo.
Nacido en Camagüey en 1948, él fue ordenado en sus diócesis hogar en 1972 y sirvió en varias parroquias allí. Él también fue fundador y director de una escuela de misioneros en la arquidiócesis.
Él fue nombrado obispo auxiliar de Camagüey en 1997 y elevado a arzobispo en el 2002. Él sirvió como presidente de la conferencia de obispos cubanos y representó a Cuba en la reunión de los obispos latinoamericanos y caribeños en Aparecida, Brasil, en el 2007.
El cardenal Ortega sirvió como arzobispo de La Habana desde 1981, periodo que vio aperturas bajo el gobierno comunista. Él fue anfitrión de los papas Benedicto, Juan Pablo y Francisco durante sus visitas a Cuba. Bajo su liderato la iglesia trabajó silenciosamente para proveerle servicios sociales a los cubanos afectados por el embargo económico estadounidense a Cuba que ha durado más de 50 años y el cardenal trabajó para ayudar a descongelar las frías relaciones entre los dos países.