El llamado a la defensa de los no nacidos y la batalla en contra del aborto surgió en Astrid Bennett en sus años de adolescencia.
Es una labor titánica. Cada día, 1000 latinas se someten a un aborto y tan solo en 2011, según el Instituto Guttmacher, se reportaron 181,730 abortos.
Tres años antes, el número de bebés muertos fueron 214,190.
Despertar de la Conciencia
En 1999, en la ciudad de Downey se organizó una protesta pacífica frente a una clínica de abortos. Astrid y su hermana Diana vieron a gente de pie, con pancartas en la calle.
“Cinco minutos después ya tenía una pancarta en la mano” recuerda la directora ejecutiva de Los Angeles Pregnancy Services. “¡Era increíble! “Estaba haciendo algo por la humanidad!”.
Con la gracia de Dios, Astrid se unió al grupo. Un sábado observó a un hombre latino con la mirada perdida. Estaba triste y con los ojos llorosos. Tenía una pancarta con la imagen de un bebé.
“Así de grandes abortan a los niños”, dijo el hombre a Astrid. “Vaya usted y dígale a aquella señora que le apoya y que todo va a estar bien si tiene a su bebé”.
Ella había rentado un automóvil y debía regresarlo a la agencia. Se fue y al volver al sitio de la protesta, su compañero de lucha le dijo que el bebé se había salvado.
“Sentí un gozo en mi alma”, recuerda. “Cuando tú puedes ayudar a salvar una vida, solamente das gracias a Dios porque sus acciones son tan poderosas”.
Astrid denuncia que, frente a la industria del aborto es difícil perseverar, aunque señala que los frutos podrán palparse concretamente en la tierra y con seguridad en el cielo.
“Dios permita que veamos los frutos que podamos aportar con la gracia de Dios”, afirma.
Narra que, cierta vez, una señora llamó por teléfono a su oficina. Gritaba su terrible dolor: se acababa de enterar que su nieto había sido abortado.
Dicha persona fue referida al grupo llamado “Viñedo de Raquel”, un lugar seguro en el que se pueden renovar, reconstruir y redimir corazones rotos por el aborto, es decir, una terapia para el alma para quienes han estado atrapados por el dolor y la ira hacia sí mismo u otros, y experimentan el perdón, encuentran la paz y restauran sus vidas.
Semanas después, la misma persona agradeció la ayuda recibida de personas que defienden la vida.
“Los latinos perecemos por falta de amor y conocimiento”, expone. “Todos podemos ser clave para llevar la información a quienes la necesitan; hay quienes abortan sin saber lo que es y las consecuencias que conlleva; nuestro pueblo está pereciendo y los bebés muriendo por falta de información; hay quienes no hacen nada o quienes les conviene que el pueblo esté en la oscuridad”.
Astrid asegura que lo hermoso de ser latina es que no tiene temor de hablar; decir que la mujer latina es una mujer pro-vida en su misma esencia.
Llamado a las “Ovejas Perdidas”
Presente en el Congreso Hispano Pro Vida y Evangelización organizado por la Diócesis Católica de Orange, a fines de enero, comenta que ella se consagró con los Misioneros del Evangelio, tras aquel llamado hecho por Su Santidad, Juan Pablo II, en abril de 1995.
En la actividad misionera de Cristo que culmina en la ofrenda del sacrificio, San Juan Pablo II dijo que, según el designio del Padre, Jesús dedicó sólo un breve periodo de su existencia terrena a la predicación, limitándose a las “ovejas perdidas de la casa de Israel”.
Añadió que, sin embargo, con el sacrificio de la cruz, Jesús alcanza plenamente el objetivo misionero de su venida a la tierra: no sólo la salvación del pueblo de Israel o de los samaritanos, sino también la de los “griegos” e incluso la de toda la humanidad.
“Hay una llamada urgente hacia la movilización general de conciencias para activar una gran campaña en apoyo de la vida”, expresa Astrid. “Porque las personas pro vida debemos ser personas de oración, que estudian los documentos de la Iglesia de respeto a la vida, el Evangelio, el Catecismo de la Iglesia Católica y forman parte de una comunidad unida a la parroquia, que obedece a sus Obispos y Diócesis, pero sobre todo, son testigos del Evangelio con la infusión del Espíritu Santo”.
La urgencia de dicho llamado la ejemplifica al señalar que, en apenas dos cuadras de barrios latinos en el área de Pico-Union, en Los Angeles- hay nueve clínicas de abortos. De igual forma sucede en Miami, Las Vegas, Nueva York, Pittsburgh.
“Necesitamos una solidaridad radical y cuando te digan que no te metas, hazlo con coraje, fuerza y valentía para dar testimonio público para salvar a los niños, para la gloria de Dios”, subraya la directora de LAPS. “Lo que ustedes hacen a los demás, se lo hacen a Cristo”.