Tengo almacenada de forma segura una pequeña botella de agua bendita, junto a los huevos en mi refrigerador para que no se caiga y se derrame. Ha estado allí por años. Con letra manuscrita de mi padre, en la etiqueta pegada al agua bendita se lee: “Agua bendita de Lourdes”. Encuentro consuelo sabiendo que está ahí, aunque la que hemos tenido durante tanto tiempo que nadie en nuestra familia recuerda cómo llegó a nuestras manos.
A través de los años la he usado con mucha moderación el agua bendita porque, después de todo, es santa. La vez que me llamaron de nuevo a la consulta del médico para una segunda mamografía, utilicé el agua bendita para hacer la señal de la cruz. Cuando nuestro hijo mayor tenía una fiebre muy alta, la utilicé para bendecirlo, orando para desapareciera su fiebre. Y para aquellos momentos peticiones serias de oración, o cuando sentía que necesitaba fortaleza para saber que Dios estaba cerca de mí, mojé mi dedo en la pequeña botella de agua bendita e hice la señal de la cruz sobre mi propia frente en una bendición privada.
Mis padres siempre tuvieron una pequeña botellita de agua bendita en su refrigerador. Recuerdo a mi madre usándola una o dos veces y recuerdo como un sentimiento infantil la “suerte” de que la hayamos tenido.
Durante una de nuestras reuniones editoriales, en donde nuestro equipo reúne para planificar lo que vamos a escribir para los próximos números, sugerí “agua bendita” como una idea para una historia. Eso dio lugar a una característica maravillosa, escrita por el ex editor Patrick Mott, sobre por qué el agua bendita es una parte tan importante de nuestra fe. (Se puede encontrar en www.occatholic.com y buscarla con las palabras clave “Agua Bendita”)
Mott escribió: “A lo largo de la historia del cristianismo, el agua bendita ha sido uno de los símbolos más potentes, visibles y fácilmente accesibles de la fe …. Para los católicos, el agua bendita es gua bendecida por un sacerdote y es conocida como un signo “sacramental”, algo sagrado que tiene semejanza con los sacramentos”.
Es por eso que no quiero volver a estar sin el agua bendita y me preocupó cuando me di cuenta de que sólo tenía guardada un poco, apenas la suficiente para unas cuantas bendiciones más. Empecé a pensar en dónde encontraría mi próximo suministro de agua bendita. No tengo planes de viajar a Lourdes y me preguntaba … ¿Mi próxima botella de agua bendita sería igual de “santa”?
Una respuesta a esa oración. Mi hermano y su esposa regresaron de un viaje reciente a Roma con el regalo perfecto para mí: ¡Una botella de agua bendita directamente de la fuente de la Basílica de San Antonio de Padua!
Mi hermano dijo que el agua no la adquirió en una tienda de recuerdos, sino que había pedido al sacerdote de la basílica, que si se podía obtener agua bendita. El sacerdote llevó a mi hermano y a mi cunada a la sacristía de la basílica de donde se sacó la botella de entre un gabinete de madera y que la había sido guardado después de bendecirla.
La botella viajó todo el camino de Roma y ahora está almacenada de forma segura en mi refrigerador… justo al lado de los huevos.