HOUSTON (CNS) — Steven López ha competido en los Juegos Olímpicos desde que era un adolescente, y ahora a los 37 años es uno de los atletas más condecorados en taekwondo, un deporte que es una combinación de precisión, potencia y control con la gracia y el movimiento de artes marciales antiguas.
Ahora él está en Río de Janeiro para sus quintos Juegos Olímpicos, con esperanzas de llevarse a casa otra medalla de oro.
Animado por su familia, López comenzó en el taekwondo a una temprana edad. Sus padres pensaban que las artes marciales serían buenas para el desarrollo de carácter. En corto tiempo la familia completa participaba profundamente en el deporte. Él pensaba que las Olimpiadas del 2000 en Sidney, donde ganó oro olímpico, serían sus primeros y últimos juegos, pero su familia completa con el tiempo se le unió.
“Yo estaba tan inspirado al ganar que no pude apartarme y gané otra vez en el 2004”, dijo López, quien asiste a la iglesia Sta. Teresa en Sugar Land, Texas. Su hermano Marc y su hermana Diana le preguntaban sobre su experiencia olímpica, sobre la Villa Olímpica, los atletas, las ceremonias.
“Es una cosa decirles sobre eso, pero en el 2008 … cuando ellos cualificaron para el equipo olímpico, eso fue una inmensa motivación para mí”, él dijo al Texas Catholic Herald, periódico de la Arquidiócesis de Galveston-Houston.
Su hermano mayor, Jean, asistió a los juegos como entrenador de los hermanos. López dijo que a su madre todavía le faltaba asistir a los juegos, pero ya que la familia completa estaba participando, en la cocina familiar él convenció a su mamá para ir a Beijing.
“Si todos tus hijos cualifican para el equipo olímpico del 2008, más vale que vayas”, él le dijo. “Bien, bien”, ella dijo.
Ella tuvo que haber dudado que eso sucedería. Entonces “un milagro y una bendición” ocurrieron: los cuatro irían a Beijing, con Steven, Mark y Diana compitiendo y Jean entrenándolos.
Hacia Río, López tomó la profunda experiencia de ejecutar en el nivel más alto. En este deporte físicamente exigente los luchadores anotan puntos dando patadas y puños en el torso y la cabeza de su oponente; el luchador con la mayoría de puntos gana el partido.
“Esta podría ser mi última”, dijo López, de 37 años de edad, quien se llevó oro olímpico en el 2000 y el 2004 y bronce en el 2008. En los juegos del 2012 en Londres él fue derrotado en la primera ronda al fracturarse una pierna.
“Ir a Río de Janeiro es una hazaña enorme, es un deporte combativo y para mí honestamente … tuve muchas heridas el año pasado y simplemente que mi cuerpo pudiera recuperarse y estar listo para este año físico, estoy contento y orgulloso de eso”, él explicó.
Durante una de sus competencias, su hombro se le dislocó nueve o 10 veces. Con entrenamiento, cirugía y terapia física su hombro estuvo listo para Río, pero llegar allí fue difícil, él dijo. “Lo único que pido y oro es que pueda ejecutar en mi mejor forma. Es un paso más cerca a mi meta y sueño más altos, que es estar en ese podio del primer lugar y ganar otra medalla de oro para Estados Unidos”.
Ese sueño sigue siendo alimentado por el trabajo de sus padres, quienes llegaron a Ciudad de Nueva York a través de Nicaragua y Haití.
“Mis padres son héroes para mí”, él dijo. “Sin saber hablar inglés y sólo por esa esperanza, porque ellos tenían esperanza por el sueño americano de encontrar oportunidades para su futura familia”.
El dijo que durante mucho tiempo el soñaba con ganar su primera medalla olímpica en el 2000. “Escribí en mi diario: Steven López, Medallista Olímpico de Oro 2000”.
Una vez que llegó al podio, López dijo, le vino a la mente el recuerdo de una conversación que tuvo con su madre cuando era niño.
“Cuando era un niñito le pregunté a mi mamá: ‘¿Porqué algunos muchachos y muchachas lloran cuando ganan medallas olímpicas?’. Ella me dijo que era porque estaban muy felices. Esto siempre me confundía en aquellos tiempos porque siempre había pensado que cuando uno está feliz uno no llora, uno ríe o sonríe. Cuando me bajé y fui tras bastidores, me impactó. Yo estaba simplemente riendo, llorando, una emoción y alegría abrumadora”.
El añadió: “Todos estos años de sacrificio no solo de mi parte, sino también de mis compañeros de equipo, mis padres y todos aquellos que tras bastidores me ayudaron de alguna manera a lograr esa meta; hubiese podido haber muerto en aquel momento y estar alegre”.
López dijo que su fe siempre ha sido una parte muy importante de su vida.
Es “un componente muy clave de aquello sobre lo cual edifico mi éxito y siempre oraba que si encontraba una plataforma desde la cual pudiera devolver algo, lo haría”, él dijo. “Ser un doble medallista olímpico de oro, un medallista de bronce y mi familia teniendo el éxito que ha tenido en este deporte, ha trascendido el deporte”.
El también dijo que Corintios 1:13 lo inspiró a saber qué es el amor, cómo este “todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Y eso “es muy importante para mí. Eso define lo que el amor es para mí”.
López le da crédito a la comunidad de Houston por apoyar sus sueños olímpicos.
“‘El hogar es donde esté el corazón’, dicen, y Sugar Land y Houston son mi hogar”, él dijo. “Conozco la vibración, la energía, conozco la gente aquí. Han sido muy serviciales. Tengo las llaves de las ciudades Sugar Land y Houston.
“Creo que Houston es una ciudad entusiasta del deporte”, él continuó. “Hay muchos olímpicos de la zona de Houston y simplemente me da mucho orgullo poder salir allá afuera y competir y saber que hay gente allá en casa enviándome sus oraciones y energía positiva me da mucha más fortaleza para salir allá afuera y ser lo mejor que puedo ser”.