CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — No hay crecimiento sin algún tipo de crisis, igual que no hay victoria sin una batalla, dijo el papa Francisco a un grupo de jesuitas.
De hecho, “el peor mal que nos puede pasar”, él dijo, es sentirnos complacidos, satisfechos y mundanos en nuestra vida espiritual también.
El papa habló el 3 de diciembre con el personal y los estudiantes del Colegio Internacional del Gesù de Roma, fundado por el padre jesuita Pedro Arrupe en 1968.
El papa le dijo a la comunidad que ellos están llamados a fortalecer sus raíces en Dios y a crecer en amor.
“La planta crece desde las raíces, que no se ven pero que sostienen todo. Y deja de dar fruto no cuando tiene pocas ramas, sino cuando se secan sus raíces. Tener raíces es tener un corazón bien insertado” en Dios, permitiendo que ese corazón se extienda y esté vivo, él dijo.
“No hay crecimiento sin crisis. No le teman a las crisis”, les dijo, porque estas son necesarias de la misma manera que no hay “fruto sin poda o victoria sin lucha”.
“Crecer, echar raíces significa luchar sin tregua contra toda mundanalidad espiritual, que es el peor mal que nos puede pasar”, él dijo.
Si esa mundanalidad “afecta las raíces, adiós a los frutos y adiós a las plantas. Para mí este es el mayor peligro ahora mismo: la mundanalidad espiritual que lleva a uno al clericalismo y así por el estilo”, él añadió.
Él dijo que dos señales positivas de crecimiento son la obediencia y la libertad; libertad de uno mismo y de la esclavitud que trae el egoísmo.
Los jesuitas están llamados a ofrecerse y a estar “cara a cara” con las personas y sus situaciones y a “cuidar el mundo que Dios ama”.
El jesuita está llamado a estar en las afueras, en situaciones delicadas y “en los desiertos de la humanidad”.
Puede que se encuentren “como ovejas entre lobos, pero deben combatir a los lobos, pero sin convertirse en uno de ellos. Deben seguir siendo oveja”, nunca hacerse como los lobos, de modo que Jesús, el buen pastor, sepa “dónde está su cordero”.