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PARA HACER NUEVA VIDA EN EE.UU., FAMILIA HA LUCHADO PERO AHORA ‘ESTAMOS A SALVO’

By Joseph Kenny, Catholic News Service     10/22/2015

ST. LOUIS (CNS) — Los policías abordaron el autobús en la ciudad dirigiéndose a trabajar. De repente hombres armados abordaron y, antes que los policías pudieran desenfundar sus armas, erupcionó el tiroteo. Cuatro agentes fueron asesinados, incluyendo a Roberto, quien recibió cuatro tiros en la cabeza y tres en el pecho.

Contando la historia hace un año en el centro Souhtside de servicios comunitarios St. Francis en St. Louis, a donde ella y su hija habían ido después de huir de la violencia, María pausó con sus ojos llenándose de lágrimas. Pero se recompuso y continuó: Roberto no era solo otra víctima, él era su hermano.

El esposo de María, Carlos, también agente policiaco, había sido compañero de Carlos en la academia e investigaban el lavado de dinero y el narcotráfico. Entonces dos pandillas responsables por los asesinatos le amenazaron de muerte. Él luchaba con eso porque el peligro no solamente lo ponía a él en riesgo, sino también a su familia, quienes no estaban seguras ni siquiera yendo a la tienda.

Roberto había querido ser policía para contribuir a su comunidad, pero le dijo a su hermana: “Pongo en riesgo a la familia que amo. No es su culpa que yo sea agente policiaco. Me siento responsable”.

“Nunca estaríamos seguros allí”, dijo María, quien usó solamente su nombre. Ella había estado asistiendo a la universidad para hacerse enfermera graduada.
Carlos y María empacaron unas cuantas posesiones y tomaron un autobús saliendo de El Salvador.

No tenían dinero. No podían comprar alimento y no podían cambiar de autobuses, así que se separaron. Calientes y exhaustas, preocupadas por su futuro, María y su bebé, Alicia, cruzaron la frontera entre México y Estados Unidos primero, de noche con un grupo de mujeres y niños. Una vez al otro lado del río Grande, Ellas esperaban ser detenidas por las autoridades de inmigración queriendo presentar su caso de asilo. Otros se desperdigaron corriendo en distintas direcciones.

María y Alicia fueron enviadas a un centro de detención. Cinco días más tarde fueron liberadas en Laredo, Texas, sin dinero. Ellas se comunicaron con una organización católica que provee alimento, refugio y vestimenta.

“Sin la ayuda hubiésemos estado en las calles intentando encontrar un lugar donde dormir. Ellos simplemente nos dejaron allí”, dijo María a Catholic St. Louis, revista de la Arquidiócesis de St. Louis.

Un pariente en El Salvador le envió $300 y ella compró un pasaje de autobús hacia St. Louis, donde conectó con una amiga salvadoreña. Ella ha estado aquí durante más de un año.

Su esposo fue detenido después de cruzar la frontera y enviado a un centro de detención, con el tiempo terminando en una instalación de detención en Nueva Jersey. Después de días de silencio, ella se apresuró a encontrarle representación jurídica.

La situación de vivienda de María no funcionó donde estaba, así que recurrió a St. Francis, agencia de Caridades Católicas con personal de habla hispana. Desesperada por ayuda, ella llamó a Silvia Martínez, de St. Francis.

“Ellos vinieron sin nada”, dijo Martínez a Catholic St. Louis. “Sin ninguna pertenencia”.
María y Alicia no cayeron en el desamparo, sin embargo. Con la ayuda de Martínez y otros, ellas fueron alojadas por una mujer, Luisa, que es nativa de El Salvador y vino a Estados Unidos hace años.

“La casa es un tanto pequeña, pero (Luisa) tiene mucho amor que compartir con ellas”, dijo Martínez. “En esta casa María siente que que tiene amor”.

Louisa, quien vino de El Salvador hace 26 años, explicó por qué ayudó: “porque son humanas y necesitan ayuda”, ella dijo. “Y hay una niña. Una niña es un ángel”.

Además ella está pasándole la generosidad que recibió de Caridades Católicas. Luisa, quien también usó solamente su nombre, y su familia lucharon al principio, viviendo en 36 estados debido al empleo de su esposo como reparador de techos. Una vez llegaron a St. Louis visitaron Caridades Católicas de Southside y fueron ayudados a establecerse. Sus tres hijos nacieron en Estados Unidos.

El esposo de María fue liberado bajo fianza y vino a St. Louis inmediatamente después del Día de Acción de Gracias del año pasado. Desde entonces la familia se ha mudado a un apartamento de sótano.

María y Carlos han estado asistiendo a clases de inglés como segundo idioma y su inglés está mejorando. Allí también han aprendido la geografía y las costumbres de Estados Unidos.

“Ellos trabajan arduamente”, dijo Sarah Caldera Wimmer, su instructora. “No los envidio al tener que comenzar de nuevo”.

“Mi hija tiene más libertad en este país; estamos a salvo”, dijo María, quien planea ir a la escuela y sueña con ser dueña de un salón de belleza algún día, mientras que su esposo quisiera ser dueño de negocio también.

El futuro, sin embargo, está en manos del tribunal de inmigración.

Kenny es reportero del St. Louis Review, periódico de la Arquidiócesis de St. Louis, y escribe para Catholic St. Louis, revista arquidiocesana.