Local

JESÚS TIENE SED DE ALMAS

SÓLO HAY UNA TRISTEZA, Y ES LA DE NO SER SANTOS RECUERDA LA PREDICADORA ARGELIA GAYTÁN

By JORGE LUIS MACÍAS     10/29/2019

Dos jóvenes agnósticos hicieron un acto. Si al cabo de un año no le encontraban sentido a la vida, se suicidarían. Eran muy inteligentes, pero su vida no tenía sentido.

La tristeza de ellos y la que el hombre de hoy arrastra por el mundo es porque no ha escuchado el llamado que Dios le está haciendo.

Así lo afirma la predicadora Argelia Gaytán, integrante de la asociación Jóvenes para Cristo de Chicago.

“¿Qué tristeza tienes que te impide escuchar el llamado de Dios?”, preguntó.

Como respuesta, ella acudió a la frase del poeta y novelista francés León Bloy: “Sólo hay una tristeza, y es la de no ser santos”.

En su libre albedrío, el ser humano tiene el derecho de contestar o no a la llamada de un vendedor o de telemercadeo y colgar. También, puede seguir o no la indicación de un médico que ha descubierto la diabetes y recomienda al paciente un nuevo estilo de vida para cuidar la salud. Vivir más tiempo o morir más pronto será una decisión personal”.

“Yo estaba al borde de la diabetes; mi tía y varios familiares murieron de diabetes; yo no quiero ser como ellos”, dijo la predicadora. “Si no entendemos que tenemos un problema, es difícil responder y por ello, en el campo espiritual no entenderemos el significado de la santidad”.

Quien recibe un llamado de Dios, que responda. En su juventud, Argelia discernía si su llamado era la vida religiosa o el matrimonio. Su llamado, como al profeta Samuel “Habla, Señor, que tu siervo escucha (1Samuel 3, 1-10. 19-21) fue contraer nupcias. Y Dios le ayudó siempre a mantener la disposición de escuchar Su Palabra.

La señal para luchar por la santidad le llegó un Viernes Santo, durante la reflexión de las Siete Palabras de Jesús en la cruz: Una de ellas “Tengo sed”.

“Dios me decía al corazón “Tengo sed…no de agua sino de almas”, reveló. “Mi respuesta fue, sí yo quiero calmar tu sed; quiero llevarte almas porque no puedo pagarte lo que hiciste por mí; lo único que puedo hacer por ti es traerte almas”.

Aconsejó que la respuesta más sencilla para alcanzar la santidad la ofrece Santa Teresa de Calcuta: “El primer paso hacia la santidad es querer serlo”.

Una anécdota narra que una hermana del gran teólogo Santo Tomás de Aquino (+ 1274) le escribió una carta para que le preparara un tratado sobre la santidad.

Preguntaba: “Te ruego me digas que debo hacer para ser santa”. Ella esperaba un libro, pero solo le llegó una carta donde encontró solo una palabra escrita en el papel blanco: querer.

De esta respuesta, se escribió un poema:

Para llegar a ser santo,

Tres cosas son menester.

Santo Tomás dio en el blanco:

Querer, querer y querer.

“¡Primero, hay que querer la santidad y segundo, conocer a Cristo, confiarle a él toda la vida!”, exclamó la conferencista “En la medida que confiamos en Jesús aumenta la confianza para el tercer paso que es amar a Dios”. Ella lo hizo.

Argelia testimonió que a la edad de 13 años dejó de saber su padre. Vio como él abandonó su hogar por otra familia Nunca más supo de él. Le costaba entender la situación y más porque su propia madre que le decía “tenemos que dejarnos amar por Dios, dejar que él nos ‘apapache’, porque Él nos ama por encima de todas las cosas”.

Hoy, Argelia tiene la certeza absoluta que su único padre es Dios, a quien le da toda la gloria y alabanza.

“No podemos ser egoístas con el amor que Dios nos da”, dijo. “Nuestro siguiente paso hacia la santidad es amar a todos los hermanos sin límites”.

Tal como lo escribió Santa Faustina Kowalska en el Diario de la Divina Misericordia, numeral 1779, en la última conversación que tuvo con el Señor, al final de los ejercicios espirituales.

“Te agradezco, Amor eterno, por Tu inconcebible benevolencia para mí, por ocuparte Tú Mismo directamente de Mi santificación. Hija Mía, que te adornen especialmente tres virtudes; humildad, pureza de intención [y] amor. No hagas nada más, sino lo que exijo de ti y acepta todo lo que te dé Mi mano. Procura vivir en el recogimiento para oír Mi voz que es tan bajita que solo la pueden oír las almas recogidas”.

Por lo anterior, de cara a su experiencia personal y a la historia de los dos chicos agnósticos que querían suicidarse, concluyó con una frase de San Francisco de Sales: “La santidad consiste en estar siempre alegres”.