Cuando el libro más reciente ‒y según los informes, el último‒ libro del papa emérito Benedicto XVI aparezca en los Estados Unidos el 15 de noviembre, bajo el título “El último testamento: En sus propias palabras”, marcará la última de una serie de colaboraciones sin precedentes con el publicista Peter Seewald que data más de 20 años. En un momento de entrevistas sin guion y transparencia que ha caracterizado el papado del papa Francisco, fue Benedicto XVI quien inició la tendencia, y cuyo propio testimonio animó a Seewald a convertirse de su visión atea del mundo a la fe de su juventud: la fe católica.
Sin embargo, las intenciones de Seewald no eran exactamente piadosas en su primer contacto con el entonces cardenal Ratzinger, cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a principios de 1990 para un perfil en el equivalente alemán de una revista de tipo salón. Originalmente, Seewald se imaginó la entrevista como una especia de experimento.
Al escribir en la biografía del papa Benedicto, “Un retrato íntimo”, Seewald planificó “dejar la crítica a la Iglesia y la fe por un tiempo, y en su lugar, buscar algo en el cristianismo que fuera positivo y hermoso, y de uso práctico”. Para su experimento, observó a su compañero de Baviera, Joseph Ratzinger. El artículo publicado a partir de 1993, la primera entrevista de Seewald con el futuro papa, ahora aparece en el apéndice del libro “El último testamento”.
Al terminar esa primera entrevista, Seewald estaba seguro que el cardenal Ratzinger no querría concederle otra entrevista ‒el perfil refleja más que nada la propia ideología de Seewald en ese momento que el testimonio de Ratzinger a su fe. Pero algo en la actitud del cardenal sorprendió al periodista: se dio cuenta que la representación mediática de Ratzinger ‒la de un teólogo autoritario, a quien se le atribuían apodos tales como ‘el rottweiler de Dios’ (una representación que el mismo Seewald creía era verdad) ‒ era completamente falsa. En su lugar, sintió una realización radical que iniciaba a desenvolverse, una que además de cambiar su vida, sería el énfasis en el su trabajo futuro: La búsqueda de Joseph Ratzinger de la verdad de Cristo a través de sus enseñanzas, “son una cura para las muchas aberraciones de la modernidad”, explicó Seewald al diario Orange County Catholic.
Lo que siguió se ha convertido en una serie de grandes éxitos espirituales y un éxito de ventas, a partir de la publicación a principios de 1996, “La sal del mundo: La iglesia en el fin del milenio”, un libro de entrevistas entre Seewald y Ratzinger sobre las riquezas de vivir en la fe contra las corrientes de la época. Los siguió en el 2002, “Dios y el mundo”, una visión teológica de la fe católica, e incluso después de su elección como papa Benedicto XVI, Ratzinger continuó hablando de los temas más importantes de la fe y la vida en el mundo de hoy, como lo hizo en “Luz del mundo”, el libro de entrevistas entre Benedicto y Seewald del 2010, un libro que reveló puntos de vista de alguien con una sólida comprensión de lo que significa ser católico cristiano hoy en día, y no alguien desconectado como tan a menudo era representado en los medios de comunicación.
“Ser cristiano no debe convertirse en una especie de estrato arcaico a la que se aferran de alguna manera y en la que se vive en cierta medida junto con la modernidad”, dijo Benedicto a Seewald en “La luz del mundo”. “El cristianismo es en sí algo vivo, algo moderno, que da forma y profundidad a toda mi modernidad –y es en este sentido que en realidad lo acepta”.
Para el octavo año del pontificado del papa Benedicto, Peter Seewald ya se había reconectado con la Iglesia Católica, gracias en gran parte a el mismo Benedicto. “Estaba convencido de que efectivamente hay respuestas que iluminan la existencia del hombre y que le pueden ayudar en su camino”, escribió en “Un retrato íntimo”. Y para evitar utilizar su propia conversión como un truco publicitario en “El cardenal que convirtió a un comunista a la Iglesia Católica”, Seewald regresó a Dios en privado. “Lo hice en silencio –y mi regocijo fue privado”.
Además, en “La luz del mundo”, el papa Benedicto revela que, efectivamente, si un papa ya no se ve a sí mismo apto, en forma espiritual o física, para continuar guiando la Iglesia Universal como sucesor de San Pedro, tiene el derecho –e incluso el deber– de renunciar. Era algo que Benedicto haría en febrero de 2013, convirtiéndose en el primer pontífice en renunciar en 600 años.
“Siempre supe que para Benedicto XVI, la renuncia era una opción real”, dijo Seewald al diario Orange County Catholic. Pero incluso Seewald no estaba preparado para el anuncio del papa. “Mi reacción fue: ‘¡No, no, por favor, no! ¡No en este momento!’”. Él no esperaba el anuncio de su renuncia, el cual coincidió con el Día Mundial de los Enfermos y la fiesta de la Virgen de Lourdes, el 28 de febrero de 2013.
“Me impactó de dos maneras”, continuó. “Por un lado, estaba muy sorprendido. En segundo lugar, yo estaba con mi esposa, quien se encontraba muy enferma y en camino al hospital. Así que no fue una situación fácil”.
Seewald sabía que debía responder a una de las decisiones más heterodoxa de un líder en tiempos modernos –debía escribir al respecto. Debido al trabajo previo con Benedicto, a Seewald se le concedieron nuevas entrevistas con el pontífice justo antes del momento de su renuncia. El escritor trabajó en el texto durante casi cuatro años antes de publicarlo finalmente: “El último testamento: En sus propias palabras”.
Lo que más le interesó a Seewald al escribir el nuevo libro, indicó, fue una cuestión de responsabilidad: “Mantener accesible y abierto el trabajo importante de Joseph Ratzinger”. Existe el riesgo de que su contribución no sea reconocida, incluso en la Iglesia. Pero, al igual que un número cada vez mayor de personas que consideran que la vida del papa Benedicto ha tenido un efecto profundo en su propia vida, Seewald está convencido de que solo estamos empezando a conocer los frutos de dicha contribución.
En cuanto a Seewald, los fieles que están disfrutando sus obras solo pueden sentirse agradecidos de lo que su propia conversión ha significado para muchos.