Son centenares o miles de voluntarios los hombres y mujeres que le dan vida a la Iglesia, a través de su participación en los distintos y numerosos ministerios. Esas mujeres y hombres, familias enteras son el eje de la evangelización en la Diócesis Católica Romana de Orange.
Sobre este tema, el padre Efraín Flores, director espiritual de la Renovación Carismática de Orange dictó una conferencia previa a la misa de agradecimiento a los movimientos apostólicos, el 13 de enero en el Arboretum de la Catedral de Cristo.
“En Latinoamérica ha habido una mayor valorización o una mejor aproximación de los laicos y de los movimientos laicos de la Iglesia”, dijo el padre Flores, basado en reflexiones del Rev. Cecilio Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo (Salamanca/España). “Eso me llena de satisfacción porque en los últimos años los laicos y los movimientos han traído muchas bendiciones a la Iglesia, con su universalidad y carismas”.
La reflexión del padre Flores, -hecha bajo la guía del Espíritu Santo- sobre el papel y lugar de los movimientos dentro de la Iglesia Católica se enfocó hacia dar y crecer en la respuesta de que estos sean verdaderos discípulos y discípulas de Cristo en la Iglesia, y que lo que los laicos compartan, sea siempre para la gloria de Dios.
Dijo que la constatación de variedad de todos los movimientos apostólicos en la Diócesis de Orange representa una multiplicación de ministerios que conllevan a una serie de diferentes carismas que enfrentan un doble desafío. Por un lado, significan la riqueza eclesial y, por otra parte, no se sabe cómo trabajar y poner esos carismas al servicio de la Iglesia y pueden surgir grandes conflictos.
“En nuestra Diócesis el obispo [Kevin Vann] nos da la clave y nos une bajo un mismo común denominador -no una uniformidad- de todos los movimientos: la pasión que todos los laicos tienen por evangelizar”, dijo. “Desde nuestros carismas queremos que la Buena Nueva llegue a todos los hermanos y hermanas; desde el más pequeño grupo hasta el que tiene 400 o 500 integrantes”.
Pero ¿Cómo presentar el Evangelio de Jesucristo? La acción misionera y evangelizadora de todos los movimientos apostólicos dentro de la Iglesia tienen cinco características:
1. La dimensión sacramental de las intenciones en el ministerio de Jesucristo: Si no hay dimensión sacramental, un movimiento no tendría cabida en la vida de la Iglesia. Teniendo vida sacramental ayuda a todos a tener una completa comunión, y aunque se tengan diversos carismas y maneras de trabajar, todos salvaguardamos la misma comunión con Cristo, a través del sacramento de la Eucaristía y otros sacramentos.
“Primero debemos cuidar la sacramentalidad de la Iglesia”, afirmó el padre Flores.
2. La segunda coordenada evangelizadora es descubrir el misterio de la eclesialidad, vivirla en el pequeño grupo, en la pequeña comunidad y que esa eclesialidad no sea un fragmento.
“Cuando así sucede, la acción está separada”, expresó. “Aquí se celebra la Iglesia universal, juntos con el Obispo, el Papa, el Párroco o el Vicario; debemos trabajar juntos en el mismo proyecto evangelizador de nuestro señor Jesucristo”.
3. La misión secular de los laicos es trascendental en el mundo de hoy. No somos enviados o bautizados para evangelizar a quienes están dentro de la Iglesia. Se trata de ir a buscar a la oveja perdida. “El pastor deja a las 99 y va a buscar a la que se ha extraviado” (Mateo 18: 10-14), manifestó el padre Flores. “Por tanto, vivir la misión en el mundo secular; ustedes como laicos deben ir a buscar a aquellos que no están en nuestra comunidad; a quienes por alguna circunstancia se han ido del seno de la Iglesia; buscar a aquellos que han perdido la fe y han abandonado la Iglesia”.
“Es tiempo de ir al encuentro con ellos, y después de escucharlos, no emitir juicios morales e invitarlos a celebrar la fe y caminar con nosotros”, añadió. “En otro pasaje bíblico Jesús nos habla de ser la sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5: 13-16) y ustedes deben iluminar con su testimonio de vida, motivar a otros para que se unan y sean verdaderos discípulos y discípulas de Cristo”.
4. Inferirse en la Iglesia particular, es decir, en la Diócesis que tiene sus diferentes expresiones en distintas parroquias y las parroquias en sus movimientos, lo importante es que cada uno siga las orientaciones y normas que el Obispo ordinario ha implementado.
5. Es importante el diálogo en el contexto social y cultural desde la necesaria relación. Fe y cultura se vuelven importantes porque se observa el gran desafío de vivir la fe.