SAN JUAN, Puerto Rico (CNS) — Una Misa ofrecida por las víctimas puertorriqueñas de los asesinatos del 12 de junio en un club nocturno en Orlando, Florida, fue interrumpida cuando la policía entró a la catedral San Juan Bautista de San Juan para investigar la posibilidad de una bomba adentro.
Dos veces durante la Misa del 24 de junio personal laico eclesiástico se le acercó al arzobispo Roberto González Nieves de San Juan en el altar acerca de lo que parecía ser un problema. El asunto resultó ser una mochila dejada sin supervisión en uno de los pasillos laterales, levantando sospechas entre algunos en la congregación.
Al principio de la consagración, empleados de la catedral una vez más se acercaron al altar, esta vez con tres oficiales de la policía. Después que el arzobispo habló con ellos, regresó al altar y terminó la consagración.
“La Comunión se dará afuera”, dijo el arzobispo González a los que estaban congregados en la iglesia durante la Misa. “Estaremos saliendo por la puerta de este lado, todos saldremos por esta puerta”. Tranquila y ordenadamente la catedral fue desalojada y la Comunión ofrecida afuera. La Misa se reanudó adentro y la mochila fue reclamada por su dueño, que no fue identificado.
“Me acusaron de tener el bulto”, un afectado Luis Marrero dijo a Catholic News Service frente a la catedral durante el receso. “Los policías decían que el bulto era mío, como si yo fuera culpable, pero no era mío”.
El miembro del Consejo Arquidiocesano Juvenil de San Juan añadió que la policía siguió insistiendo en que él era el dueño de la mochila, aun cuando su padre verificó lo contrario.
“Fue un malentendido y puede pasar en cualquier momento”, dijo Orlando Marrero, padre de Luis. Él dijo que los policías estaban haciendo su trabajo, pero que las cosas pudieron haberse manejado de una manera más “discreta” para evitar una “histeria colectiva posiblemente peligrosa”.
Otros se quejaron de que una Misa nunca debe ser interrumpida y que la mochila pudo haber sido sacada para disponer de ella.
Otros comentaban que creían que había una bomba en oposición a una Misa siendo ofrecida por las almas de homosexuales. La masacre se llevó a cabo en un club nocturno homosexual, dejando a 49 clientes muertos y a más de otros 50 heridos. Veintitrés de los asesinados eran puertorriqueños.
La Misa fue celebrada en observancia de la fiesta de San Juan Bautista, santo patrón de la capital de Puerto Rico y, hasta 1969, santo patrón de toda la isla. La Misa fue ofrecida por “las víctimas de la masacre en Orlando: fallecidos, los heridos; por sus familiares, seres queridos y amistades; igualmente, por todo el personal médico, de primeros auxilios y voluntarios”, según la invitación arquidiocesana.
La catedral, con unos 300 asientos, no estaba completamente llena. Diecinueve sacerdotes concelebraron.
“San Juan Bautista fue el precursor de la profecía, el hombre que Jesús mismo dijo ‘más grande nacido de mujer'”, dijo el arzobispo González durante su mensaje de apertura. “El fue el hombre que no solamente reconoció la divinidad de Jesús al momento del bautismo, sino que lo reconoció aun cuando se encontraba en el vientre materno de Isabel”.
Girando hacia el tema de los asesinatos en Orlando, el arzobispo habló de la unidad entre los puertorriqueños en la isla y aquellos “en la diáspora, esos millones de compatriotas nuestros que no es que se han ido de Puerto Rico, sino que se lo han llevado consigo en su cultura, en la música, en la manera de vivir”.
“Sin embargo, desde el pasado 12 de junio Orlando tiene un nuevo significado”, continuó el arzobispo González. “Nos recuerda el dolor, la violencia, el odio, la matanza de personas inocentes. Como ha dicho el papa Francisco: ‘Esta es la manifestación de la locura homicida y del odio insensato'”.
Él también cito parte de “Sobre la atención pastoral a las personas homosexuales”, carta de la Congregación de la Doctrina de la Fe de 1986 a los obispos del mundo. “Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen. … La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las acciones y en las legislaciones”.
El arzobispo González ató la observancia de los asesinatos en Orlando con la fiesta del santo patrón de San Juan.
“San Juan Bautista también fue víctima del odio y el capricho”, él dijo, “y Juan señaló a Cristo apreciándolo como un mártir, ‘el cordero de Dios que quita el pecado del mundo'”.
El arzobispo González continuó: “Juan se describió como ‘la voz que clama en el desierto’. ¿A qué tipo de palabras vas a escuchar, a las palabras de odio, violencia, venganza e injusticia, o a las palabras de conversión?”.
Después que el susto de bomba terminó, la mayoría de las personas regresaron adentro de la catedral para terminar la Misa.
Carmelo Santiago, de Utuado, dijo a CNS que estaba muy satisfecho con la Misa a pesar de la conmoción. “Cuando el arzobispo llama venimos porque es importante”, él dijo, añadiendo que el hecho que la Misa fuera para “personas de una preferencia sexual diferente” no era importante para él. “Él dijo que estaríamos haciendo esto por los difuntos y eso es suficiente para mí”.
Sigfredo Pons, de San Juan, dijo que sentía una razón más personal para venir a Misa: “Todos tenemos gente por allá y aunque no todas estaban allí (en el club nocturno de Orlando), uno siente mucho lo que pasó. Le ofrecemos a las víctimas y a sus familias nuestro aprecio, nuestro cariño y nuestra fe”.
“Debemos ser únicamente la luz de la palabra … la palabra eterna que es Jesús”, dijo el arzobispo González al final de su mensaje. “Alguien que conocemos ha dicho: ‘¿Quién soy yo para juzgar?'”.