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‘LA MESA DE NUESTRO PADRE’

AMADOS POR DIOS Y POR EL PRÓJIMO LOS INDIGENTES QUE HAN MUERTO EN LAS CALLES Y QUIENES SOBREVIVEN SON PREOCUPACIÓN PARA GINA SERIEL EN “OUR FATHER’S TABLE”

By JORGE LUIS MACÍAS     3/7/2019

Ningún sser humano debería morir en las calles del condado más rico del país si cada persona de la sociedad hiciera algo por los desamparados. 

En 2018, en el condado de Orange fallecieron 240 indigentes por falta de un hogar.

“La falta de vivienda es un tema muy complejo y también lo son las causas de la muerte”, dice Gina Seriel, fundadora y directora ejecutiva de Our Father’s Table (OFT/La Mesa de Nuestro Padre), una organización caritativa sin fines de lucro de San Juan Capistrano.

Gina afirma que también es importante tener en cuenta el promedio de vida de una persona que no tiene hogar es mucho más corto, a diferencia de quienes no viven en las calles.

La lista de 235 nombres dada a conocer la oficina del médico forense del condado de Orange en 2018  no es completa. No todos los nombres de los desamparados difuntos aparecen allí.

“La mayoría de mis amigos que han fallecido y que experimentaron la falta de vivienda no estaban en la lista; [algunos] fallecieron en el hospital, o en un hospicio, etc.”, dice Gina. “Cada año tenemos nombres que se añaden”.

Eran hombres y mujeres que una vez vivieron en campamentos a lo largo del lecho del río de Santa Ana. Fueron obligados a mudarse. Los supervisores del condado aprobaron colocar inmensas piedras, a modo que no tuvieran donde colocar sus objetos personales.

Sin embargo, para esta buena samaritana, el enfoque correcto al problema de los indigentes para ayudarles a volver a una vida normal requiere de esfuerzos de alcance y abogacía en la misma calle: “Dar una mano, no una limosna”.

“Nuestro ministerio de alcance ‘ángeles de la calle’ es el puente entre hombres, mujeres y niños sin hogar y las agencias locales de asistencia para personas sin hogar.”, indica. “Literalmente ‘peinamos las calles’ recorriendo los pasajes subterráneos y callejones para encontrarlos y ayudarles”.

Una vez que se establece una conexión y se forma una relación, evalúan la situación y las necesidades individuales para que coincidan con las ofertas de servicios de las agencias de asistencia locales. 

“Nos preocupamos por ellos y por su bienestar”, afirma Gina. “Somos los amigos que rezaremos con ellos y por ellos. Ellos son amados por Dios, y por nosotros”.

En OFT se conecta a los desamparados con agencias locales, refugios temporales, viviendas de transición, asesoría de vivienda, programas de habilidades laborales, bancos de alimentos, duchas, comidas calientes, atención médica, asistencia a veteranos, atención de salud mental, alcohol y drogas, etc. 

El ministerio de Our Father’s Table está enmarcado en la parábola del Buen Samaritano. Sin duda, representa el “por qué” de su misión. 

Y es que, detrás del nombre “La Mesa de Nuestro Padre” hay un significado muy profundo. Dichas palabras hacen referencia a nuestro Padre celestial y a Robert Evelio Seriel, su padre terrenal.

“Le supliqué a Dios que me diera el nombre que Él quería”,  recuerda. “Este ministerio es suyo y no mío. Comprendí el respeto y honra a Dios que está trabajando a través de mí”,

Señala que en el 2000, estaba de vacaciones familiares con su papá, su madrastra y su esposo (en ese momento). Estaban sentados en un café al aire libre en Atenas, Grecia cuando su comida estaba llegando a la mesa.

Desde el rincón del patio se acercó un hombre indigente.

“Nunca olvidaré la cara de aquel hombre o lo que hizo mi padre. Estaba desgastado, la piel de color marrón oscuro de las horas pasadas bajo el sol implacable. Le afeitaron la cabeza y tenía un corte muy grande que se había cerrado con grapas. Por sus ojos, podías decir que algo no estaba bien. 

Estaba cubierto de tierra y sus ropas estaban desgastadas como su piel. Extendió sus manos hacia la comida de mi papá y gruñó”. 

Su padre miró al hombre y con sus manos le pidió que esperara. Le indicó al camarero que le trajera un contenedor para llevar la comida; la vació y se la dio al hombre. Aquel  hombre estaba muy agradecido y no dijo nada. Se apresuró a alejarse. El padre de Gina ordenó su comida otra vez. 

“Podría preguntarme, ¿Por qué se quedó conmigo la reacción instintiva de mi padre hacia este extraño que tenía hambre y obviamente estaba enfermo y que necesitaba comida y amabilidad?”, reflexionó. “No lo juzgó, no buscó en su bolsillo para darle dinero para comprar comida; le dio la comida de su plato. Quería que el nombre honrara a mi Padre Celestial y a mi padre terrenal”.

Así nació “La Mesa de Nuestro
Padre”.