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AMAR CON VALENTÍA

LAS MUJERES LOCALES LUCHAN CONTRA LA GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA

By JAMES DAY     11/30/2017

 

Nota del editor: Esta es la tercera nota de una serie de James Day en la que comparte las historias de mujeres fuertes que avanzan para marcar la diferencia, mientras se enfrentan con coraje a la tendencia de la indiferencia. Para leer las historias anteriores, visite occatholic.com. 

 

La globalización de la indiferencia tiene sus tentáculos en tantos aspectos de la vida que uno puede sentirse abrumado fácilmente por su alcance. De hecho, la mentalidad de que los demás se ocuparán de ella se convierte en la última palabra de los cristianos católicos bien intencionados que se sienten molestos por ello. Si bien promulgar el cambio hacia las perspectivas morales de uno por medio de la legislación política es una vía legítima, los corazones están menos dispuestos a la conversión con tan solo la fuerza de voluntad. Y tal vez en ninguna otra área del espectro de la vida son los enfrentamientos políticos y las emociones más desenfrenadas que en el tema del derecho a la vida. 

Astrid Bennett Gutiérrez es muy consciente de este panorama. Ella ha sido la directora ejecutiva de Los Angeles Pregnancy Services desde el 2006. “La mayor amenaza para las mujeres embarazadas inmigrantes y sin hogar no proviene de las circunstancias en sí, sino de una red de servicios sociales que están íntimamente entrelazados con la industria del aborto, y ven el aborto como la respuesta automática a estos problemas”, indica. 

Tan influyente es esta red que su reputación se precede a sí misma. Astrid está comprometida a cambiar esa mentalidad hacia una apertura a la vida. Pero ella sabe que el sinfín de situaciones que amenazan con llevar el embarazo a término prevalecen. Después de haber trabajado específicamente con mujeres inmigrantes embarazadas, a menudo sin hogar, ella ha visto la lucha real de sobrevivencia en un barrio densamente poblado y bajos ingresos en Los Ángeles. 

Pero a pesar de los obstáculos, la esperanza sigue viva. Astrid relata: “Hemos visto a mujeres hacer frente al desafío y declarar, como una mujer inmigrante, Rosita, nos dijo recientemente, poco después de dar a luz: ‘Este bebé me ha dado las fuerzas que antes no tenía; me ha dado una alegría que no sabía que existía’”. 

Astrid también cita las Escrituras, particularmente el Buen Samaritano (Lucas 10 25-37) como un estándar de cómo amar al prójimo. Sin embargo, ella señala: “no necesitamos ni siquiera mencionar a Dios para que la posición pro vida sea justificada. Los no nacidos, desde el momento de la concepción o la fecundación, son seres humanos. Este es un hecho demostrado científica y filosóficamente. Que es un hecho inconveniente es algo diferente”, dice ella. 

Pero Astrid trabaja con la mentalidad del Buen Samaritano en la parábola de Jesús. “El Buen Samaritano no preguntó al ver al hombre medio muerto, ‘¿qué me sucederá si ayudo?’ sino que, más bien, sintió compasión y preguntó: ‘¿qué pasará con él si no ayudo?’”. Es otra parábola que ofrece una alternativa poderosa a la globalización de la indiferencia. 

“En el caso del aborto”, dice Astrid, vinculando la acción del Buen Samaritano hasta hoy, “sin nuestra ayuda, sin nuestra voz, nuestros hermanos y hermanas no nacidos morirán”. 

Astrid es también la presidenta de la Iniciativa VIDA. Su misión es capacitar y activar líderes pro vida. En particular, Astrid está enfocada en comunicar el mensaje pro vida a la comunidad hispana en los Estados Unidos, de tal manera que “sea atractivo para los latinos: festivo, con orientación a la familia y que refleja nuestro rico legado cultural”. Aumentar el conocimiento de la fe y la sexualidad humana mientras se activa a la comunidad latina en la dinámica del movimiento pro vida, según Astrid, “y es esencial para acabar con el aborto en nuestro país”. 

Cultivar un Evangelio genuino de la vida –el título de la encíclica seminal sobre la vida del papa Juan Pablo II de 1995– solo toma sentido cuando los más vulnerables están protegidos. Astrid espera que se le preste mayor atención a “los niños afectados por matrimonios rotos y los niños que fallecen en los abortos”. Ella dice: “Si la hermosa verdad del matrimonio se explica, se defiende y se fortalece desde el inicio de la vida de la pareja, todos se salvan”. 

Astrid cree que la verdadera transformación del corazón –metanoia– proviene tanto del intelecto como de la voluntad: una educación adecuada y un deseo de que la vida continúe. “Si somos educados para nunca aceptar el aborto y sentir empatía por los no nacidos en todos los sentidos, también estaríamos ahorrando mucho sufrimiento a incontables mujeres y hombres después del aborto”. 

Ella reconoce que las cosas buenas nunca son fáciles. “Es el camino más difícil”, admite, “pero es el camino correcto de amor y misericordia”. 

La globalización de la indiferencia podría mirar fijamente al intento de renovar el mundo en dignidad cristiana, pero parpadea cuando se enfrenta a mujeres fuertes como las que se describen en esta serie. 

“Amar con valentía”, aconseja Tristen Seagondollar (lea su historia y otras en línea en occatholic.com). 

Al poner la fe en acción, estas mujeres locales son ejemplos de lo que sucede cuando la fe está alineada con la vida. Para ellas, los dos están íntimamente entrelazados. Si más hermanos católicos hicieran lo mismo, la indiferencia se acobardaría, sucumbiendo ante la globalización del Sagrado e Inmaculado Corazón de Jesús.