OXNARD, California (CNS) — Cuando Chris Estrella llegó a media mañana del 2 de diciembre al Centro Pastoral de la Oficina de Culto de la diócesis de San Bernardino para trabajar se encontró con que algo no andaba bien.
“Podía ver una barricada tendida por la policía en la avenida Waterman, que es en donde se localiza el “Inland Regional Center”, dijo Estrella, asistente de música y liturgia. “Eso queda a menos de dos millas del centro pastoral. Después vi un gran número de agentes del orden en la zona y tuve que usar mi llave para entrar al edificio, cosa que generalmente no pasa”.
Una vez en su escritorio, Estrella prendió su computadora y vio la razón de las barricadas y el aumento de personal de seguridad: El centro regional de “Inland” se había declarado como escena de crimen, con 14 personas que habían perdido la vida y con 17 más que habían quedado heridas.
“En ese momento, realmente, me sentí segura”, le dijo el 3 de diciembre al “Catholic News Serivce” Estrella, que cuenta con 27 años de edad. “Pero inmediatamente me preocupé por mi familia, mis padres, mis hermanos, incluyendo a mi hermano menor que asiste a la escuela de “Our Lady of the Assumption” (Nuestra Señora de la Asunción) que no queda lejos del sitio. Afortunadamente todos se encontraban bien”.
Pero el centro pastoral y las escuelas católicas de la ciudad permanecieron cerradas durante varias horas hasta las 2 de la tarde, “cuando empezaron a congregarnos y nos dijeron: ‘Váyanse a su casa a estar con su familia’”, dijo Estrella. Las oficinas permanecieron cerradas el 3 de diciembre y ya estaba programado que estuviesen así por el primer viernes de práctica.
En la Oficina de Culto se canceló el 3 de diciembre una clase del programa de formación del Rito de Iniciación Cristiana de Adultos en el centro pastoral. En una declaración, funcionarios de la oficina expresaron sus condolencias por los asesinatos y su solidaridad en la oración por las familias y las víctimas de la tragedia, diciendo: “Recemos por la paz y la tolerancia mutua para seguir adelante”.
No se habían programado servicios adicionales de oración para el 3 de diciembre, pero Estrella se dio cuenta de que el departamento de Vida, Dignidad y Justicia de la diócesis había previamente programado una vigilia vespertina para el 5 de diciembre por las víctimas de la violencia, a llevarse a cabo en el Rancho Cucamonga, en la zona occidental de la diócesis, que incluye a los condados de San Bernardino y Riverside.
“Esperaba que en el evento se haría memoria de las víctimas del (Inland Regional Center)”, dijo Estrella, quien añadió que se discutirían más planes para liturgias de oración y contacto con la comunidad católica el 7 de diciembre en la junta directiva de la diócesis, dirigida por el obispo de San Bernardino, R. Gerald Barnes.
“Y como dijo el obispo Barnes (en una declaración del 2 de diciembre) este es un tiempo para orar, tiempo para orar por la paz”, dijo Estrella. “Sé que mucha gente reza por nosotros en estos terribles momentos y quiero agradecerles a todos por esto. No necesitamos mayor violencia”.
El obispo Barnes asistió el 3 de diciembre a la vigilia de ceras en el estadio San Manuel en San Bernardino para recordar a las personas que habían perdido la vida en la andanada de tiros. Durante el servicio, se recitaron en voz alta los nombres de las 14 personas muertas.
En un mensaje enviado por el sitio de la red “Tweet”, el obispo dijo el 3 de diciembre que “era una bendición poder reunirnos esta noche con dirigentes de nuestra comunidad “ para rezar por la paz y la reconciliación.
En una declaración del día anterior, el obispo Barnes exhortó a la gente para que rezara por la unidad y la reconciliación, después de la andanada de tiros.
“Por los que perdieron la vida, pedimos su eterno descanso y la fuerza de Dios para los familiares que han quedado atrás. También por los heridos, rezamos por su salud y curación”, dijo.
El obispo exhortó a la gente para que rezaran por “todas las víctimas de este horrendo sucedido y su familia respectiva “ y también pidió oraciones por los funcionarios de cuidado del orden que en esos momentos “buscaban a los sospechosos del caso”.
“Nuestra comunidad de San Bernardino ha afrontado serios problemas estos últimos años. Unámonos todos para iluminar las tinieblas de este día”, dijo el obispo Barnes.
La andanada de tiros sucedió en el “Inland Regional Center”, establecimiento del estado en el que se atiende a personas con habilidades de desarrollo diferente, en donde algunos empleados del condado tenían una fiesta.
Dos sospechosos armados, posteriormente identificados como Syed Farook, hombre de 28 años de edad, y Tashfeen Malik, mujer de 27 ãnos de edad, fueron muertos por la policía cuatro horas después en un cruce de tiroteo, cerca de dos millas del centro de servicio social.
Farook, inspector del medio ambiente del condado, había asistido a la fiesta, había salido y después regresado con Malik, y ambos llevaban uniforme “al estilo de asalto “ con múltiples cartuchos al pecho, según informes noticiarios.
Al punto, la policía y los agentes federales no habían explicado el motivo que la pareja hubiese tenido para lanzar la andanada de tiros en el centro de servicio social, en el que se brinda casa y se ofrecen programas de terapia para más de 30,000 personas con habilidades diferentes. Sin embargo, funcionarios del orden federal le habían dicho a “The New York Times” el 4 de diciembre que la esposa de Farook, Malik, le había jurado fidelidad al pseudoestado islámico, utilizando un sitio de la red electrónica que lleva el nombre de “Facebook”. La oficina de investigaciones federales, FBI, por sus siglas en inglés, anunció el 4 de diciembre que conduce oficialmente investigaciones de la balacera como un acto de terrorismo.
El arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, dijo en una declaración del 3 de diciembre que “es difícil comprender este tipo de violencia y el odio que la motiva. Nos preguntamos cómo algunas personas pueden llevar a cabo tales actos, ¿qué hay en su corazón? En estos momentos, necesitamos confiar en la providencia de Dios y acogernos a su misericordia”.
“Nuestra fe cristiana nos dice que debemos vencer al mal con el bien y responder al odio con amor. Así que este es el problema a resolver en los días que vienen”, añadió.
El arzobispo dijo que la arquidiócesis de Los Ángeles se condolía con las familias y seres amados de las víctimas y ofrecía oraciones por la curación de los heridos.
“Pedimos que Dios les dé su sabiduría y prudencia a las autoridades públicas y guardianes del orden que buscan una explicación para tan horrendo crimen. Y pedimos la conversión de los corazones que se han endurecido con el odio”, dijo.
Por lo menos una de las víctimas del tiroteo era católica. Su nombre, Bennetta Betbadal, nacida en Irán en 1969. De acuerdo con el sitio de la red electrónica puesto para colectar dinero a favor de los hijos, la mujer había huído a los Estados Unidos cuando tenía 18 años de edad para escapar de cierto islamismo extremo y persecución contra cristianos, después de sucedida la llamada Revolución Iraníe. Ella era católica, como también su esposo, que le sobrevive con tres hijos y que mantienen su residencia en Rialto.
El día de la andanada de tiros, Betbadal, que era inspectora de salubridad, había asistido al centro regional para dar una plática.
“Estaba dedicada a su trabajo, a su comunidad y a su país (EUA)”, se decía en el sitio de colecta. “Sin embargo, su gran amor era por su esposo, hijos y su familia extensa”. c
Contribuyó para este artículo Carol Zimmermann, desde Washington.