“Polvo eres y en polvo te convertirás” (Gen 3:19) o “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Mc 1, 15) son las frases de las Sagradas Escrituras que se mencionan y que miles de Católicos escucharon en el primer día del inicio de la Cuaresma.
Dos frases duras, pero reales, que llegan al alma y al corazón, porque recuerdan a los fieles que, aunque no lo quieran, desde el más humilde hasta el más poderoso, irremediablemente morirá. Son el recuerdo verdadero de que todos acabaremos convertidos en polvo de la tierra.
Las cenizas se obtienen al quemar las palmas que se bendijeron el año anterior en Domingo de Ramos.
“El rito es como una preparación al misterio de la Pascua: Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo”, expresó el Padre Carlos Morales, Pastor Asociado en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Hermosa Beach. “Esa fecha marca el proceso de conversión para todos nosotros, en camino a la promesa bautismal refrendada en la Cuaresma”.
Como los primeros cristianos que acudían al rito de la ceniza o cuando se preparaban para una fiesta importante en la que debían estar purificados se cubrían de cenizas y se vestían con un saco de tela áspera.
De igual manera, en la antigua tradición del pueblo hebreo, con la imposición de las cenizas iniciaba el tiempo para la purificación del espíritu y el camino para vivir y conocer el misterio pascual.
“El gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios”, expresó el Padre Morales, de la Orden de los Frailes Menores de San Francisco. “No solamente se trata de un gesto puramente exterior, sino que la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud de un corazón penitente”.
Lesa Truxaw, Directora para la Oficina del Culto Divino en la Diócesis de Orange, indicó que, como cada año, el Miércoles de Ceniza es una llamada a la conversión de los pecadores y la comunidad cristiana, que, como Iglesia, acude para escuchar que Dios formó al hombre con polvo de la tierra y el fin del mismo, hasta que vuelva a la tierra, pues de ella fue hecho.
“No es un día festivo de la Iglesia que es obligatorio, pero sí es el día en que comienza la Cuaresma y la observación del camino que nos llevará por 40 días hasta el Domingo de Resurrección”, dijo. “En esta época es importante el arrepentimiento y la confesión para todos los bautizados, y para aquéllos que recibirán el Sacramento del Bautismo”.
El rito tiene un significado profundo
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa, después de la homilía. Una cruz se dibuja en la frente del feligrés, mientras que el sacerdote o el ministro dice las palabras bíblicas: “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” o “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Las cenizas son solamente un sacramental y no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los Sacramentos, pero por la oración de la Iglesia este sacramental, según el Catecismo de la Iglesia Católica, preparan a recibir la gracia y disponen el alma para cooperar con ella.
En el libro de Job 42,6, la ceniza simboliza dolor y penitencia. Fue hasta la Edad Media, la ceniza comenzó a imponerse a todos los fieles cristianos.
Lesa Truxaw expresa que en el sentido profundo del rito, la ceniza es signo de la fragilidad del hombre que necesita ser redimido por la misericordia de Dios y de la brevedad de la vida.
“Manifiesta el arrepentimiento y la voluntad de convertirse hacia Dios”, dijo. “Nos recuerda que somos gente simplemente, que creemos y esperamos por la misericordia de Dios; todos somos pecadores y necesitamos conversión y disposición del corazón porque la Cuaresma es para todos”.
Por su parte, Otilio Garnica, un católico originario de El Arenal, Estado de Hidalgo, quien acude a la Iglesia del Sagrado Corazón de María en Santa Ana, dijo que, para él y su familia no tendría sentido recibir la ceniza “si el corazón no se dispone con humildad”.
“Yo sé que cuando me imponen la cruz en la frente, me están dando a entender que como persona estoy limitada por la riqueza, el poder o títulos”, afirmó. “Eso de nada nos sirven si no reconocemos a Dios como nuestro Creador”.