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CUERPO DE CRISTO

By Kimberly Porrazzo     5/15/2017

Este mes los niños de toda la diócesis recibirán su Primera Comunión. Después de meses de instrucción de sus maestros de educación religiosa acerca de cómo recibirán el cuerpo de Cristo cuando reciban la Eucaristía, y cómo eso requiere un cierto protocolo que muestra nuestro respeto, estos niños por primera vez participan del ritual que es el centro de la fe Católica.

Vestidos con sus vestidos y trajes de Primera Comunión, zapatos brillantes y con su mejor comportamiento, se acercarán al sacerdote o ministro de la Eucaristía. Presionan sus palmas juntas en señal de oración, tratan de recibir correctamente al anfitrión, hacen el signo de la cruz y luego regresan a sus bancas para decir oraciones de agradecimiento.

Pero, ¿qué pasó con el resto de nosotros?

Si bien estos niños han sido considerados en la edad de la comprensión, un requisito para recibir la comunión, podemos aprender al observarlos.

Si de hecho creemos realmente que estamos recibiendo el cuerpo de Cristo, ¿hay algún momento en nuestras vidas que podría ser más importante? ¿Por qué, pues, nos presentamos a la Misa como si acabáramos de salir de la cama? ¿Por qué nos estamos acercando a la persona que distribuye la Comunión pensando en el gran partido de esa tarde? ¿Por qué nosotros (he visto a la gente hacerlo) llegamos a tomar la Eucaristía del sacerdote en lugar de reverentemente recibirla como el regalo que es?

Este domingo, cuídate. Y luego tratar de ser un ejemplo para los demás.

Directamente desde la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, aquí está el camino correcto para recibir la comunión:

Quienes reciben la Comunión pueden hacerlo tanto en la mano como en la lengua; sin embargo, la decisión final está en la persona que la recibe, no en la persona que la distribuye. Si la Comunión se recibe en la mano, las manos deben estar completamente limpias. Si uno es diestro, la mano izquierda debe descansar sobe la mano derecha. La hostia será luego depositada sobre la palma de la mano izquierda y luego tomada por la mano derecha hasta llevarla a la boca. Si una persona es zurda, se hará del modo contrario. Es inapropiado tomarla con los dedos directamente de la mano de la persona que la distribuye.

La persona que distribuye la Comunión dice a cada persona que se aproxima y de manera que se oiga, “El Cuerpo de Cristo”. Esta fórmula no debe ser alterada ya que es una proclamación que invita a una respuesta de fe de parte de la persona que la recibe. El comulgante debe responder de manera audible “Amén”, indicando, por su respuesta, su creencia de que este pequeño pedazo de pan y el vino de este cáliz son en realidad el cuerpo y la sangre de Cristo, el Señor.

Cuando uno recibe la Comunión del cáliz, la persona que distribuye la Comunión hace la misma proclamación y el comulgante nuevamente responde “Amén”.  Cabe notar que no está permitido que una persona introduzca la hostia que ha recibido dentro del cáliz. Si, por alguna razón, el comulgante no puede o no desea beber del cáliz, debe recibir la Comunión sólo en la forma de pan.

 

La adhesión a las directrices anteriores hará que cada domingo se sienta como si fuera su Primera Comunión.