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LA VIDA CRISTIANA NO SE PUEDE VIVIR SIN EL ESPÍRITU SANTO

“ES IMPORTANTE SABER QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO”, AFIRMA EL PADRE ISMAEL ROBLES

By JORGE LUIS MACÍAS     11/30/2018

Quién es el Espíritu Santo?”, preguntó el padre Ismael Robles, vicario parroquial de la Iglesia San Juan Bautista de Baldwin Park a miles de creyentes que acudieron a la convención anual de la Renovación Carismática del Sur de California (SCRC), en el Centro de Convenciones de Anaheim, en septiembre.

“A través de la Renovación Carismática Católica el Espíritu Santo nos da vida”, dijo el sacerdote. “Unos dicen que es fuego, otros, que es como una ráfaga de viento, que es como un manantial de agua viva o una palomita que descendió del cielo”.

Dio a conocer que más allá de estos títulos, hay algo más profundo: el Espíritu Santo es el paráclito, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Es una persona. Es Dios mismo que quiere tener una relación inseparable con las personas.

Y añadió: “Por alguna razón, en la Escritura se ha usado que el Espíritu Santo es como una ráfaga de viento que no se sabe de dónde viene ni a dónde va, y quiere guiarnos a la presencia de Dios.

“El Espíritu Santo siempre está creciendo y muchos nos quedamos con él como un símbolo, o pensamos que es una palomita bonita’, dijo. “Pensamos solo en lo exterior y nos estamos apartando de la interpretación que nos puede ayudar a conocerlo más y abrirnos aún más a su gracia”.

Aludió que en su segunda carta a los Corintios (2 Co 13: 13) San Pablo usa la frase: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”.

“¿Se dan cuenta de cómo brota inevitablemente la gracia de Nuestro Señor?”, preguntó. “Él quiere entregarnos a cada uno de nosotros el mayor regalo que podría dar, y ese regalo es nada más y nada menos que Él mismo”.

Y el sacerdote hizo una oración: “Oh Jesús, ven, te necesito en mi vida. Con tu gracia me basta. ¡Oh amor de Dios tan maravilloso que puedo experimentar, eres lo máximo y por tu amor estamos aquí!; pero cuando hablamos del Espíritu Santo nos preguntamos: ¿Quién es Él? ¿Cómo es estar en comunión y en relación de compañerismo con el Espíritu Santo, cómo conocerlo aún más, estar en comunión con Él e interactuar más con Él?

Dijo que en la Escritura, se ve que los apóstoles interactuaban con el Espíritu Santo de una forma específica cuando visitaban algún país o una región; preguntaban al Espíritu Santo por el lugar a donde se deben dirigir, y es el mismo espíritu quien guía a la Iglesia y nuestras decisiones, es decir, Dios mismo.

Cuando Jesucristo vino al mundo a través del vientre de nuestra Madre Santísima, la Virgen María, nos enseñó que Él es el camino, la verdad y la vida. Entregó su vida por nuestra salvación y hubo un día especial cuando el Espíritu Santo descendió de una forma particular en el día de Pentecostés.

“Antes de ello, la Iglesia estaba presente, pero aquel grupo de personas que recibieron al Espíritu Santo no sabían qué hacer; todos habían sido tocados, sanados y liberados por Jesús, tenían miedo y sabían que Dios era real, pero cuando desciende el Espíritu Santo la Iglesia es activa y recupera la vida”.

El apóstol Pedro, que antes había negado a Jesús y se arrepintió, salió de ese cuarto y reconoció que el Hijo de Dios había resucitado porque era el Espíritu Santo quien lo había guiado, y ese mismo poder de lo alto es el que guiaba a Pablo para que ayudara que la Iglesia continuara después de la muerte de Cristo, hasta el presente.

“Hermano, recibe al Espíritu Santo; considera la perspectiva de poder relacionarte con Él; conócelo más”, expresó el padre Robles. “Muchas veces nos enfocamos más en los carismas, en los regalos que recibimos, pero nos olvidamos de aquél que nos da los regalos”.

Añadió que es correcto pedirle al Espíritu Santo los dones de sanación, profecía, de lenguas, etc., pero es necesario conocerlo a Él, conocer a la persona del Espíritu Santo, porque una cosa es llenarse de Él –que es necesario para la vida de todo cristiano– y otra muy diferente es permanecer en él.

“La vida cristiana no se puede vivir sin el Espíritu Santo”, dijo. “Hay que acudir constantemente a ese manantial de agua viva; no podemos decir que tuvimos un bautizo en el Espíritu Santo en un día de 1980 o 1999; en aquel día comenzó algo especial en nuestra relación con Dios, pero es necesario renovarnos cada día y llenarnos del Espíritu Santo… pero como dice San Pablo: Permanecer en el Espíritu Santo”.