“El pecado es la hinchazón de uno mismo hasta llegar al desprecio de Dios”, afirma el padre John Mario Montoya, un sacerdote colombiano nacido en la ciudad de Medellín, ampliamente reconocido en el círculo de los católicos carismáticos de Latinoamérica y los hispanos en Estados Unidos.
Con su estilo directo para decir lo que piensa, en un reciente congreso de sanación interior en Anaheim, el clérigo de 57 años exclamó: “Dígale a su vecino, ‘vecino, desínflate de tu soberbia’ …Y tú, ¿cuándo?”
En tono de lamento, expresó que muchos seres humanos desprecian a Jesucristo, que es Camino, Verdad y Vida por no entender que el pecado destruye.
Ese desprecio del ser humano a Dios es similar al del rey Antíoco, de quien la Sagrada Escritura narra en el ejemplo del tormento y martirio de los siete hermanos Macabeos y su madre, y su fidelidad a Dios hasta la muerte.
El rey Antíoco había detenido a los siete hermanos y su madre. Los mandó azotar con correas de cuero y quería obligarlos a comer carne de cerdo prohibida por la Ley de Dios. Ellos se negaron y obedecieron a ley de Dios. Todos ellos fueron mutilados y martirizados hasta la muerte.
“Sepan que nosotros estamos enfermos por el pecado [2 Mac 7:32]”, citó el padre Montoya las palabras del último hermano Macabeo que murió cruelmente. “Ahora, ve y dile a tu vecino, ‘Tú no eres malo…no somos malos, ¡pero tienes una cara de cuidados intensivos!’ ”. Y suscitó la risa de miles de personas.
Mas el sacerdote se refería a los pecados de orgullo, soberbia, vanidad y arrogancia espiritual, factores que destrozan al ser humano, lo consumen y vacían su alma y cuerpo, y acudió al mensaje de san Pablo a los Romanos (Rom 6:23) : “El fruto del pecado es la muerte”.
“Ahora, dile a tu vecino, ‘el pecado mata…repítelo’ ”, dijo. “Recuerden a Pablo 7:15. ‘No entiendo mis propios actos: no hago lo que quiero y hago las cosas que detesto’ …Pero Dios nos dice que nos basta solo su gracia y se refiere al Espíritu Santo”.
Por lo anterior, invitó a las personas a decirse mutuamente: “Vecino, ya es hora…prende el GPS de papá Dios… Él te lo dio desde el día en que fuiste bautizado… Muchos católicos tienen apagado el GPS, ése GPS es el Espíritu Santo. Dile a tu vecino ¡préndelo!”.
Asimismo, invitó a la multitud a saber que si el pecado domina la vida propia, también se requiere reconocer que uno se ha equivocado y debe pedir perdón a Dios (Lv 26:40-41), porque el orgullo justifica los errores para proteger el egocentrismo.
“Si te domina tu carácter, la lujuria, o el temperamento te lleva al pecado, prende tu GPS para que hagas lo que el Espíritu Santo te manda a hacer”, dijo. “Así tendrás días de victoria y podrás glorificar a Dios”.
Recordó que el Papa Emérito, Benedicto XVI en su carta encíclica Spe Salvi Facti Sumus(Salvados en la Esperanza), recuerda la necesidad de tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que día a día nos mantengan en camino y que sólo el amor de Dios nos da la posibilidad de perseverar con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imperfecto.
“Ya basta de estar embriagado de soberbia, de orgullo, de prepotencia”, amonestó el sacerdote a los congregados en el congreso de sanación. “¿No te cansas de tus máscaras?. Alza tus brazos para que el amor de Dios se derrame sobre ti, con el poder del Espíritu Santo”.
Añadió que el amor nos pone la fecha de la victoria, porque todo lo reconcilia y lo libera, porque ese amor es derramado por el Espíritu Santo.
Expresó que en dicha encíclica, Benedicto XVI expuso que la fe cristiana nos ha enseñado que verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades y que, efectivamente, nos ha enseñado que Dios –la Verdad y el Amor en persona– ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.
En base a su propio testimonio, dijo que hace 31 años el Senior lo levantó de tres intentos de asesinato, una visión de matrimonio, lo sacó del vicio de la cocaína y de dos intentos de suicidio.
“Me había resistido al amor de Dios, pero como indica el libro del profeta Jeremías, él me sedujo y yo me dejé seducir (Jeremías 20: 7-9). “Llevo 11 años como un predicador itinerante en Ecuador, un país que no es el mío, pero con una gran necesidad de Dios…Pero vale la pena, porque lo que hago es para Cristo, gracias a mi GPS, el Espíritu Santo”.