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EL CUIDADO DE PERSONAS MAYORES COMO VOCACIÓN

EL CUIDADO DE LOS ADULTOS MAYORES ES UN MINISTERIO PROVIDA

By CATHI DOUGLAS     2/10/2021

El coronavirus nos habobligado a aislarnos, y ningún grupo está sufriendo más  profundamente la soledad y el abandono que los adultos mayores. 

Incluso antes de que nos dijeran que nos encerráramos por razones de salud, los ancianos se enfrentaban a los dolores y molestias de la vejez, a las limitaciones de la libertad de movimiento y de elección, y a la muerte de sus parejas y  cónyuges. La pandemia multiplica estos  problemas y hace que la vida cotidiana sea tediosa y solitaria. 

La continua amenaza sanitaria que supone el COVID-19 para nuestra salud física y mental exige paciencia, creatividad y fortaleza tanto a las personas may-ores como a sus cuidadores. Tal vez como nunca, los católicos ven claramente que el cuidado de los adultos mayores es una parte vital de nuestro ministerio provida. 

 

Muchas veces, cuando pensamos en “provida”, pensamos en el niño no nacido”, dice Becky Lomaka, directora de apoyo al duelo y educación de la funeraria O’Connor, con sede en Laguna Hills, y miembro de la iglesia de San Juan  Neumann en Irvine. 

“Es muy importante que los católicos vean que la defensa de la vida no termina con el nacimiento de un niño, sino que se extiende a lo largo de toda la vida de la persona”, continúa Lomaka. “Es asegu-rarse de que la persona esté reconfor-tada y viva su vida de la mejor manera posible”.A medida que la población de nuestro país envejece, cada vez somos más los que adoptamos nuevas funciones como cuidadores de nuestros padres. Hay que reconocer que el cuidado de nuestros seres queridos es una vocación provida y nos ofrece diferentes oportunidades para “vivir la oración” y nuevas formas de cultivar nuestra espiritualidad con una acción amorosa. 

“Tantas cosas que hacemos son de servicio, tanto si somos voluntarios como  cuidadores remunerados”, señala. “Con las personas mayores, estás ayudando a alguien que necesita tu apoyo, ya sea con comida en su estómago o con la oportunidad de recibir la Santa Comunión. 

Estas son todas las formas en que damos nuestro tiempo, talento y tesoro para ayudar a otra persona. 

”Al proporcionar un cuidado amoroso a nuestros padres y otros seres queri-dos que envejecen, estamos llevando a cabo la obra de Cristo, señala. “Es una vocación noble”, afirma. “En el cuidado de adultos mayores, los estás levantando en su momento más vulnerable”. 

Cuidar a distancia tiene sus retos, entre ellos el de tener que replante arse las formas de cuidar, a través de la tecnología o el teléfono, o de otras mane ras mientras mantenemos una distancia segura. “Desde la pandemia hasta la política y la violencia, la vida ha sido una locura últimamente”, dice. “Hay muchas cosas que están completamente fuera de nuestro control. No puedo cambiar eso,  pero puedo levantarme agradecida por cada día que tengo y tratar de cumplir bien mi papel. Puedo estar al lado de mi ser querido y hacer que su día sea mejor”. 

Los propios cuidadores mayores se enfrentan a la soledad, así como a la frustración, el agotamiento y la tristeza.

 Es fundamental que se den cuenta de que no están solos. Lomaka dice que el  Centro de Recursos para Cuidadores, la  Asociación de Parkinson del Condado de  Orange y la Asociación de Alzheimer del  Condado de Orange, entre otras organizaciones, ofrecen asistencia, incluyendo líneas de ayuda y referencias. “En los  últimos dos años he visto que nuestra  comunidad católica se ha vuelto mucho más proactiva para ayudar a los feligre-ses con recursos fuera de sus parroquias”,  añade.  

Aunque ninguno de nosotros puede determinar cuánto tiempo esta remos aquí en la Tierra, Lomaka afirma que “cuando se cuida a una persona mayor, se está cuidando a toda la persona, no sólo su cuidado físico sino también su espíritu. Al dar, estás recibiendo mucho a cambio”.