WASHINGTON (CNS) — La doctrina eclesiástica sobre la anticoncepción artificial y el rol de la procreación en el matrimonio no se trata de reglas difíciles de seguir, desde la perspectiva de Alice Heinzen, una experta en el ministerio matrimonial y familiar en la Diócesis de La Crosse, Wisconsin.
Heinzen dijo a Catholic News Service que la doctrina de hace bastante tiempo, encontrada en la encíclica “De la vida humana” (“Humanae Vitae”) del beato Pablo VI de 1968 trata del entendimiento de la belleza de la familia tal como se la confirió Dios.
Heinzen, directora de la Oficina Diocesana de Matrimonio y Familia, dijo que el documento forma los cimientos de la “teología del cuerpo” de san Juan Pablo II y es una piedra angular del llamado del papa Francisco a acompañar a las personas en sus caminos de fe mientras experimentan el misterio de Dios.
En La Crosse la diócesis ha hecho las clases de planificación familiar natural (PFN) una parte obligatoria de su programa de preparación matrimonial. Heinzen lo llamó un proyecto natural que fluyó de la encíclica y la doctrina de san Juan Pablo II.
La teología del cuerpo se basa en una serie de 129 charlas que el papa ofreció durante los primeros cinco años de su pontificado. Las charlas ahondan en el tema del cuerpo humano y la relación sexual y, según los que las apoyan, estas conectan a las personas con la invitación de Cristo al amor generador de vida.
La planificación familiar natural implica la observación, por parte de una pareja casada, de las varias señales biológicas que indican el tiempo de fertilidad e infertilidad de la mujer. Esta puede usarse tanto para evitar el embarazo como para aumentar las posibilidades de embarazo.
El beato Pablo dijo en el documento “De la vida humana” que el único medio legítimo de regular el nacimiento, es la planificación familiar natural. Él pide en el documento que los científicos mejoren los métodos naturales de planificación familiar “proveyendo una base lo suficientemente segura para una regulación del nacimiento fundamentada en la observación de los ritmos naturales”. Durante los últimos 50 años ha habido un auge de la investigación de los métodos de planificación familiar natural.
Heinzen explicó que el programa de La Crosse se centra en por qué la iglesia enseña lo que enseña cuando se trata de anticoncepción artificial, en vez de centrarse en instrucciones estrictas sobre lo que la iglesia requiere.
Esta experta dijo que respondiendo a cuestionarios de seguimiento las parejas han llegado a ver el valor de la doctrina, incluso si ellos retrasan o deciden nunca incorporar a sus vidas las prácticas de la planificación familiar natural.
“Es el acompañamiento que estamos proveyendo. Aunque digan que esto (PFN) es ridículo en la era de la tecnología, nos damos cuenta de que es una persona que todavía tiene que abrir sus ojos a la belleza de la doctrina. Les planteamos preguntas para su consideración. Retamos cuidadosamente, caritativamente”, dijo Heinzen, quien junto con su esposo Jeff, fueron auditores del Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la Familia en 2014.
Sin embargo, durante años los programas diocesanos y parroquiales del ministerio matrimonial y familiar han enfatizado que el mensaje del beato Pablo –sustentando la larga prohibición eclesiástica de anticonceptivos artificiales– puede ser significativo para las parejas y ayudarlas a acercarse más a Dios.
El reto que enfrenta la iglesia es que la propia encíclica es raramente abordada por los sacerdotes y, como resultado, es poco conocida –especialmente entre los adultos jóvenes.
Aunque las clases de PFN son obligatorias en solo una docena de diócesis, las mismas se dictan casi en todas partes.
Dominic Lombardi, director ejecutivo de la Secretaría de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Jóvenes de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, sabe que es difícil compartir un mensaje que pocos han escuchado, especialmente uno que difiere de los valores de la cultura convencional.
De este modo, la encíclica se convierte en un documento importante para la vida de la iglesia aunque reciba poca atención desde el púlpito, según Lombardi.
Los programas de preparación matrimonial constituyen un buen lugar donde “sembrar una semilla” con las parejas jóvenes comprometidas, dijo añadiendo que las parejas casadas que viven la doctrina podrían ser una inspiración para las demás.
“Entonces la iglesia debería acompañar a las parejas y este testimonio de la vida matrimonial. Uno podría decir que estas parejas que han vivido la libertad de ‘De la vida humana’ son realmente parejas misioneras”, dijo Lombardi.
El padre Tadeusz Pacholczyk, director de educación en el Centro Nacional Católico de Bioética, considera que los programas parroquiales para compartir la doctrina eclesial sobre el matrimonio y la anticoncepción artificial tendrán el impacto más duradero. Instó a los sacerdotes a comenzar a abordar la doctrina con más frecuencia.
“Entiendo el reto que algunos sacerdotes sienten en términos de hablar sobre este tema públicamente”, dijo el sacerdote a CNS. “Pero alentaré frecuentemente a los sacerdotes a que por lo menos mencionen la doctrina. Ciertamente hay ocasiones en las cuales esta debería ser incluida en la discusión como parte de los programas matrimoniales”.
Heinzen comentó que en La Crosse a la iglesia le convendría aceptar el llamado del papa Francisco a ir a las periferias de la sociedad para compartir el amor de Dios, en vez de ofrecer mandatos estrictos.
“Estén con ellos y descubran quiénes son”, dijo refiriéndose a las parejas jóvenes.
“Y cuando lo hagan, encontrarán la llave exacta que encaja en su cerradura. Toma mucho tiempo, pero el fruto es mucho mejor”.