EN 1531 UNA “DAMA DEL CIELO” se le apareció a un humilde indígena americano en el Tepeyac, una colina al noroeste de lo que hoy es la Ciudad de México.
Se identificó como la siempre Virgen Santa María, Madre del Verdadero Dios por el que vivimos, del Creador de todas las cosas, Señor del cielo y de la tierra.
Hizo una petición para que se construyera una iglesia en el lugar, y presentó su deseo al obispo local. Cuando el obispo dudó y le pidió una señal, la Madre de Dios obedeció sin demora ni preguntas al obispo local de la iglesia, y envió a su mensajero indígena a la cima de la colina a mediados de diciembre para recoger un surtido de rosas para el obispo.
Después de cumplir con la petición del obispo de una señal, también nos dejó una imagen de sí misma impresa milagrosamente en la tilma del nativo, una tela de cactus de mala calidad, que debería haberse deteriorado en 20 años pero que no muestra ningún signo de decadencia 476 años después y todavía desafía todas las explicaciones científicas de su origen. Aparentemente incluso refleja en sus ojos lo que estaba frente a ella en 1531.
Su mensaje de amor y compasión, y su promesa universal de ayuda y protección a toda la humanidad, así como la historia de las apariciones, se describen en el “Nican Mopohua”, un documento del siglo XVI escrito en la lengua indígena náhuatl.
Hay razones para creer que en el Tepeyac María llegó en su cuerpo glorificado, y sus manos físicas reales reacomodaron las rosas en la tilma de Juan Diego, lo que hace que esta aparición sea muy especial.
Se le atribuye una increíble lista de milagros, curas e intervenciones. Anualmente, entre 18 y 20 millones de peregrinos visitan la Basílica, convirtiéndola en el santuario más visitado de la Cristiandad.
En total, 25 papas han honrado oficialmente a Nuestra Señora de Guadalupe. Su Santidad Juan Pablo II visitó su santuario cuatro veces: en su primer viaje apostólico fuera de Roma como Papa en 1979, y de nuevo en 1990, 1999 y 2002.
La Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe se celebra el 12 de diciembre. En 1999, el Papa Juan Pablo II, en su homilía de la Misa Solemne en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, durante su tercera visita al santuario, declaró la fecha del 12 de diciembre como Día Santo Litúrgico para todo el continente.
Durante la misma visita el Papa Juan Pablo II confió la causa de la vida a su amorosa protección, y puso bajo su cuidado maternal las vidas inocentes de los niños, especialmente de aquellos que están en peligro de no nacer.