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DE ROMA A ORANGE

UN TOTAL DE 22 JÓVENES DE LA COMUNIDAD EMANUEL MISIONARON EN EL SUR DE CALIFORNIA

By JORGE LUIS MACÍAS     5/18/2016

Con la energía propia de su edad, pero imbuidos del Espíritu de Dios, un total de 22 jóvenes siguieron al pie de la letra las palabras de San Agustín: “Para aquel que tiene fe, ninguna explicación es necesaria. Para aquel que no tiene fe, ninguna explicación es posible”.

Por una semana completa, los “Centinelas del Evangelio” como llamó San Juan Pablo II a los jóvenes, encabezados por el Padre Charles Costas, recorrieron las calles y hogares del condado de Orange para llevar mensajes de fe a sus habitantes y proclamar la Palabra de Dios.

Llegaron en representación de la Comunidad Emmanuel, una asociación católica de fieles, de derecho pontificio, fundada en Francia, en 1976 por Pierre Goursat y Martine Laffitte-Catta, a partir de un grupo de oración perteneciente a la Renovación Carismática Católica.

“La verdad más importante de mi vida es que Dios existe y me ama”, dice Mariana Parra Serrano, de 22 años, quien nació en Caracas, Venezuela, pero radica en Palencia, España. “Mi vida la entiendo en mi relación con hacer el bien a los demás”.

Jóvenes de Australia, Egipto, España, Holanda, Francia, Inglaterra, Irlanda, Italia, Togo, Venezuela, se convirtieron en los centinelas que anunciaron la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio.

“En mi religión católica encontré todas las repuestas de mi vida”, agregó Mariana. “Por eso he compartido la verdad de Cristo con quienes me quisieron escuchar”.

Jefferson Prado a sus 19 años de edad -nacido en Nueva York y descendiente de padres ecuatorianos, residentes en Minnesota- sabe que la humanidad tiene necesidad del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y proclamar con fuerza y entusiasmo su propia fe en Cristo.

“Yo antes no quería ir a misa; entre los 15 y 18 años estaba atrapado por las distracciones del mundo… caminaba en la oscuridad”, narró Jefferson. “Pero mi vida cambio para siempre cuando Dios me hizo parte de esta familia maravillosa de la Comunidad Emanuel”.

Prado señala que, junto a los otros 21 jóvenes aprendió a tener una relación personal con Jesucristo.

“La fe es la luz que alumbra tu vida y la señal que otros ven en ti”, afirmó. “Yo quiero caminar contigo es lo que Jesús me ha dicho, y ese mensaje es el que llevo a los jóvenes que han enfrentado el sufrimiento, la soledad, el fracaso, las desilusiones en la vida personal o las dificultades para adaptarse al mundo de los adultos”.

Las actividades semanales de los estudiantes incluyeron, su participación en un retiro de jóvenes y adultos que se confirmarían en la fe católica, evangelización en los hogares de los miembros de la parroquia que les dio morada, visitaron escuelas, brindaron su testimonio de vida y visitaron grupos de la misericordia.

“La respuesta y razón por la cual nosotros nos comprometimos a evangelizar viene de Dios mismo”, dijo Ettiene Benoux, de 22 años, oriundo de Francia. “Es una gran alegría ser Católico”.

llamados a ser misioneros

La Comunidad del Emmanuel es nombrada en relación al pasaje de la Escritura: “He aquí, una mujer joven concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel” (Is 7, 14; cf. Mt 1, 23), y sus miembros son personas que son llamados por Dios a vivir juntos para servir y anunciar a Jesucristo.

El núcleo de la Comunidad es la Fraternidad de Jesús, que se compone de los miembros que se entregan al Señor en la consagración y entrega total a la misión. La vida de la comunidad y sus miembros, que son los fieles que viven en el corazón del mundo, gira en torno a la Eucaristía. Estas raíces de todas sus acciones en la contemplación y que se abren a la compasión de Cristo, les lleva a ponerse al servicio de los pobres, los enfermos, los solitarios y los marginados; y al servicio de la evangelización, para anunciar a Cristo resucitado a todas las personas que están sufriendo porque no conocen a Dios y no saben que son amados por Dios.

La preparación que se ofrece a los miembros de la Comunidad que están llamados a ser misioneros, principalmente en su propio entorno, da prioridad a la dimensión espiritual y la formación para la vida comunitaria y la evangelización.

En efecto, mediante la preparación y la formación de los estudiantes antes de la misión, los jóvenes, aprenden cómo comunicar el Evangelio eficaz y adecuadamente a otros jóvenes, niños, adultos, creyentes y no creyentes, adaptándose al contexto cultural en el que estén inmersos.

“Además aprenden a evangelizar en la sociedad multicultural de hoy”, indicó el sacerdote francés Charles Costas. “Lo hacen estimulando la reflexión sobre los conceptos de la libertad religiosa, la inculturación y el diálogo interreligioso, porque el mundo de hoy necesita hombres y mujeres con una clara visión, listos para desarrollar sus talentos y llevar adelante la misión de la Iglesia en todos los ámbitos”.