Imagínate una puerta cerrada. Abrirla representa la liberación de la esclavitud espiritual. Tiene cinco candados y como creyente en Cristo, tú tienes todas las llaves que necesitas para estar libre de la influencia de los espíritus malignos.
“Mi libro Libertad enseña cómo escuchar y responder en las áreas de las Cinco Llaves al buscar la libertad abundante y para ayudar a otros a hacer lo mismo”, dijo Neal Lozano, iniciador del ministerio Libertad en Cristo (Unbound Ministry).
Cada llave incorpora la dirección práctica en cómo responder a la gracia que abre la puerta y nos libera.
La libertad es fundamental para nuestra humanidad, dice San Pablo en Gálatas 5:1b “manténganse firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”.
Es a través de nuestra unión con Jesús el Hijo de Dios que nosotros estamos restaurados en la verdadera libertad. “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. (2 Co. 3:17).
La palabra de Dios dice que el Espíritu Santo es el amor de Dios derramado en nuestros corazones (Rom 5:5). Él es el Espíritu de Dios. Es la vida de Dios mismo, haciendo su morada en nosotros. El Espíritu de Dios nos lleva a una relación íntima con nuestro Padre y así nos restaura hacia una plena libertad.
“Y por cuanto ustedes son hijos Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama ‘Abba Padre’ Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo” (Gal 4: 6-7).
Debido al pecado, nuestros padres -e incluso el mejor de los padres- y muchos otros han fallado a representar al Padre de Amor para nosotros. El fruto del pecado original causa que nos identifiquemos más como un esclavo que como un hijo de Dios.
“Todos tenemos áreas de nuestras vidas en donde no hemos experimentado la liberación completa”, indica Neal. “Estos pecados, hábitos y ataduras son la puerta del diablo para tentarnos a pensar y actuar como si todavía somos esclavos atados a la servidumbre”.
La libertad es la vida en el Hijo de Dios. El Hijo ha superado todos los engaños que hemos creído acerca del Padre que siempre nos ha amado, que siempre ha estado presente, que siempre nos ha bendecido.
Satanás, buscando quitar, robar, destruir, se disfraza de padre falsificado. Jesús nos dice “Él es el padre de las mentiras” (Jn 8:44).
Arrepentimiento y Fe: No hay mayor liberación que abrazar la gracia del bautismo, renunciando al pecado y regresar al Señor. Jesús es nuestro Libertador y es nuestra salvación. Esta llave también implica constante arrepentimiento y conversión.
Perdón: Si queremos ser como Jesús debemos perdonar desde el corazón.
“La persona debe comprometerse a perdonar; tiene que ser un perdón auténtico, verdadero, profundo”, dice Lucy Boutte, coordinadora regional del Ministerio Hispano para la Región Pastoral de San Gabriel. “Se trata de renunciar a ese coraje u odio que siento y ya no quiero cargarlo más en mi vida”.
Renunciación: Cada Semana Santa los católicos renuevan sus votos bautismales comenzando con “Yo renuncio a Satanás y todas sus obras y todas sus promesas vacías”. La renuncia es una declaración ante el reino de la oscuridad que ya no hago un hogar para el pecado, el engaño y el poder detrás de él.
Autoridad: Cuando el Señor dijo a Moisés, “Yo seré un enemigo para tus enemigos (Éxodo 23:22) él no quiso decir que Moisés se quedara sentado a mirar. Se refería a que como Moisés luchaba, igual que Dios luchaba. Moisés tenía la autoridad de Dios. En Cristo, nosotros también tenemos autoridad sobre nuestros enemigos que buscan destruirnos”.
“En esta cuarta llave, las personas aprenden que tienen la autoridad de Cristo para echar fuera de su alma los espíritus y mentiras que el demonio ha metido”, manifiesta Lucy Boutte. “Y, en el nombre de Dios y bajo su autoridad rompo el poder del mal, que salga en el nombre de Jesús y le ordenó que jamás regrese”.
La Bendición del Padre: Cada bendición que el Padre habló a Jesús es nuestra. El Padre nos revela quienes somos al venir ante El en el Hijo. Al aprender cómo recibir su bendición, así nos vamos sanando. Ser “libre” significa que se han retirado los obstáculos para el regalo que nos ha estado esperando y el amor del Padre y la afirmación se hace real para nosotros en Cristo.