Después del Concilio Vaticano II (1962-1965), cumpliendo los deseos del Papa Juan XXIII “El Papa Bueno”, se abrió una ventana de aire fresco para la Iglesia y nació la Renovación Carismática que tuvo un lugar significativo en el corazón de Pablo VI, que floreció con san Juan Pablo II, a la que Benedicto XVI le aprobó la cruz “Veni Creator Spiritus” (Ven, Espíritu Creador) que los identifica y que ha alcanzado su Jubileo de Oro en 2017, con el Papa Francisco.
Por ello, en la Diócesis de Orange también hubo fiesta: el pasado 27 de mayo, al menos unos 4,000 miembros de la Renovación Carismática celebraron su XIV Fiesta de Pentecostés, como una gran bendición celebrada junto con todos los grupos apostólicos de la Diócesis.
Entre la algarabía de esta celebración, Alex Rosales, presidente de la mesa directiva de la Renovación Carismática de la Diócesis de Orange destacó que a nivel local se ha logrado formar a nuevas generaciones de jóvenes Católicos, quienes conforman ya una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia.
“En cuatro años de coordinación uno de los mayores logros fueron apoyar a los jóvenes y adolescentes en su formación, pues ellos ya son nuestro presente y no el futuro de la Iglesia”, dijo Rosales. “Ellos son los que seguirán haciendo vivir nuestras iglesias”.
El secreto del éxito para Rosales y todos los coordinadores de la Renovación Carismática ha sido la buena comunicación con los sacerdotes, el Obispo Kevin Vann y el nuevo Obispo Auxiliar de la Diócesis de Orange, Tim Freyer.
“Hemos tratado de unificar a nuestra Diócesis a través del seminario de líderes que tenemos cada año”, dijo Rosales.
Sin embargo, realzó que uno de los principales retos a vencer es “que nuestra gente no tenga miedo a salir a evangelizar como lo pide nuestro santo padre, Papa Francisco”.
De hecho, en un encuentro con líderes de la Renovación Carismática, Francisco destacó que este movimiento de la Iglesia representa una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia, al haber recibido el gran don de la diversidad de carismas al servicio de la esposa de Cristo.
“Cuando pienso en vosotros, pienso en una gran orquesta, en la que todos los instrumentos son necesarios para la armonía de la pieza musical”, dijo el Papa. “Nadie en la Renovación puede pensar que es más importante ni más grande que los demás. Cuando alguno de vosotros se cree más importante o más grande que los demás comienza la peste. Nadie puede decir: ‘Yo soy el jefe’. Tenéis un solo jefe: el Señor Jesús”.
una experiencia única
en la vida
Para quienes no entienden qué es la Renovación Carismática, ¿Qué es pedir el bautismo en el Espíritu Santo? ¿Cómo se manifiesta la experiencia del Espíritu Santo en el ser humano? O, si el Cenáculo es el lugar donde los cristianos se dejan transformar por la oración, en torno a María, para acoger al Espíritu. ¿Qué debe hacer la persona para comprender la vitalidad de la Renovación en el Espíritu?
“Pedir el bautismo en el Espíritu es hacer una petición a nuestro Dios a través de la oración”, respondió Rosales a OC Catholic. “No se necesita una oración de muchas palabras; es algo espontáneo que sale de tu alma. Hay gente que piensa que es algo sacramental porque es una experiencia única en la vida, aunque no sea sacramental. La experiencia en el ser humano se manifiesta de muchas maneras y no todos sienten o tienen una experiencia igual; es algo que muchas veces no puedes explicar, pero transforma tu vida”.
La Renovación Carismática fue, así mismo un movimiento eclesial muy querido por san Juan Pablo II, quien al final del segundo milenio señaló que entre los caminos misteriosos con que la Providencia vive hoy su plan de salvación, es convicción que uno de ellos pasa a través de la Renovación en el Espíritu. Por medio del Espíritu, el Resucitado vive y actúa entre nosotros haciéndonos presente en el mundo en cada experiencia personal.
Durante la celebración, los miles de católicos se dejaron invadir por la fuerza del Espíritu, dando fe de que, el Señor que ha cambiado sus vidas y que es el único Señor. Estos católicos son signos visibles de ese cambio: el valor, como los apóstoles, para ser fieles a la promesa de Cristo: “Seréis mis testigos”; el proclamar la Buena Nueva con la fuerza de Dios, que hace maravillas; el surgir de una comunidad nueva basada en el amor.