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“JESÚS NO ES UN CONCEPTO O UNA FILOSOFÍA”

FELIGRESES EN ST. VINCENT DE PAUL ESTUDIARON EL CURSO ALPHA Y APRENDIERON A CAMINAR EN LOS CAMINOS DEL SEÑOR

By JORGE LUIS MACÍAS     7/5/2017

Como cristianos, todos estamos llamados a proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo.

Así lo aprendieron centenares de feligreses hispanos de la Iglesia St. Vicent de Paul en Huntington Beach, gracias al curso Alpha que tuvo una duración de 10 semanas, entre marzo y mayo.

El curso Alpha introdujo a la gente a Jesús y le ayudó a crecer en la fe, y ensenó que Jesús no es un concepto, una filosofía o un paradigma, sino el Jesús vivo y resucitado.

Aprendieron que entre el curso Alpha y la misión continental de evangelización hay aspectos de convergencia: la centralidad del neocatecumenado como punto de partida, la experiencia comunitaria, la prioridad de regresar a los alejados, el protagonismo del Espíritu Santo, la fundamentación en la Palabra de Dios y el elemento de renovación en la parroquia local.

“El curso Alpha crea un ambiente y la oportunidad para un encuentro con la persona de Jesucristo”, dijo Patricia Ledezma, Directora de Vida Parroquial en St. Vincent de Paul. “Alpha es una serie de sesiones interactivas que exploran libremente los fundamentos de la fe cristiana; Jesucristo no es un concepto, una filosofía o un paradigma”.

El curso Alpha es una respuesta al llamado de la misión continental de evangelización, como discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida y acepten su Palabra: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida” (Juan 16,4).

el curso alpha en la iglesia católica

“Alpha es como una llave para abrir el corazón de la persona llamada Jesús”, dijo Magaly Bernal, Directora de Formación en la Fe en St. Vincent de Paul. “Alpha es el encanto de la persona de Jesús, es fe, es compartir el evangelio entre sus amigos”

Bernal basó su mensaje en el numeral 30 del Documento de Aparecida (Brasil 2007) que señala: “Por esto, nosotros, como discípulos de Jesús y misioneros queremos y debemos proclamar el Evangelio, que es Cristo mismo”.

El Documento de Aparecida surgió de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurado el 13 de mayo de 2007 por el entonces Papa Benedicto XVI.

“Este curso ha despertado [en los feligreses] la curiosidad por saber más de su religión de los que ya son Católicos y en los que no, les ha despertado saber que Jesucristo no ha pasado de moda”, dijo el padre Sergio Ramos. “Ayuda a los que vinieron por primera vez y que no eran Católicos ni leían la Biblia y los hizo cuestionar su propia existencia; este acercamiento nuevo de lo que es la Iglesia les ha entusiasmado porque sin miedo hacen toda clase de preguntas sin pensar que nadie es ignorante”.

Para cada asistente el curso Alpha se abrió como una ventana para poder continuar en su búsqueda personal de Dios o como familia del mismo rebaño y un solo pastor, Jesucristo, ayudándose mutuamente como amigos y parroquianos en las respuestas.

Era el kerigma, Cristo que está resucitado; Aquél que tiene una respuesta a nuestros sufrimientos.

“Más que nada, yo busco conocer la fe en Dios, conocerlo a Él, saber porque estoy aquí, en este mundo”, dijo Wendy Pavia, de Fountain Valley. “Quiero entender cuál es el propósito de la vida, quiero saber quién es Dios y tener esa conexión de fe con Él; tengo hambre de conocerlo, no sólo venir a misa cada domingo”.

“sólo soy la mitad de un hombre”

Gerardo Holguín, de 35 años de edad expresó que antes de acercarse a la Iglesia Católica era agnóstico, es decir, creía que lo divino no es accesible al entendimiento de las personas humanas, y cuando las coas le iban mal en la vida se consideraba “ateo”.

“Decidí venir a la Iglesia y comencé en la época de Adviento; no sabía qué era eso y después me bauticé, hice mi primera comunión y mi confirmación”, relató Gerardo. “Entré a un estudio de la Biblia y no he dejado de estudiar el Catecismo; me sentí atraído por la Misa y, aunque no sé lo que busco, ahora sé que Dios es quien me andaba buscando siempre”.

Gerardo recordó que en su casa todos sus familiares iban a Misa, hasta que un día le dijo a su madre que ya no quería ir y ella aprobó su decisión. Por muchos años estuvo alejado. En su vida no tenía ninguna base espiritual ni religiosa.

“Todavía no sé en qué momento se reza el Padre Nuestro durante la Misa”, reconoció. “Estoy aprendiendo, pero me siento como si fuera la mitad de un hombre”.