Formar una comunidad de mujeres de distintas experiencias y unirlas en oración, en el cuidado de la Tierra y en la hospitalidad hacia los demás es un potente testimonio de los valores evangélicos, le dijo el papa Francisco a un grupo de hermanas benedictinas.
“Hoy día hay mucha gente en el mundo buscando reflejar en sus vidas la ternura, la compasión, la misericordia y la aceptación de Cristo”, dijo el papa el 8 de septiembre. “A ellos ustedes les ofrecen el preciado don de su testimonio, ya que ustedes son instrumentos de la ternura de Dios para los necesitados”.
El papa se reunió con unas 120 monjas y hermanas benedictinas de una variedad de monasterios y congregaciones independientes que participaban en un simposio en Roma. El tema fue la exhortación de la Regla de San Benito, “Que todos sean bienvenidos como Cristo”.
El papa le dijo a las mujeres que hacer un monasterio un lugar de “acogida, oración y hospitalidad generosa” es una “obra esencial de la evangelización” que siempre tiene que ser ampliada y fortalecida.
Él también les agradeció “la atención especial que ustedes muestran al medio ambiente y sus esfuerzos de proteger los regalos de la Tierra, de modo que estos puedan ser compartidos por todos”.
Muchos de los monasterios benedictinos están “en lugares de gran belleza donde la gente va a orar, a encontrar silencio y a contemplar las maravillas de la creación. Les exhorto a continuar este estilo y servicio, de modo que las maravillosas obras de Dios puedan ser admiradas y le hablen de él a muchas personas”.
El papa dijo que la vida que las mujeres llevan dentro de las paredes del monasterio, vidas que los visitantes pueden observar y sentir, también son testimonio del Evangelio.
“Su vida en comunidad es testimonio de la importancia del amor y el respeto mutuos”, él les dijo. “Ustedes provienen de distintos lugares y experiencias y cada una de ustedes es distinta y así la manera en que se aceptan unas a otras es la primera señal que ustedes ofrecen en un mundo que encuentra difícil vivir este valor”.
“Todos somos hijos de Dios”, dijo el papa Francisco, “y las oraciones, el trabajo, la hospitalidad, la generosidad de ustedes se combinan para revelar una comunión en la diversidad que expresa la esperanza de Dios para nuestro mundo: una unidad hecha de paz, acogida mutua y amor fraternal”.