La fiesta de la Sagrada Familia se conmemora cada año, el 6 de enero, y se celebra el domingo dentro de la Octava de Navidad en honor a San José, la Virgen María y el Niño Jesús. Más allá del reconocimiento formal de los primeros años de Jesús, la fiesta de la Sagrada Familia muestra la importancia perpetua de la familia.
La Familia Santa perdura como el modelo para nuestras propias familias a vivir la vida de la Iglesia todos los días y en todas partes. Michael P. Donaldson, director de la Oficina Pastoral del cuidado de las familias en todas las etapas, señaló que la reflexión sobre el papel de padre, madre e hijo desde una perspectiva espiritual, puede ayudarnos a entender nuestro propio papel en la familia.
“Todas las familias están llamadas a trabajar con lo que se les ha brindado, los retos y las alegrías”, explica Donaldson. “San José fue llamado a aceptar el hecho de que su esposa estaba embarazada. María fue llamada a aceptar su papel como la Madre de Dios. Jesús mostró a la humanidad la importancia de las familias por haber nacido en una familia. De hecho, el Concilio Vaticano II llama a la familia “la primera y la célula más vital de la sociedad”.
Mientras que la simplicidad y devoción de la Sagrada Familia pueden parecer separadas de la vida cristiana moderna, al contemplar a San José, María y Jesús continúan siendo modelos a seguir, escribe Mike Sullivan en la edición de diciembre del 2006 de la revista Catholic Answers. “Estamos llamados a estar en el mundo, sin ser del mundo. Si seguimos el ejemplo de la Sagrada Familia para nuestras familias, no solo aprenderemos a vivir una vida santa, pero, además, empezaremos a cambiar la cultura en la que vivimos”.
Es entonces cuando nuestras propias familias pueden convertirse en el santuario que buscamos de la prisa y el ajetreo de la vida diaria. En el estudio de las lecciones que nos enseña la Sagrada Familia, llegamos a reconocer las virtudes que nos fortalecen como individuos, como miembros de la familia, y como ciudadanos del mundo, incluyendo las virtudes de lealtad, obediencia, fidelidad y amor incondicional.
Donaldson señala que nuestro mundo no honra el sacrificio y los valores, y en lugar, premia la comodidad y la satisfacción inmediata. Sin embargo, la Sagrada Familia son un ejemplo de generosidad. Añadió que el papa Juan Pablo II dijo: “Para mantener una familia feliz se requiere mucho de los padres y los hijos. Cada miembro de la familia debe convertirse, de manera especial, en un servidor de los demás”.
De hecho, el mensaje de la Sagrada Familia es que las familias continúen siendo la célula principal de la sociedad y la Iglesia, enfatizó Donaldson. “Si las familias se fragmentan, nuestra sociedad estará fragmentada. Es dentro del contexto de la familia que se les enseña a los niños las virtudes, responsabilidades personales y el respeto por los demás”.
San José mostró su devoción a María al colocar a un lado sus necesidades y miedos, y comprometerse con María y Jesús, agrega. “Mostró que el matrimonio no es para el individuo, sino más bien para el otro. María reconoció, incluso después que Jesús se convirtió en un adulto, que su papel de madre seguía en su sitio”.
“La Sagrada Familia nos demuestra que las familias están llamadas a ser comunidades de apoyo”.