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LA IGLESIA TIENE QUE SER LA VOZ PROFÉTICA DE LOS INMIGRANTES

“JESÚS ES EL QUE NOS DA LA SABIDURÍA Y EL QUE NOS MUESTRA EL CAMINO A SEGUIR”, DIJO EL REVERENDO ARTURO CEPEDA, OBISPO AUXILIAR DE LA ARQUIDIÓCESIS DE DETROIT

By JORGE LUIS MACÍAS     5/18/2017

Nosotros como Iglesia tenemos que reconocer que frente al reto de la inmigración global en el mundo estamos hablando de personas”, reflexionó el Obispo Auxiliar de la Diócesis de Detroit, Michigan, Arturo Cepeda, en ocasión de la 49º Convocatoria Nacional Anual de Sacerdotes celebrada en Anaheim.

“Tenemos que ser una voz profética para nuestra gente, para los que no tienen voz”, dijo el Obispo nacido en San Luis Potosí, México. “También, tenemos que ser fieles a conciencia de que nuestra Iglesia es una Iglesia de inmigrantes en Estados Unidos”.

La respuesta de Cepeda se produjo después de la conferencia sobre inmigración de Kevin Appleby, Director Principal de Política de Migración Internacional del Centro de Estudios sobre Migración y la Red Internacional de Migración Scalabrini frente a decenas de miembros de la Federación Nacional de Consejos de Sacerdotes (NFPC).

“Los Católicos de Estados Unidos respaldan a los inmigrantes”, dijo Appleby, ante los representantes de más de 40 diócesis del país que hicieron eco del llamado insistente del Papa Francisco para atender las necesidades de los más vulnerables, entre ellos, los pobres y los inmigrantes. “El sistema migratorio está roto y necesita ser arreglado; no se va a convencer a todos [que es necesaria una reforma migratoria], pero sí convencer a los que están en medio [del debate]”.

De hecho, en su homilía durante la misa de vigilia antes del Domingo de Resurrección, el Vicario de Cristo en la tierra recordó a todos aquellos que son víctimas de las “tantas injusticias inhumanas” y que “ven crucificada su dignidad”.

Además, el Papa recordó el sufrimiento de María, la madre de Jesucristo, y de María Magdalena, cuando acudieron a su tumba tras la crucifixión.

“En sus caras podemos ver reflejados a todos los que, caminando por las calles de nuestras ciudades, sienten el dolor de la pobreza, la pena nacida de la explotación y el tráfico de personas”, lamentó el Vicario de Cristo, para quien los rostros de esas mujeres son los rostros de los que son recibidos con desdén “porque son inmigrantes, privados de país, casa y familia”.

 

Refugiados en detroit, michigan y el miedo de los inmigrantes

El Obispo Cepeda, quien fungió como enlace episcopal de la conferencia en Anaheim y es Vicario Episcopal del Ministerio Hispano en la Arquidiócesis de Detroit, dijo que el tema migratorio lo manejan por medio de Caridades Católicas, con enlaces en las oficinas de inmigración y asociaciones de abogacía por los inmigrantes y refugiados.

“Tenemos un buen número de refugiados”, dijo. “La población musulmana más grande de refugiados está en Detroit”.

En efecto, el año pasado 96.874 refugiados entraron a Estados Unidos y el 5% de esos refugiados — 5,039 personas se asentaron en Michigan. Refugiados de Siria e Irak componen el 59% de la población de refugiados en dicho estado, según datos del Departamento de Estado.

El prelado indicó que el miedo a la deportación e incertidumbre que vive, sobre todo la población hispana indocumentada en Estados Unidos es precisamente “porque no sabemos hasta qué punto es capaz nuestro presidente de hacer efectivo [por] lo que está abogando [deportación masiva de 11 millones de personas]… Eso crea miedo en nuestra comunidad y nuestras familias”.

“Los jóvenes que están en el programa DACA [aquellos que fueron traídos en la infancia a Estados Unidos] tienen miedo de saber que sus padres pueden ser deportados”, añadió. “Y estamos hablando de niños que nacieron aquí; su temor el real y eso es un reto para nuestra Iglesia. Estamos llamados a ser la voz de los que no tienen voz”.

Por su parte, el padre colombiano Fabián Moncada, de la Diócesis de St. Paul, en Minneapolis, Minnesota consideró que la migración es un tema social que implica un drama global de exclusión, segregación y discriminación.

“Es el resultado de un proceso de corrupción en los gobiernos y que ha generado el enriquecimiento de unos pocos, en detrimento de las condiciones vitales de muchos”, dijo. “Es un tema político, porque se juega de acuerdo a los tiempos electorales; es un tema mórbido y manoseado por los políticos, cuyo único objetivo es aprovechar el momento en beneficio personal”.

Destacó que el sentimiento de incertidumbre y el temor está fundamentado como “el gran demonio que se llama desinformación”.

“Nadie se puede mover con miedo; el miedo intimida y paraliza”, afirmó. “Aunque no sepamos qué va a pasar en el futuro, el hecho de sentirlo nos atemoriza, nos inhibe, nos limita y nos paraliza”.

Subrayó que el papel de la Iglesia no es solamente informar a la gente a ver la realidad sin juzgarla, y en el camino a seguir, describir dicha realidad sin condenarla; actuar para ser libres, construir no solamente puentes de diálogo, sino acciones concretas de beneficio común.